Por Graciela Ramírez / Resumen Latinoamericano Corresponsalía Cuba.
La Habana, 31 de agosto de 2019.- Corría el año ‘92, se celebraba en Madrid la II Cumbre Iberoamericana que sesionó los días 23 y 24 de julio. Asistía el Comandante en Jefe. El mundo cantaba el fin de la historia tras la caída de la Unión Soviética y los países del bloque socialista. Allí estaban entre otros, los presidentes: Carlos Menem de Argentina, Violeta Chamorro de Nicaragua, Alfredo Cristiani de El Salvador, Alberto Fujimori de Perú, Joaquín Balaguer de República Dominicana, Felipe González de España, Alberto Lacalle de Uruguay y el Rey Juan Carlos I de España,
Con el cinismo que caracteriza a esos paladines de la libertad, los mandatarios expresaban su condena a Cuba por persistir en el socialismo. Ni una palabra de condena al bloqueo genocida que atenazaba con renovado vigor al pueblo cubano. La apuesta por hacer rendir a la Revolución cubana llegaba a límites tan absurdos que los distinguidos presidentes se negaban a compartir la mesa de la cena oficial donde se sentaría Fidel.
Y Fidel como siempre con su altura y su ética inalcanzables dio otra lección a la historia en un discurso memorable donde expresó: “Nada es imposible para los que luchan. Nuestro Héroe Nacional José Martí, hijo de padre y madre españoles, en vísperas del reinicio de la lucha por la independencia, escribió algo que parece concebido para esta reunión: “Cuba no anda de pedigüeña por el mundo: anda de hermana y obra con la autoridad de tal. Al salvarse, salva. Nuestra América no le fallará, porque ella no falla a América”
La prensa destilaba ríos de tinta contra el “régimen castrista” al que le contaban los días para que cayera. El agente de la CIA Carlos Alberto Montaner encabezaba las voces de la oposición que traerían la libertad a la isla de la mano del libre mercado. Junto a él se lucía el escritor peruano Mario Vargas Llosa, que no perdía ocasión en participar en actos y hacer declaraciones ante la prensa, contra Cuba.
Manifestación de solidaridad con Cuba / Plaza Tirso de Molina, Madrid / 26/07/1992 |
Facsímil del anuncio pagado en el diario El País, 25/07/1992 |
Los latinoamericanos y españoles solidarios eran invisibles a los medios, quedaban afónicos de gritar vivas a Fidel y la Revolución en las cercanías del Hotel donde se alojaba. No importaba que nosotros fuéramos varios centenares, en cuanto llegaban diez vejestorios de traje y corbata desplegando banderas cubanas con un crespón negro, era motivo suficiente para que salieran en todos los medios de comunicación.
Cartel que portaron los solidarios latinoamericanos en la manifestación
Destilaban tanto odio y desprecio a su propio pueblo que cada provocación producía mayor solidaridad hacia Cuba. Pero como los medios tenían instrucción de ignorarnos, decidimos publicar un anuncio pagado en el diario El País, a media página y en todas las ediciones a nivel nacional. El costo, cercano a los siete mil quinientos dólares en aquel momento, era imposible de pagar. Tuvimos que pedir un aporte a los sindicatos, personalidades, artistas, poetas y escritores. Cada uno lo que pudiera. Desde Rafael Alberti a Mario Benedetti, Comisiones Obreras, el parlamento vasco, la UGT y centenares de personas dieron su apoyo solidario. El anuncio llevaba por título “Sitiada la esperanza” ¡No al Bloqueo!, Resguardemos a Cuba. Bienvenido Fidel Castro: Admiramos la dignidad de su pueblo”.
Factura del costo del anuncio pagado, 25/07/1992
El texto, denunciaba el boqueo de EE.UU. a Cuba, que arreciaba y exigía su levantamiento. Llamaba a la manifestación de solidaridad que se haría al día siguiente, 26 de julio, como homenaje al Moncada, que recorrería las céntricas calles madrileñas desde la Glorieta de Atocha a la plaza de Tirso de Molina, frente a la sede del Club de Amigos de la Unesco de Madrid, en cuyo balcón, el bailarín Antonio Gades leería la declaración conjunta. En menos de una semana colectamos todo el dinero que de inmediato se llevó al periódico.
El sábado 25 de julio sale el anuncio publicado: a media página, en todas las ediciones y sin moverle una coma.
Quien escribe esta crónica hoy, 27 años después, fue parte inicial de la idea y la redacción del texto, realizado a cuatro manos junto al poeta y escritor argentino Martín “Poni” Micharvegas.
En un puesto de venta de periódicos compra varios ejemplares del día y luego se percata que era mejor hacer copias individuales del anuncio. Hace 50 copias. Le dicen que los amigos de Cuba están en las cercanías al Palacio de Linares. Allí fue con las copias bajo el brazo.
Al salir por una de las bocas del metro nota demasiada policía. Una valla dividía a los solidarios. Un grupo numeroso de periodistas rodeaba a alguien que hacía declaraciones a la prensa.
La Cumbre había terminado el día anterior, muchos de los mandatarios visitaban la exposición del 5to Centenario en Sevilla. Otros ya regresaban a sus respectivos países. ¿Quién podría suscitar tanto interés de los medios?
La policía me da paso al confundirme con una periodista. Al llegar al lugar donde se encontraba la prensa descubro que quien está haciendo declaraciones no es otro que Mario Vargas Llosa.
Logro quedar frente a él. Le entrego una copia del texto. Vargas risueño la coge y sigue hablando, al momento mira de reojo, lee el título y lo aprieta dentro de su mano hasta hacerlo una pelota que arroja al suelo. Le entrego otra, él vuelve a hacer lo mismo. Le entrego la tercera copia, cada vez que el escritor peruano la arrojaba con tanto desprecio al suelo, sentía una bofetada en el alma. Tanto esfuerzo, tanta energía para que ese vendepatria lo pisoteara.
Graciela Ramírez responde a Vargas Llosa / Fotos tomadas de la TV española.
Publicaron la noticia con el título: Defensora de Castro increpa a Vargas Llosa. Telemadrid, Antena 3 y otros canales de TV, 25/07/1992
Vargas Llosa comenzó a decir barbaridades contra Cuba, sin perder la calma le pregunté ¿cuánto le paga la Fundación Nacional Cubano Americana y el gobierno de Estados Unidos por sus esfuerzos contra Cuba? Todos los medios enfocaron a la joven activista. Vargas Llosa molesto y desencajado respondió: “Cuba se vendió a la Unión Soviética. Es un régimen brutal y anacrónico”. Un pequeño país bloqueado por más de 30 años por el vecino más poderoso del planeta. ¿Régimen brutal y anacrónico? ¿Qué le hizo el pueblo cubano para odiarlo tanto? Pregunté. Confieso que sentí vergüenza ajena porque no lo decía un estadounidense, ni un europeo.
Lo estaba diciendo en Madrid un escritor latinoamericano al que Cuba había abrazado con su amor y potenciado desde Casa de las Américas.
Graciela Ramírez responde a Vargas Llosa el 25/07/1992
No pude evitar decirle de frente: “Usted avergüenza la conciencia de América Latina, más aún por ser un mestizo de piel morena. Si Cortázar lo escuchara se vuelve a morir”. Sentí un golpe seco en la espalda, luego otro. Un policía me puso un megáfono al revés para taparme la boca, otro me dio un puntapié en el tobillo que me hizo trastabillar, pero no lograron hacerme caer ni que soltara las copias del anuncio pagado que toda la prensa luego se llevó.
No se inmutó, ni hizo el más mínimo gesto para impedir el maltrato del que fui objeto impunemente ante sus ojos. Cuatro guardaespaldas aparecieron repentinamente llevándose casi en andas a Vargas Llosa, al que introdujeron en un auto que salió con la velocidad de un rayo.
Los amigos de Cuba sortearon la valla dando vivas a la Revolución. Me acompañaron al hospital más cercano, el médico de guardia me entablilló el tobillo y vendaron el pie. Por la noche todos los noticieros de las distintas cadenas de TV publicaban: “Defensora de Castro increpa a Vargas Llosa”.
Envié una carta al director de El País relatando lo sucedido y la agresión policial. Nunca la publicaron. Juventud Rebelde reprodujo el anuncio y la pequeña carta adjunta.
En la conversación con Atilio Borón sobre su excelente libro El hechicero de la tribu, sentí que por fin, luego de 27 años, alguien le ponía los puntos en las íes a Vargas Llosa. Con extraordinaria altura y gran respeto, lo dejaba desnudo en la intemperie para que podamos verlo tal cual es, aunque ostente el ridículo título de marqués como premio a sus denodados méritos como funcional defensor de un sistema tan vil como despreciable que asesina y mata.
Decía también que parecen increíbles las casualidades que a veces ocurren en relación a la reivindicación de la Revolución cubana. Aquella activista que al día siguiente fue a la manifestación del 26 de julio con el pie vendado, y marchó junto a Charo López, Carlos Gabetta, Antonio Gades, Carlos Slepoy, Carlos Aznárez y miles de solidarios, es la que hoy escribe estas líneas agradeciéndole a Atilio Borón desde lo más profundo, por este libro que Vargas Llosa jamás se atreverá a discutir.
Fotos: Archivo personal de la autora.
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