Gerardo y Adriana, 5475 noches
Adriana Pérez, Foto AP |
Las
distancias duelen, el mundo lo sabe. Por lo general muchas veces también tienen
que ver con el amor. Definitivamente a kilómetros de distancia u horas de
vuelo, se quiebra o fortalece. Adriana, Olga, Irma, Elizabeth saben lo que es
dormir más de 5475 noches sin sus esposos, y eso sin contar los años
bisiestos. Hace ya 15 años fueron apresados por combatir el terrorismo, en
el “norte revuelto y brutal” descrito por Martí. Por preservar las vidas de 11
millones de cubanos René, Antonio, Ramón, Gerardo y Fernando
fueron nombrados espías.
No intento comparaciones cuando
pienso en las esposas, me quedaría cortísima si tratara de igualar mis adiós
por un ratico, mi beso de despedida con el de Adriana y mi abrazo de
reencuentro con el de Olga. Quedarían tan reducidos, minimizados. Visualizo
un concepto que sí quisiera igualar, el sentimiento recíproco, inequívoco y
espléndido que llena los corazones que laten al unísono aún en la distancia.
Busco en todas las páginas del mundo noticias sobre estas historias de amor
reales que terminarán en todos los casos con un final feliz.
Con 12 años conocí a Adriana Pérez,
esposa de Gerardo, y de ese encuentro conservo intactas sus palabras que
brindaban garantía a los incrédulos sobre el porvenir de su esposo. No sé,
quizás en su lugar yo hubiera claudicado.
El dolor debe ser insoportable
cuando se acercan fechas simbólicas para su relación. Probablemente para usted
que lee el 4 de junio solo es la víspera del día internacional del medio
ambiente, ni le pasa por la cabeza esa fecha. Para Adriana es otro cumpleaños
de su esposo con una distancia física que carcome hasta los pensamientos.
Quizás el 7 de noviembre por ejemplo
represente en su calendario uno más, en el de Adriana es probable que esté
marcado, justo ese día Gerardo logró un beso de la muchacha que había conocido
semanas atrás en la parada de La
Rampa , camino a la escuela.
Tres años parecen mucho tiempo para
mí que no espero. Adriana y Gerardo tuvieron que esperar esos 36 meses, después
de la detención de él para escucharse otra vez en la distancia que supone un
cable telefónico. ¡!!Y ya van 15, todavía no sienten de cerca la respiración
del otro!!!
Acaba un año y cada día más personas
de todas las latitudes se conduelen con esta causa, aparentemente la justicia
norteamericana no se entera y se mantiene de espaldas a un grito universal que
suma más decibeles cada día.
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