(Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado)
El Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel interviene en el XXIV Encuentro del Foro de Sao Paulo en La Habana. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate. |
Hermanos:
Nicolás Maduro Moros, presidente de la República Bolivariana de Venezuela;
Evo Morales Ayma, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia;
Salvador Sánchez Cerén, presidente de El Salvador, hacemos nuestras las convicciones por ustedes aquí expresadas;
Compañera Mónica Valente, secretaria del Foro de Sao Paulo;
Queridos expresidentes Manuel Zelaya, de Honduras; Kenny Anthony, de Santa Lucía; Martín Torrijos, de Panamá, exprimer ministro Denzil Douglas, de San Cristóbal y Nieves, y expresidente de Mozambique, Joaquim Chissano.
Delegados e invitados de los partidos miembros del Foro;
Representantes de movimientos y organizaciones sociales de izquierda de América Latina y el Caribe y otras partes del mundo;
Compañeras y compañeros participantes en el XXIV Encuentro del Foro de Sao Paulo;
Jóvenes latinoamericanos presentes:
Ante todo, reciban en nombre del Partido Comunista de Cuba, del Gobierno y el pueblo cubanos, nuestro fraterno y solidario saludo.
En julio de 1990, cuando muchos celebraban la caída o el fin del socialismo real y otros perdían la esperanza, como resultado de la ofensiva imperialista, neoliberal y hegemónica, surgió el Foro de Sao Paulo para unir y articular las fuerzas de izquierda, analizar los procesos que transcurrían y encontrar las vías de la defensa del socialismo en una nueva etapa histórica.
Hoy, en julio del 2018, 28 años después, ante la embestida de restauración capitalista y neoliberal que nos trata de imponer el imperio, una vez más nos convoca el Foro de Sao Paulo, que perdura, existe, está presente, con su papel indispensable como un protagonista político esencial en la región y un espacio para la concertación de experiencias y la construcción de alternativas políticas.
Y fíjense si el Foro vive, que aquí tenemos datos que son muy significativos: han participado en este encuentro 625 participantes de más de 51 países, más de 60 son parlamentarios; han participado 168 organizaciones; hay más de 120 delegados de las principales articulaciones de movimientos sociales del continente, y por primera vez el Foro de Sao Paulo se abre como un espacio de diálogo entre partidos y movimientos sociales, compromiso que debe mantenerse y las coordinaciones necesarias para darle seguimiento.
Por razones fundacionales, históricas y de sentimientos, recordamos y rendimos homenaje a Fidel y a Chávez (Aplausos).
También extrañamos la presencia de Lula, de Néstor y Cristina, de Correa, de Daniel y de Mujica (Aplausos).
Compañeras y compañeros:
Vivimos en una coyuntura internacional caracterizada por crecientes amenazas a la paz y la seguridad internacionales, guerras de intervención, peligros para la sobrevivencia de la especie humana y un orden económico internacional injusto y excluyente.
El mundo es devorado por el insaciable afán de lucro y por una criminal y frenética carrera armamentista. El planeta sobrevive asediado de incertidumbres y por el cambio climático que tiene como origen principal los patrones de producción y consumo insostenibles vinculados al desarrollo capitalista.
En este estado de crisis, el capitalismo globalizado trata de expandirse y ampliar su capacidad de enriquecimiento y apela a todas las acciones posibles para imponernos una plataforma colonizadora.
Los procesos que acontecen en América Latina son evidente expresión del renacimiento de estos planes. Intereses políticos y económicos tratan de impedir el ejercicio de la libre autodeterminación de los pueblos de la región; se acude nuevamente a la perversa Doctrina Monroe; injustas medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos y algunos de sus aliados se unen a la escandalosa injerencia de la OEA; la manipulación de los consorcios mediáticos, la prensa privada, las redes sociales como parte de la guerra no convencional, crean estados de opinión que provocan confusión y desaliento.
La historia nos enseña que cuando un proyecto revolucionario o social, justo y más humano se pone en marcha, a las lógicas y enormes dificultades que los cambios sociales generan se les suman de inmediato brutales presiones económicas, diplomáticas y hasta militares, respaldadas por intensas campañas mediáticas de desprestigio y difamación para castigar la osadía revolucionaria con la mayor suma de actos de agresión posible, incluida la amenaza permanente de invasión.
Tal es el precio que han pagado nuestros pueblos por desafiar las reglas del orden imperial.
Foto: José Manuel Correa
El actual gobierno de Estados Unidos, liderado por una línea discursiva y de acción muy agresiva en política exterior, muestra una tendencia beligerante y un desdén absoluto por las instituciones internacionales, aboga por el predominio de la fuerza por encima de la negociación, defiende a ultranza el hegemonismo, amenaza y castiga con sanciones a las naciones que no apoyan sus propuestas y se opone sistemáticamente a los acuerdos internacionales que tratan de atenuar problemas acuciantes para la humanidad.
Nuevamente la izquierda latinoamericana y caribeña se reúne para reflexionar sobre los problemas más apremiantes que enfrentamos y para diseñar estrategias de lucha frente a la agresión imperialista y sus aliados oligárquicos. Lo hacemos en un momento donde la ofensiva contra los procesos de cambio en la región aplica métodos de la guerra no convencional, lo que se pone de manifiesto en las acciones, que aquí condenamos enérgicamente, contra la Venezuela chavista, la Nicaragua sandinista, el Brasil de Lula y la Revolución democrática y popular de Bolivia encabezada por el hermano Evo Morales (que aquí condenamos enérgicamente) (Aplausos).
Se trata también de provocar rupturas mediante la acción de grupos o alianzas de la derecha en las revoluciones y en los mecanismos de integración regional como el ALBA-TCP, que en pocos años conquistara contundentes logros en materia económica y social, y en la Celac, en la cual la unidad dentro de la diversidad nos permitió aprobar la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz y se asumió el compromiso de desarrollar mecanismos de integración y colaboración política, económica y de solidaridad.
La izquierda se enfrenta al reto de salvar lo conquistado, de detener al neoliberalismo que se nos viene encima para tratar de borrar las conquistas alcanzadas por nuestros pueblos.
Entraña entonces enorme significación que dediquemos una plenaria especial en este Foro a debatir sobre el pensamiento del líder histórico de la Revolución Cubana, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien fuera artífice, junto a Lula, hoy en injusta prisión, de la creación del Foro de Sao Paulo (Aplausos).
Como mejor discípulo de José Martí, Fidel aprendió e integró a su conducta cotidiana la máxima de que el mejor modo de decir, es hacer, y así sobrevivió a su obra, pensó, organizó la Revolución, la encabezó, luchó, triunfó, le entregó la dignidad al país, forjó una obra emancipadora, estableció una esperanza para la humanidad, enfrentó resueltamente y de manera invicta al imperialismo y creció con su pueblo y su Revolución.
Esas son razones que explican por qué todos en esta sala hemos seguido con especial atención el testimonio y las ideas expuestas sobre el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz por cada uno de ustedes, amigos sinceros de Cuba. Agradezco a todos por el esfuerzo que han hecho para acompañarnos en este homenaje.
Fidel brillantemente conceptualizó la obra en el contenido expresado sobre la Revolución, ante nuestro pueblo, en ocasión de la celebración del Primero de Mayo, hace 18 años atrás. El pueblo cubano asumió y juró defender esa definición hasta las últimas consecuencias al rendirle tributo póstumo.
Fidel fue portador coherente de lo que representan la dignidad y el apego a la verdad; el desinterés y el humanismo; la modestia y el altruismo; el sentido de la igualdad y la disposición al sacrificio; la audacia y el heroísmo; el patriotismo y el internacionalismo como valores morales y políticos no solo fundamentales, sino definitorios de la conducta de quien pretenda, con libertad plena, aspirar a la condición de revolucionario en el sentido guevariano que lo entendemos nosotros, es decir, como un escalón superior de la especie humana.
Al explicarnos lo que es Revolución, o sea, «libertad plena», nos legó una síntesis de la experiencia histórica cubana en pos de lograr, a la vez, independencia, soberanía nacional y plena capacidad de autodeterminación como pueblo libre.
Trazó las coordenadas éticas y políticas que deberán presidir el complejo proceso de construcción del socialismo, justo a 90 millas del más brutal imperio de la historia, que persiste obstinadamente en barrernos del mapa político como país socialista.
Demostró con hechos convincentes que el «sentido del momento histórico» a la hora de tomar las más difíciles decisiones de política interna o externa, debe ir acompañado de la capacidad de «cambiar todo lo que deba ser cambiado», en aras de perfeccionar la obra emancipadora de la Revolución.
Nos alertó que una verdadera Revolución debe estar en capacidad de enfrentar, con esfuerzos propios, «poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional». Para Fidel esto sería imposible sin la participación protagónica, organizada y consciente del pueblo. Para él, como para José Martí, solo perdura la obra que un pueblo defiende y aprecia como propia. Creemos firmemente que así es; de otro modo, no estaríamos aquí.
Al fundamentar que Revolución es no mentir jamás, ni violar principios éticos, aportó una de las claves que explican por qué la generación fundadora de nuestra experiencia revolucionaria, 60 años después, posee toda la autoridad moral y política que se necesita para enfrentar los nuevos desafíos del desarrollo interno, así como las adversidades del escenario internacional que ustedes conocen perfectamente. Ella es estímulo moral y guía política segura para los que nacimos con la Revolución y ahora nos corresponde llevarla adelante.
El apego a la verdad y la ejemplaridad política y moral, preservado con rigor por la máxima dirección de la Revolución con Fidel y Raúl al frente, ayuda a comprender otra de las claves que explican por qué seguimos adelante: ambas características del proceso revolucionario cubano devinieron en fuentes de legitimación de sus líderes y dirigentes, pero también en exigencias que el Partido demanda a sus integrantes y que el pueblo nos exige a todos con absoluto derecho.
Foto: José Manuel Correa
Fidel nos recordó con especial énfasis que Revolución es unidad. Ella, en efecto, ha sido y es una de las claves para entender por qué hemos podido encarar con éxito agresiones externas de todo tipo, y también resolver, en estrecha relación entre el pueblo y la máxima dirección del país, los más sensibles problemas relacionados con la edificación del socialismo.
Revolución, aprendimos de Fidel, «es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo y nuestro internacionalismo».
Esta formulación nos remite directamente a la política externa de la Revolución Cubana, a los valores y principios que la han regido y rigen.
Abordar la política exterior de la Revolución Cubana es reconocer, en primer lugar, el papel desempeñado por el Comandante en Jefe Fidel Castro como su inspirador, arquitecto, conductor y ejecutor principal. En segundo lugar, supone rendir homenaje al pueblo cubano como actor decisivo en los éxitos que ella ha cosechado, no solo participando voluntaria y heroicamente en infinidad de misiones internacionalistas, civiles y militares, sino en la consolidación de la política interna revolucionaria.
Fidel siempre concibió las decisiones políticas desde posiciones de principio y a partir de valores morales no negociables, a la vez que evaluó con objetividad impecable la correlación de fuerzas y las exigencias políticas de cada circunstancia, tanto en el marco interno como en la cambiante arena internacional.
Preservar y consolidar esta proyección de nuestra política externa es misión fundamental del Partido, sobre todo cuando llegó el momento en que, como advirtiera el General de Ejército Raúl Castro, «…solo el Partido puede ser el digno heredero de la confianza depositada por el pueblo en el único Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, el compañero Fidel Castro».
La solidaridad y la cultura solidaria a ella asociada adquirieron en el marco de las luchas revolucionarias una dimensión adicional: la del internacionalismo, definido por Fidel como «la mejor esencia del socialismo». Esto lo confirmaron ejemplarmente el Che y cientos de miles de anónimos internacionalistas en la defensa de la libertad de muchos pueblos del llamado Tercer Mundo, y colaboradores en las zonas más pobres y necesitadas del planeta, así como los maestros y profesores que forman a profesionales del Tercer Mundo, los técnicos y constructores y miles de especialistas que han ayudado a salvar vidas o a mejorarlas en cientos de países.
Esta cultura de la solidaridad, nos hizo a los cubanos seres humanos más plenos.
Foto: José Manuel Correa
El antimperialismo, el internacionalismo y la defensa intransigente de la unidad con los países del Tercer Mundo y con toda causa justa, proyectaron a la Revolución Cubana ante el mundo con una identidad propia desde 1959. Esta identidad se fortalecerá cada día más. No tengan la menor duda de ello.
Desde los primeros días de 1959, la historia recoge los intentos y esfuerzos de Washington por aislarnos del mundo y, sobre todo, de nuestro entorno natural, América Latina y el Caribe, y también las victorias cubanas ante esta estrategia imperial.
La solidaridad brindada a los movimientos de liberación nacional de África, Asia y América Latina fue expresión del cumplimiento estricto del internacionalismo de la Revolución. Tal solidaridad se ejerce cuando más agredida y aislada estaba Cuba en el plano diplomático latinoamericano, fruto de las presiones de Washington. En los años 70, el apoyo militar masivo a Angola se da a un gobierno hermano que lo demandó de forma soberana. Fue, en consecuencia, un acto leal de internacionalismo con el agredido.
Estimadas compañeras y compañeros:
El contexto político y social de la región merece la coordinación urgente de todas las fuerzas progresistas de izquierda, para la construcción de una plataforma antihegemónica. La unidad de los partidos de izquierda y los movimientos políticos parece ser hoy la única salida.
La gran unidad continental de la izquierda y los movimientos progresistas sobre la base del respeto a las experiencias nacionales y sus protagonistas, debe ser un objetivo cardinal.
El ascenso de la derecha, incapaz hasta el momento de dar una salida digna y justa a los problemas sociales de nuestra Patria Grande, hace necesario volver al ideal integracionista del Comandante en Jefe y reconducir la lucha desde la unidad y la integración de las fuerzas políticas y los movimientos sociales, para concretar un plan de acciones construido entre todos y realizable. Ese es el mejor homenaje a Fidel.
Es la hora de pasar a la ofensiva consciente y organizada. Tenemos el deber de defender a Nuestra América. Hoy es necesaria la unidad para lograr una visión de conjunto de los problemas que enfrentamos y sus posibles soluciones mediante el debate del Consenso de Nuestra América y de Nuestra América en pie de lucha.
Para lograr la unidad de las fuerzas revolucionarias, y su incorporación a un programa que trascienda lo electoral y defina en cada uno de nuestros países los pasos para la toma del poder y la construcción de nuevas sociedades soberanas, con el mayor grado de justicia social posible, antimperialistas y solidarias; la concreción de un frente cultural y comunicacional antihegemónico que sume los esfuerzos de los gobiernos progresistas, de los partidos de izquierda y de los movimientos sociales.
Apoyar incondicionalmente y ofrecer firme respaldo a la Revolución, al gobierno bolivariano y chavista a la unión cívico-militar del pueblo venezolano y a su gobierno legítimo y democrático, bajo la conducción del compañero Nicolás Maduro Moro, que resiste el proceso desestabilizador y mantiene la iniciativa política y avanza en la defensa de las conquistas populares (Aplausos).
Fortalecer la convicción de que luchar por Venezuela es luchar por la integración de la región, por el respeto a la soberanía y la independencia de Nuestra América (Aplausos). La unidad es también necesaria para exigir el cese de la injerencia de la OEA en los asuntos internos de los países latinoamericanos; para condenar las amenazas que desde el exterior enfrenta el gobierno sandinista y solidarizarnos con el pueblo nicaragüense (Aplausos).
Reconocer y apoyar al Movimiento al Socialismo bajo la conducción del presidente Evo Morales (Aplausos), el cual avanza en la recuperación de las riquezas naturales y en función del mejoramiento de las condiciones de vida de la población, y constituye un pilar para la izquierda latinoamericana, la defensa de las culturas originarias y de los movimientos indígenas y populares (Aplausos).
Expresar nuestra solidaridad con el hermano pueblo brasileño que enfrenta el golpe parlamentario-judicial y el desmontaje de las conquistas sociales alcanzadas con los gobiernos del Partido de los Trabajadores. Llegue un mensaje fraterno a los compañeros Lula y Dilma frente al intento de inhabilitarlos judicialmente. ¡Lula debe ser liberado! (Aplausos y exclamaciones de: «¡Lula libre!» y «¡Viva el Presidente!»).
Unidad para ratificar nuestro apoyo al Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional de El Salvador y a su presidente Salvador Sánchez Cerén (Aplausos), quienes enfrentan la ofensiva desestabilizadora del imperio y sus aliados locales, que pretenden impedir el avance del proceso de cambios a favor del pueblo.
Unidad para apoyar el cumplimiento de los Acuerdos de Paz de Colombia, de La Habana, y las conversaciones entre el Gobierno colombiano y el ELN (Aplausos), conscientes de que solo la vía del diálogo y el respeto mutuo podrán garantizar la paz con justicia social, y contribuir al bienestar del pueblo colombiano (Aplausos).
Apoyar la justa causa del hermano pueblo puertorriqueño por su independencia y el cese de toda expresión del colonialismo en nuestro continente, causa bien representada aquí en este Foro por el luchador Oscar López Rivera (Aplausos y exclamaciones de: «¡Viva Puerto Rico libre!»).
Apoyar la histórica victoria del presidente López Obrador en la hermana tierra mexicana (Aplausos y exclamaciones).
Reclamar la devolución a Argentina de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur (Aplausos).
Ratificar la importancia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, de Unasur y de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, como expresiones de la voluntad de unidad e integración latinoamericana y caribeña (Aplausos).
Reafirmar la importancia para la lucha de nuestros pueblos de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, en la cual se ratifica el derecho inalienable a escoger su sistema político, económico, social y cultural (Aplausos).
Ofrecer solidaridad a los pueblos de Palestina, Siria y de la República Saharaui (Aplausos).
Aprender a emplear más y mejor las posibilidades de la tecnología para inundar de verdades los infinitos espacios del planeta internet donde hoy reina la mentira. Nos corresponde ser más creativos en la difusión de nuestras verdades para enfrentar a nuestros adversarios, quienes han sido hábiles para mentir, tergiversar y silenciar la obra revolucionaria (Aplausos).
Reiterar el apoyo incondicional a la lucha por la justicia social y el bienestar de los seres humanos sin distinción, en cualquier parte del mundo, y nuestra voluntad de compartir lo que tenemos. Ese es el espíritu revolucionario que nos legó el ejemplo imperecedero de José Martí, el Che Guevara y Fidel, continuado por el compañero General de Ejército Raúl Castro Ruz (Aplausos).
Unidad también para reclamar el levantamiento del criminal bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos contra Cuba (Aplausos), principal obstáculo para nuestro desarrollo económico, y demandar la devolución del territorio ilegalmente ocupado, contra la voluntad del pueblo cubano, por la Base Naval norteamericana en la oriental provincia de Guantánamo (Aplausos).
Compañeras y compañeros:
Un balance crítico de la realidad latinoamericana y caribeña nos permite afirmar que pese a todos los esfuerzos del imperialismo yanqui, se mantiene la llama de la rebeldía en la Patria Grande, de Bolívar y de Martí (Aplausos).
Este encuentro ha ratificado la permanente presencia del legado de Fidel, Chávez y el Che en nuestras luchas (Aplausos).
Los homenajes tributados al Comandante en Jefe y al Guerrillero Heroico fortalecen nuestro compromiso con la construcción de un mundo mejor.
En Cuba no hay ni habrá giros capitalistas, ni concesiones de ningún tipo a los que, de mil modos diferentes, buscan alejarnos de las históricas posiciones internacionalistas de la Revolución. Subrayo esto y pido que se entienda como un juramento solemne ante Fidel (Aplausos).
Deseo concluir con estas ideas y convicciones, que les comparto pensando en Fidel, en el Che y en Raúl, conductores de la política internacionalista, antimperialista y unitaria de la Revolución Cubana.
Solo esperen de nosotros esfuerzos y decisiones al amparo de luchar, unir, sumar, multiplicar, organizar, combatir y triunfar. ¡Jamás habrá espacio para dividir ni flaquear!
La Cuba revolucionaria y socialista, fidelista y martiana, no cederá en sus posiciones antimperialistas (Aplausos).
La Revolución Cubana mantendrá en alto sus principios de solidaridad e internacionalismo.
¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!
¡Hasta la Victoria Siempre!
(Ovación)
Un gusto.
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