El cimatólogo Jean Jouzel recuerda la urgencia de luchar contra el cambio climático con ocasión de la publicación del informe del GIEC [Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la Evolución del Clima, o IPCC, en inglés].
Cuatro años después de su último informe, el GIEC publica una nueva valoración del calentamiento climático en curso. Jean Jouzel, que ha sido durante largo tiempo vicepresidente del grupo científico, hace sonar una vez más la alarma. Lo entrevista Sebastian Billard para el semanario L´Obs.
El último informe del GIEC se preocupa por la situación cada vez más degradada del clima del planeta. ¿Una vez más?
Hace treinta años que los científicos alertan acerca del calentamiento del planeta y, sí, por desgracia, lo vieron correctamente. Hoy empezamos a percibir concretamente los primeros efectos de este fenómeno. No sólo todo resulta conforme a lo que se había previsto sino que, además, los fenómenos que se observan actualmente (intensificación de las sequías, huracanes…) no son nada comparados con lo que nos espera en los próximos años.
¿Lo peor está, por tanto, por llegar?
Sí, en un tiempo no muy largo…Hay que tener bien claro que el cambio climático, de aquí en adelante, no concierne a las “generaciones futuras”, sino verdaderamente a los jóvenes que han nacido ya. Para evitarles a estos jóvenes un clima en el cual les resultaría difícil vivir, estimo que no nos quedan más que tres años para invertir la curva de las emisiones de gases de invernadero. No tenemos derecho a quedarnos de brazos cruzados. Nuestras generaciones dan pruebas de un gran egoísmo.
¿No está usted harto de hacer sonar – en vano – el timbre de alarma desde hace tantos años?
En realidad, estaba bastante optimista tras la firma de los acuerdos de París. Tenía la impresión de que estaba a punto de ponerse en marcha un círculo virtuoso. Pero la retirada de los Estados Unidos ha sido un jarro de agua fría. Es difícil reclamar a todos los países un esfuerzo cuando el segundo país emisor abandona el barco.…
Francia misma no adopta totalmente su papel en esta lucha. Emmanuel Macron se ha hecho cargo del acuerdo de París a escala internacional, lo cual está muy bien. Pero haría falta que fuera igualmente motor en este asunto a escala europea y que Francia fuese más allá de los discursos.
Hay demasiados sectores en los que nuestro país no respeta siquiera los objetivos que se ha fijado, sin embargo, en la Ley de Transición Energética de 2016. Se aprueban textos formidables, pero no se respetan. El problema de la lucha contra el calentamiento es que siempre hay otras prioridades.
¿Qué habría que hacer?
Con Pierre Larrouturou, militamos a favor de un pacto entre las finanzas y el clima. Durante la crisis financiera se puso un billón de euros sobre la mesa para salvar a los bancos a escala europea. Proponemos que se movilice ese mismo montante – es decir, el 2% del PIB europeo – para salvar el clima.
Este pacto se financiaría mediante la creación de moneda y un impuesto a los beneficios de las empresas, y deberá permitir dividir por cuatro las emisiones de CO2 y crear empleos en los sectores de la transición ecológica. Las tecnologías, ahora mismo, existen. Hace falta sólo que los Estados retomen el control.
¿Debe Francia dar ejemplo?
Sólo a escala europea tiene sentido este combate: las emisiones francesas representan menos del 1,5% de las emisiones mundiales, mientras que Europa supone el 10% de esas emisiones mundiales. Nuestro continente debe mostrar el camino. Por otro lado, estoy convencido de que el país que tome el liderazgo de la transición ecológica será la verdadera potencia de mañana. Me encantaría que fuera Europa, que tanto carece de grandes proyectos. Pero si no se hace nada, me temo que será más bien China.
¿No hay que revisar nuestro modo de desarrollo, como sugirió Nicolas Hulot, al anunciar su dimisión [Hulot, ministro para la Transición Ecológica del gobierno Macron renunció a fines de agosto ante la falta de avances en materia medioambiental]?
Nicolas Hulot tiene razón: hay que cambiar la manera en que nos desplazamos, la forma en que nos calentamos, el modo en que nos alimentamos…Es, de modo más general, el modelo en el que se basa el comercio mundial el que, a mi entender, representa el problema: las reglas de la OMC [Organización Mundial del Comercio] tienen como objetivo maximizar los intercambios, mientras que haría falta tender hacia una relocalización de las actividades.
No es a un mundo sin carbono al que nos conduce de momento el capitalismo. Y resulta todavía más problemático que no seamos todos iguales frente al cambio climático: los países más vulnerables a la elevación de las temperaturas son los países que están entre los más pobres. Y en los países desarrollados occidentales, las poblaciones más vulnerables son, asimismo, las más pobres.
Jean Jouzel es glaciólogo y climatólogo francés, especialista en cambio climático sobre la base de su análisis de la masa de hielo de la Antártida y Groenlandia, ha sido vicepresidente del GIEC desde 2002.
Fuente: del GIEC desde 2002. L´Obs, 8 de octubre de 2018
Traducción: Lucas Antón
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