El sitio Diario de Cuba publicó hoy un trabajo de José Prats Sariol, titulado “La nueva disidencia cubana” en el que trata de impostar una cuestionable matriz de opinión: el gobierno cubano “enfrenta ahora, tras los acuerdos Obama-Castro, una mayor disidencia proveniente de sus propias filas, de los cuadros intermedios y de base, tanto de la burocracia estatal como del Partido Comunista y sus adeptas organizaciones sociales.”
Como la guerra ideológica se sostiene en rumores, falsas especulaciones, fabricación de hipótesis especulativas y tendenciosas, no es de extrañar que el autor trate de sembrar confusión con respecto a cómo ven nuestros cuadros el actual proceso de acercamiento entre EEUU y Cuba.
Las falsedades son fácilmente detectables:
● Supuesto y exclusivo beneficio de lo que identifica como la “casta gobernante”, en detrimento de quienes hicieron la Revolución, incluyendo antiguos guerrilleros y otros héroes de las bases populares, así como en pueblo en general.
Al respecto puedo declarar que, con raras excepciones de funcionarios gubernamentales implicados en corruptelas y en un olvido de la humildad – de los que aún existen casos que se combaten a diario-, la Revolución ha procurado como principal bandera, aún dentro de las grandes limitaciones, mejorar el bienestar de pueblo en materia de salud, educación, poder adquisitivo y otros beneficios sociales. En este sentido, en Cuba los cambios nunca traerán las profundas brechas sociales que se manifestaron en los países del desaparecido campo socialista.
● Más funcionarios administrativos y políticos —multiplicados por sus familias—corren hoy a entrar en el sector privado o cooperativista.
Es cierto que este proceso de acercamiento entre ambas naciones puede despertar en nosotros ciertas expectativas sobre el futuro, pero nunca se ha manifestado, ni se manifestará, como trata de impostar el autor, una desbandada de los revolucionarios hacia la comodidad de una actividad privada, haciendo dejación de nuestros compromisos con la Revolución y de nuestra militancia política.
Nunca para nuestro pueblo la pertenencia al Partido y a la UJC será un estigma, ni lo hemos visto como forma de escalamiento dentro de la sociedad. Militar en estas organizaciones más que privilegio será aún más compromiso y lealtad, cosas que un ideólogo capitalista nunca podrá comprender a partir de su mentalidad consumista y su percepción individualista.
● Diestros y zurdos en el arte de la oportunidad —exige dotes teatrales a cada momento—, por lo general tienen menos ingenuidad que un croupier de Las Vegas. Y ya no son ratones —los primeros que abandonan el barco—, porque en realidad son miembros de la tripulación, hasta oficiales de segundo rango.
Es cierto que los retos para nuestro pueblo y la dirección del país son enormes en este nuevo escenario. Varios, habrá, no lo niego, permeados por el oportunismo, que traten de abandonar y desentenderse de nuestras convicciones y principios. Pero no serán la mayoría.
Esos oportunistas que aún conviven entre nosotros, a los que pueden impresionar los cantos engañosos del capitalismo, son la base futura del pretendido cambio institucional en Cuba que pretende desarrollar el imperialismo. Empero, la mayoría del pueblo –moldeado en décadas de sacrificio, apegado a los principios más puros de la Revolución y sabedor de las diferencias sociales exclusivas que genera el capitalismo-, le permanecerá fiel a la humildad, al desinterés individual y al socialismo.
● Con una señal de peligro: el mismo sector intermedio, pero en el Ministerio del Interior y en el de las Fuerzas Armadas, donde las especulaciones y los recuerdos de que Batista apenas era un sargento —lo esencial de la historia suele repetirse—, abren incógnitas.
En este sentido ya comienzan a aparecer señales innegables dentro de los enemigos de Cuba de usar a nuestras instituciones armadas como posible sujeto de cambio, olvidándose que las mismas son parte indisoluble del nuestro pueblo. Ni uno solo de nuestros oficiales busca el estrellato a costa de la traición y a renegar de su Partido y de la Revolución.
La idea de realizar un remedo de Egipto en Cuba, usando a las fuerzas armadas para propiciar la ruptura del orden institucional es y será una mera utopía.
Tenemos bien claro que EEUU tratará a toda costa -haciendo dejación de los grupúsculos intolerantes que hoy sostienen una desenfrenada guerra ideológica anticubana, así como de los mercenarios internos vendidos por sucio dinero-, de buscar dentro de nuestra patria a personas nuevas como protagonistas de un cambio institucional. Para EEUU, no lo dudo, los contrarrevolucionarios externos e internos siempre serán fichas descartables y nunca podrán materializar sus ansias presidencialistas en un futuro. Solo la unidad de nuestro pueblo podrá destruir estas pretensiones.
Sépanlo, señor José Prats Sariol y DDC, que son pocos los oxidados y los amantes a dudosas aperturas. Tampoco hay miedo en nosotros y jamás pactaremos alianza alguna con quienes tienen las manos manchadas de sangre a causa de sus vínculos con el criminal terrorismo contra nuestro pueblo o con quienes se han vendido a nuestros enemigos. No es nuestro espíritu igual al de los traidorzuelos que posan en fotos con viejos terroristas o reciben premios de ellos con una inescrupulosa sonrisa.
El pueblo cubano confía en la dirección de nuestro país.
Percy Francisco Alvarado Godoy
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