Ha muerto Carlos Slepoy, abogado impulsor de la querella argentina contra los crímenes del franquismo y de la acusación popular contra el dictador Videla
Tenía el optimismo del militante perseverante que sabe que para recorrer el camino es preciso creer en la posibilidad de un final productivo
Las incontables pequeñas y grandes acciones de Carlos Slepoy han contribuido a un futuro con espacio para los derechos humanos y la justicia
Carlos Slepoy, en su foto de Twitter. |
Los teléfonos de
muchos familiares de víctimas de la dictadura argentina, chilena o española
echaban humo esta noche con mensajes de condolencia. Se ha ido Carlos Slepoy
-Carli para los amigos- un abogado valiente y perseverante, impulsor de la
querella argentina contra los crímenes del franquismo, abogado de la acusación
popular en el juicio contra Pinochet o contra el exmilitar argentino Adolfo
Scilingo, participante también en los juicios contra los dictadores Ríos Montt
o Videla.
Anoten bien su
nombre. Quizá no sea objeto de homenajes oficiales ni de luto institucional,
pero Carlos Slepoy trabajó por la justicia universal, por la memoria y por las
víctimas de las dictaduras mucho más que algunos Estados democráticos incapaces
de escarbar en su pasado. Puede que alguno de ustedes le viera alguna vez en
una protesta contra la impunidad del franquismo, o a las puertas de la
Audiencia Nacional, celebrando con las víctimas de la dictadura chilena o
argentina.
Anoten bien su
nombre, porque se trata de un hombre valiente. Un hombre que supo de la
naturaleza de los regímenes represores, no solo porque ejerció como abogado
especializado en estos asuntos, sino porque él mismo sufrió la dictadura
argentina. Fue encarcelado dos semanas antes del golpe de Estado argentino, en
marzo de 1976, y pasó por varias prisiones antes de ser condenado al exilio.
Aquí en España, ya
como abogado, un policía ebrio le pegó un tiro por la espalda en 1982, hiriéndole gravemente.
Las secuelas de aquellas heridas le persiguieron de por vida y le condenaron a
pasar parte de su tiempo en silla de ruedas. Pero ni eso, ni los compañeros
desaparecidos en Argentina, ni los obstáculos encontrados en su empeño por
defender los derechos humanos le hicieron desistir:
“La vida de una
persona, su memoria, [sonreía haciendo hincapié en la palabra memoria] influye
mucho en lo que hace”, decía.
Los ojos de Carli,
llenos de verde y de vida, chispeaban con fuerza cuando hablaba de los derechos
humanos y de la necesidad de la justicia universal. Sus trabajos en los juicios
contra Pinochet, contra el exdictador de Guatemala o contra el exmilitar
argentino Adolfo Scilingo, al que la justicia española condenó a 1.084 años de
prisión por crímenes contra la humanidad, le valieron reconocimiento
internacional.
Las paradojas de la
vida le llevaron hace unos años a recorrer el camino inverso a su exilio: de
Madrid a Buenos Aires, para interponer allí una querella contra los crímenes
del franquismo que sigue viva a día de hoy y que ha devuelto dignidad y
esperanza a muchos familiares de las víctimas.
“Presentamos esta
querella como consecuencia de la escandalosa paralización de los procedimientos
judiciales en España”, explicaba entonces.
Entre los acusados en la misma se encuentran el torturador “Billy el Niño”,
Martín Villa o el suegro de Gallardón.
Los últimos años de
Slepoy se centraron en recoger testimonios, documentar y trabajar con y para
las víctimas del franquismo y sus familiares. En su casa madrileña acumulaba
archivos, informes, datos. Tenía el optimismo no del ingenuo, sino del
militante que sabe que para recorrer el camino es preciso creer en la
posibilidad de un final productivo. Una vez le pregunté por ello en su casa:
“Como todo el
mundo, tengo sinsabores en estas historias. Aún así, en la medida en que uno
siente que aporta no necesita una especial cuota de energía”, respondió con
evidente humildad, porque es mucha la fuerza precisa para hacer lo que él
hacía. Hace un tiempo me pidió que le
ayudara a crear una cuenta en Twitter. Cuando le pregunté qué foto poner, me
dijo: "Escoge una en la que esté sonriente, que está bien que a uno le
vean contento".
Denunció siempre
que el obstáculo para juzgar el franquismo en España no es judicial, sino
político, y mantuvo la esperanza en que algún juez español anulara algún día la
ley de amnistía para juzgar los crímenes de la dictadura: "Yo creo
que en algún momento eso va a ocurrir, empezará a haber jueces que se atrevan,
porque la ley de amnistía no puede amparar crímenes contra la humanidad. En
España hubo una planificación para perseguir a determinados grupos de la
sociedad, para dar origen a un país diferente. Y lo consiguieron en gran
medida. Eso es un genocidio”.
El historiador
estadounidense Howard Zinn escribió que las incontables pequeñas acciones de la
gente desconocida son las que llevan a grandes momentos de cambio histórico. No
cabe duda de que las incontables acciones de Carlos Slepoy han contribuido a un
futuro con espacio para los derechos humanos y la justicia.
La última vez que lo vi, hace unos meses, ya enfermo, mientras le
preguntaba por cuestiones de salud en su casa, él me respondía con nuevas ideas
que tenía para dar fuelle a la querella argentina.
Carli nos deja muy
huérfanos, pero con la certeza de que son muchos los que recogerán su testigo y
proseguirán el trabajo en defensa de los derechos humanos, para que la historia
no repita sus capítulos más siniestros. Como él mismo diría, con ese brillo
suyo en los ojos, quizá mañana podamos preparar una nueva acción que nos lleve
a un nuevo camino para terminar con la impunidad, porque el reloj continúa.
Sigues entre nosotros, Carli. Cuánto te queremos.
17/04/2017 - 22:37h
l
http://www.eldiario.es/zonacritica/Anoten-Carlos-Slepoy-Derechos-Humanos_6_634196612.html
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