Últimamente se ha hablado hasta el cansancio de que en Argentina y también en otros países latinoamericanos están en pugna permanente dos modelos de país. Uno el ligado a los que saquean el país en complicidad con agentes externos vinculados a las multinacionales y por ende, al gobierno de Estados Unidos y de la Unión Europea. Y otro modelo, generado desde las reivindicaciones sociales y políticas de los más humildes, de trabajadores y trabajadoras, de los estudiantes, de los pequeños y medianos empresarios.
No es un división inventada ni setentista o noventista, sino que responde a la realidad de la foto que este jueves vivió la Argentina de punta a punta. En el mismo instante que el país se hallaba paralizado, que las calles mostraban un aspecto totalmente desusado para un dia de semana, en que no funcionaban ni omnibus, ni taxis ni aviones (hace décadas que el Aeropuerto Internacional de Ezeiza no cierra sus puertas como ocurrió en esta ocasión), el presidente Mauricio Macri inauguraba el Foro de Mini-Davos (variante latinoamericana del Foro Económico Mundial) y en una clara demostración de que el gobierno es sólo para los ricos, se complacía porque allí, en pleno centro del ultraelitista Puerto Madero “estaban todos trabajando”. A partir de ese mal chiste, todo lo que salió de su boca fueron lisonjas y obsecuencias para los mil “ilustres” visitantes, todos ellos vinculados a países y empresas que saquean y devastan todo lo que se les pone a mano.
Como Menem en los 90, que creía que la Argentina era un país del primer mundo, Macri 2017 habla de “la cuarta revolución industrial para una Latinoamérica inclusiva”, siguiendo el libreto que Washington impone a sus obsecuentes discípulos. ¿Se lo creerá o quiere ponerse a tono con sus “colegas”?
Puertas afuera de ese festival para los ricos del mundo, se escuchaban gritos, maldiciones, y hasta estribillos que demostraban que el Presidente está peleado indefinidamente con la verdad “que es la única realidad”. Afuera estaba el paro, Macri, el que usted dice que no existe porque sus secuaces del mini-Davos están “trabajando”. Precisamente esos personajes de trajes oscuros y rostros de nada o menos que nada, que no dudarían en rociar de glifosato o destruir territorios enteros para fortalecer sus ganancias en el “mundo subdesarrollado”, no parecen los mejores consejeros.
Los que sí realmente trabajan de sol a sol, pararon con todo. Con la rabia acumulada por los despidos, por los tarifazos, por la falta de paritarias, por el maltrato permanente de empresarios, de jerarcas sindicales burocráticos y de los propios gobernantes. Por lograr que los maestros y maestras puedan volver a clase con la satisfacción de haber logrado un salario justo. Los de afuera de su círculo cerrado, pararon para que se entere el mundo que Macri miente como Clarín, La Nación y el Canal Todo Noticias, sus aliados de todo momento.
Pararon porque no se aguanta más la angustia de no llegar a fin de mes, de comer a veces una sola vez al día, de estar sitiados en los barrios por policías y gendarmes, de ser invadidos violentamente por estos, como ocurrió hace una semana en el comedor infantil “Cartoneritos”, donde niños y niñas fueron golpeados y gaseados.
Esa es la realidad que quieren cambiar los de abajo, con el handicap de que lo intentan por vías pacíficas y con una paciencia digna de mención. Pero Macri no quiere entender cuando le advierten “Pará la mano”. Al contrario, amparado en las recomendaciones de su ministra y de su Secretario de Seguridad, Patricia Bullrich y Eugenio Burzaco, pretende doblegar las protestas con mano dura, con represión y con el despliegue de miles de uniformados de la Gendarmería, la Prefectura y las diferentes policías que habitualmente están preparados para atropellar a los más débiles.
Así como el paro general fue la nota del día, también lo fue el gigantesco despliegue de “robocops” armados para ir a una guerra. ¿Contra quien? Contra los que se manifiestan totalmente desarmados, igual que ocurre con los palestinos frente a los soldados de Israel, un país ocupante de otro que cuenta con muy buenos amigos en el actual gobierno macrista.
Miles de gendarmes rodearon los piquetes de la autopista Panamericana y del Puente Pueyrredón en las entradas de Buenos Aires, atacaron a los manifestantes, golpearon a automovilistas y rompieron a culatazos vidrios de un vehículo. Lo hicieron por orden de Bullrich y Burzaco cuando no ocurría nada que lo justificara. Sólo para disciplinar, para mostrar que tienen la fuerza y la sartén por el mango. Pero los que luchan no se arredran por un palazo más o menos ni por ahogarse cada tanto con los gases tóxicos que tiran estos siniestros personajes, sino que se preparan para nuevas ocasiones reacios a cualquier propuesta que los convoque a seguir poniendo la otra mejilla. Ya está bien de aguantar provocaciones, piensan.
Finalmente, un párrafo para los jerarcas del triunvirato sindical de la CGT, que expresaron en conferencia de prensa que el paro lo hicieron “ellos y nada más que ellos”, condenando de paso a los movimientos sociales y agrupaciones de izquierda. Defenestrando con altanería a gente humilde y de a pie que cumplieron un paro activo, como los de la Central de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), cuya Corriente Gremial 19 y 20, entre otras, marchó por La Boca, cortó el Puente Avellaneda y tambien gritó sus verdades en La Matanza, en La Plata y en Marcos Paz. O como los trabajadores y trabajadoras de la lista obreras del PTS, Izquierda Socialista el Partido Obrero o el Frente Popular Darío Santillán y tantos otros que aguantaron a pie firme en decenas de piquetes. A todos estos hijos del pueblo, los volvieron a “macartear” los “gordos” y “semigordos” del sindicalismo. Ellos, precisamente, que fueron al paro general porque se lo arrancaron las bases. Está claro que de ese triunvirato poco se puede esperar, lo que no significa que en esa CGT no existan numerosos gremios que sí están decididos a enfrentar al neoliberalismo macrista como lo demostraron este jueves. Diferente tono y práctica tuvieron los dirigentes de las dos CTA, cuyas definiciones sobre el paro y su cumplimiento total reflejaron verídicamente lo sucedido y a diferencia de sus colegas cegetistas hablaron de la necesidad de poner en marcha un plan de lucha.
“Pará la mano Macri”, porque los más pobres están cabreados y los más ricos están acostumbrados a hacer de la voracidad por el dinero un estilo de vida plagado de deslealtades y traiciones. Este jueves hubo señales claras de que el otoño promete ser caliente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario