Además de la era de Chavez, la realidad desde el río Bravo a la Patagonia era dramática, eran las épocas del pensamiento único, del neoliberalismo y, de lo que algunos llamaban “ capitalismo salvaje “, según la INICEF , este organismo, afirmaba la existencia de 180 millones de pobres en la región; en México la pobreza extrema afectaba a 18 millones; en el Perú 8 millones 600 mil pobres y, en Venezuela 16 millones. En Haiti, la mortalidad infantil era de 106 niños por cada mil y, el sistema de salud contaba con una cama por cada mil 258 habitantes y, el analfabetismo era del 50%
Esta realidad y este avance de la derecha, produce en la izquierda Latinoamericana un reto enorme, en la búsqueda de un modelo de estado alternativo, con un proyecto económico democrático y, una propuesta de una Latinoamérica integrada con contenido democrático y popular.
Esta izquierda debe ser capaz de trabajar y conformar una identidad colectiva, para romper con lo que Focault llamó : “ la gobernamentalización del estado”. Tenemos que actualizar nuestro compromiso de hacer habitables nuestras fuerzas políticas y sociales, eliminar el burocratismo, renovar permanentemente sus órganos de dirección, actualizar su oferta política; necesitamos desterrar la negativa percepción que tiene la ciudadanía de la política, los políticos y los partidos. Ser capaces de construir en la diversidad, con un denominador común, lo que constituye una riqueza extraordinaria , un enorme potencial para el impulso de las luchas de nuestros pueblos, en busca de la satisfacción de sus viejo y nuevos anhelos.
Hemos vivido en los últimos años, disímiles visiones de la política, la economía y la democracia, con procesos que aunaban a nivel continental pero, con procesos de construcción muy diferentes; son los casos de Venezuela y Brasil, como un ejemplo o, Venezuela y Argentina, o Bolivia, Ecuador y Venezuela versus Argentina y ni que hablar, versus Chile o Perú. En el mejor de los casos con una concepción minimalista de la democracia, que poco tienen que ver con la que nos legaron pensadores como Platón hasta Marx, pasando por Troqueville y muchos otros mas. Nos hemos encontrado con fuerzas progresistas en el continente con concepciones shumpeterianas, que reducen la democracia a una cuestión de método, a expensas de las formulaciones clásicas, en las cuales la democracia antes que un método para formar un gobierno, es una condición de la sociedad civil. Se construyó un estado benefactor populista que, cobijado en el discurso de lograr una mayor distribución del ingreso, impuso un esquema paternalista, donde no resolvió el abismo existente entre ricos y pobres y, con un crecimiento geométrico de la corrupción.
Los retrocesos producidos en el continente en estos últimos tiempos, Brasil, Argentina, Uruguay, la misma Venezuela , con economías florecientes en su momento, producto de las exportaciones de materias primas sobre todo a China, donde en todos estos nuestros países se durmieron en los laureles y, no diversificaron sus sistemas productivos y, ante la baja en el mercado internaciones de sus producto, petróleo, cobre, soja, etc., hoy producen una crisis severa a nuestras naciones , por otro lado, por que la democracia no salió nunca del imperio del mercado.
La democracia no convive pacíficamente con los extremos en la economía y en lo social, la generalización de la pobreza extrema y, su contraparte , el fortalecimiento de la plutocracia, son incompatibles con un funcionamiento efectivo de la misma. Cuando los pobres se transforman en indigentes y, los ricos en magnates , sucumben la libertad y la democracia. La primera no puede sobrevivir allí donde uno este dispuesto a venderla por un plato de lentejas y, otro disponga de la riqueza suficiente para adquirirla a su antojo; la segunda se convierte en un rito farsesco privado de todo contenido.
Debemos construir las ideas fuerza, capaz de movilizar a vastos sectores de la sociedad civil ene sus luchas y reivindicaciones, construir una utopía positiva, esencial en cualquier proyecto de transformación social; debemos plantearnos radicalmente los términos de la cuestión democrática, aquellas libertades, derechos y garantías individuales que, siguen siendo condiciones necesarias para una democracia socialista, por que nuestros pueblos pugnan por nuevas y mas fecundas formas de participación y de construcción de poder político. La democracia protectora de los derechos individuales, requiere de nuevos contenidos de tipo económico y social, tendencialmente incompatibles con la sociedad capitalista y, de los cuales emana una concepción participativa de la democracia, son la cual la figura del ciudadano queda despojada de toda su dignidad y eficacia.
Hoy, vivimos una ofensiva del imperialismo y las derechas en A. Latina, la cual es brutal, manifestándose en todos los órdenes ; desde el punto de vista ideológico, hasta la utilización de la gigantesca maquinaria de publicidad que esta a su servicio, a los efectos de presentar las cosas al revés. La derechización del clima ideológico en el continente, trae consigo la exaltación del mercado, cerrando los ojos a los resultados catastróficos del pasado reciente, la satanización del estado, nuevamente , nos venden la ilusión tan descarada desde la derecha de la erradicación de la pobreza , vía la economía de mercado algún día llegar a los diáfanos cielos del desarrollo. El camino que nos proponen las derechas hacia el primer mundo no es otra cosa que un mito, hábilmente manejados por las clases que detentan la hegemonía en el sistema capitalista internacional.
Se nos vende la iniciativa privada como la esfera de la eficiencia, amputándole al estado todas sus potencialidades transformadoras; intentando asegurar la reapropiación de las empresas estatales y los servicios públicos mas rentables, modificando sustancialmente y de manera decisiva, la correlación entre el mercado y el estado, cerrándole el paso a cualquier proceso transformador.
No hay dudas que el impulso de las luchas populares, en Argentina especialmente a partir del 2001, se constituyera un estado intervencionista , redistribuyera ingresos, legislara la asignación universal por hijo y tanto otros derechos que nadie puede negar, bienes y servicios, a los cuales jamás el pueblo habría accedido si hubiera tenido que esperar los beneficios del mercado; sin embargo, con todo ello no alcanzó, no se profundizó el modelo y, no se radicalizó la democracia.
Desde Russeau hasta Marx, se reivindica la potencialidad transformadora de la democracia, por cuanto despliega la iniciativa y creatividad de grandes núcleos sociales; en esta concepción la democracia no se limita a la libertad para elegir, conforme a determinadas reglas de juego, sino que garantiza el derecho a organizarnos luchar e influir en la organización del estado y, a dirigirlo; esta democracia plebeya, no se puede detener ante la propiedad privada de los capitalista, los terratenientes y el mundo financiero, dado que estos nuevos gobiernos de derecha plantean una reestructuración económica y la desestructuración social, debilitamiento de derechos sociales institucionalizados y, el mercado como ámbito de acumulación capitalista y de la competencia despiadada de todos contra todos; encubren el despotismo del estado sobre la sociedad y, encubren el despotismo del capital, convertirán derechos sociales, educación, salud, vivienda, luz, gas, teléfonos, transporte, en servicios pagados, en objetos del mercado.
Debemos construir una democracia no solo desde abajo, sino la democracia de los de abajo, para replantear el profundo problema de la alternativa; hoy se hace necesario realizar un nuevo esfuerzo teórico , político y de conciencia que nos permita darnos cuenta que los problemas individuales que tiene cada uno, son problemas sociales, son problemas de muchos, son nuestros problemas; pero también tal cual el siglo XVIII llevó a los filósofos a elaborar los grandes sistemas, y culminó, en el siglo XIX con los sistemas de Hegel y Marx; hoy corresponde también a una gran corriente de análisis de sistemas complejos que vincula los elementos conceptuales y empíricos, cualitativos y cuantitativos. Corresponde por tanto, un gran proyecto civilizatorio de la unidad en la diversidad
Hoy, la experiencia mas fuerte esta asociada al clientelismo y, a la democracia “ representativa “, de arriba para abajo; solo una conducta incuestionable por parte de la izquierda, puede volver a reconstruir espacios para la utopía.
El sujeto, es posibilidad de ser y, para que pueda ser, debe representar una opción de poder y de transformación.
Abrazos para todos.
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