jueves, 11 de junio de 2015

Los Medios de Comunicación Social: ¿Un antídoto contra la mensajería monocromática de los principales medios de comunicación? | Ventana Política

10 de junio, 2015 

Ventana Política había solicitado este artículo previo a la Conferencia Internacional #TIChabana2015. Lamentablemente no se pudo garantizar su traducción oficial en el tiempo previsto. No obstante, por la actualidad de los temas que aborda, lo recomendamos a nuestros fieles seguidores, a quienes deseamos una provechosa y muy instructiva lectura.

Un saludo a todos los participantes en esta importante conferencia internacional sobre "Los Nuevos Escenarios de la Comunicación Política en el Ámbito Digital - 2015", especialmente a   aquellos que han tenido la gran suerte de estar  en La Habana.

Si es su primera vez en Cuba, tienen que haber experimentado ya, sin duda alguna, los miles de soldados armados con armas automáticas deambulando por las calles de La Habana, la supresión de las discrepancias en cada esquina y en cada conversación; los tanques del ejército retumbando a través de los barrios en ruinas, intimidando a los residentes intranquilos para evitar que se levanten en justa rebelión contra el régimen represivo de su país; los hombres empobrecidos, asustados, las mujeres y los niños en las calles de la capital intimidados de tal manera por sus amos dictatoriales que no pueden hacer contacto visual, y ni qué hablar de conversaciones con un extraño ...

Estoy bromeando, por supuesto. Hay pocas capitales nacionales en el mundo tan animadas y llenas de vida como La Habana - sin olvidar lo segura y acogedora que es para los extranjeros.

Pase un rato en La Habana Vieja, donde disfrutará el ambiente colonial español y la historia revolucionaria cubana al mismo tiempo, junto con lo mejor (y lo peor) del turismo mundial en medio de una ciudad vibrante, una comunidad viva de cubanos. En La Habana Vieja, pasear por una galería de arte nacional de clase mundial, explorar los vestigios de la revolución con los agujeros de balas en el antiguo palacio presidencial, comprar en una de las decenas de tiendas turísticas, mirar en un aula de una escuela primaria, disfrutar de una cerveza en una cervecería mientras observa a un grupo de ruidosos niños felices que patean un balón de fútbol alrededor de una plaza recién restaurada. Andar por el Malecón y disfrutar de la brisa fresca de la Bahía de La Habana en compañía de - dependiendo de la hora del día – pescadores honestos, alocados  estudiantes de secundaria, turistas embobados, estafadores preguntando ¿"tabaco, señor?", y algunos jóvenes amantes. No olviden disfrutar de la vida nocturna en La Rampa, o cenar en una de las cafeterías o restaurantes que abundan cada vez más y que cada vez son más eclécticos que se diseminan continuamente por toda La Habana.

Haga lo que yo he hecho ocasionalmente. Pasee por los barrios que están más allá de donde los turistas pasean. Pruebe su español - muy poquito, en mi caso – con los cubanos de la calle. Pregúnteles lo que piensan de su gobierno, sus vidas. Usted no tendrá que esperar mucho para escuchar las críticas - demasiadas reglas, muy pocos burócratas útiles - expresadas abiertamente y sin el evidente temor de que el "Gran Hermano" podría estar mirando. También casi seguro escucha sobre el anhelo comprensible de más recompensa material por su trabajo. Es difícil sobrevivir con el salario promedio cubano, sobre todo en una economía distorsionada por el embargo estadounidense y el dólar de los turistas. Pero también escuchará – de manera clara y convincente – sobre el orgullo que los cubanos sienten por su país: sobre el reconocimiento a nivel mundial de Cuba por los éxitos en la salud, sobre el papel "de la política exterior" humanitaria que los médicos cubanos desempeñan en todo el mundo, sobre el sistema educacional de Cuba y sus tasas de alfabetización mejores que las del primer mundo, sobre la capacidad de Cuba de sobrevivir a un paralizante bloqueo estadounidense de más de 50 años de duración sin capitular, sobre el papel creciente de Cuba como líder respetado en América Latina y su influencia en África y en el mundo no alineado...

¿Por qué les cuento todo esto?

Porque la realidad cubana difiere mucho de las imágenes que de ella se ha creado y distorsionado en el espejo de la casa de diversiones de los medios de comunicación tradicionales, especialmente en los Estados Unidos, y también, por desgracia, en muchas otras llamadas democracias liberales occidentales, incluyendo mi país natal, Canadá.

Eso es un problema, pero también es una oportunidad.

Cuando empecé a investigar mi reciente libro sobre el caso de los Cinco Cubanos (Lo que hay en la otra orilla: La verdadera historia de los Cinco Cubanos, Fernwood, 2013), mi comprensión de Cuba se limitaba en gran medida a esas distorsiones de los medios, así como a mi propia visión turística de Cuba vislumbrada - mojito en mano - desde de una tumbona en la playa en un arrebujado centro turístico lejos de la vida del cubano común.

No soy yo solo.

En las democracias liberales occidentales, nuestro parecer sobre el resto del mundo - no sólo de Cuba, sino también de Palestina, Siria, Ucrania, los propios Estados Unidos – muy a menudo está conformado y condicionado por los medios de comunicación corporativa tradicional. Por supuesto, parte de esa desconexión entre la percepción y la realidad es calculada, deliberada, manipulada ideológicamente por los dueños de esos medios.

Pero, como persona trabajando en las trincheras de los medios y que luego pasó décadas enseñando periodismo, debo confesar también que gran parte del problema es nuestra propia ignorancia del "otro", y nuestra incapacidad - incluso la falta de voluntad - para experimentar el mundo a través de un lente desconocido, cómo otros se ven a sí mismos (y nos ven a nosotros).

Y eso tiene un efecto en las percepciones de los lectores y espectadores que a menudo no ven la hipocresía que se oculta detrás de las historias que los medios de comunicación brindan sobre Cuba.

Los estadounidenses, por ejemplo, han crecido dando por sentado que su democracia electoral tradicional, la primera posterior a la guerra,  no es simplemente la mejor expresión de libertad disponible, sino también la única forma legítima de medir cuán libres son los ciudadanos de un país. Y sin embargo... ¿Puede hablarse de las “pestañas colgantes de las boletas”, los comités de acción política sin restricciones financieras y sin responsabilidad política (los PAC), la institución antidemocrática del colegio electoral de los Estados Unidos, el pésimo número de votantes, las reglas de votación amañadas para excluir la participación de los pobres y las minorías raciales ...? 

Los medios de comunicación sí informan sobre estas realidades contradictorias, pero las contextualizan como anomalías menores en su versión de clases de  cívica de la escuela secundaria de cómo funciona realmente la democracia estadounidense. No reconocen - no pueden reconocer - cuán profundamente esas distorsiones "menores" no sólo socavan esa percepción eterna optimista, sino también, en última instancia definen la realidad de su propia democracia electoral.

Al mismo tiempo, dichas anteojeras fabricadas como medios de difusión hacen difícil que los estadounidenses reconozcan - y acepten como al menos tan legítimo como su propio sistema defectuoso - el sistema electoral de un solo partido de Cuba, pero centrado en la base, en el barrio. (No hay dudas de que el sistema cubano tiene sus propias distorsiones y fallas - todo sistema lo tiene - pero, a fin de comprenderlas, las personas de fuera primero tienen que empezar por dejar de lado sus propios prejuicios ideológicos y ver el sistema a través de un lente menos hipócrita.)

Esto por supuesto se aplica mucho más allá que simplemente a los sistemas electorales. Cuando estaba investigando la historia de los Cinco Cubanos - cinco agentes de inteligencia cubanos arrestados, juzgados y condenados en 2001 por infiltrarse en grupos terroristas de exiliados radicados en Miami, y luego sentenciados a penas sorprendentemente largas en cárceles de los Estados Unidos - me sorprendió la cantidad de estadounidenses que conocí que estaban convencidos de que los Cinco debían ser culpables sencillamente porque así se había decidido en un tribunal estadounidense. También estaban igualmente convencidos de que Alan Gross, el  subcontratista estadounidense de USAID - condenado a una menos sorprendente, pero aún larga sentencia de 15 años en una prisión cubana por el contrabando ilegal de equipos sofisticados de telecomunicaciones en el país - debía ser inocente porque había sido juzgado en un "tribunal popular" cubano que no cumplía con las "nobles" normas requeridas por la justicia estadounidense1. ¿Ah, sí? ¿Puede mencionarse a O.J.? ¿O el caso de la corredora de Central Park? ¿O Trayvon Martin? ¿O Ferguson? ¿El Black Lives Matter? Sin olvidar a Leonard Peltier, Oscar López, Mumia Abu-Jamal, etc., etc.

No quiero insinuar aquí que creo, por comparación, que Cuba es una especie de paraíso. No lo es. O que los medios de comunicación dominantes de Cuba hacen un trabajo más que  satisfactorio para ayudar al mundo a entender mejor la realidad cubana, o proporcionar a los cubanos una mayor comprensión de las realidades de las complejidades más allá de sus costas. No creo que lo hagan. Pero ese es otro tema para otro foro.

Ya sea que estemos hablando de sistemas electorales o sistemas judiciales - sin olvidar la raza, el género, los derechos humanos, la religión, el capitalismo, el socialismo – los sesgos incorporados corporativos o ideológicos de los profesionales de los medios de comunicación convencionales hacen que sea difícil para ellos ayudar a los ciudadanos comunes a llegar más allá de los estereotipos que nos separan...

1 Los Cinco Cubanos y Alan Gross fueron liberados el 17 de diciembre de 2014, como parte de un acuerdo histórico para comenzar a restablecer relaciones entre los Estados Unidos y Cuba sobre bases de respeto después de 50 años de hostilidades.  

Una vez más, ¿por qué estoy diciendo esto en una presentación en una conferencia cuyo tema es "Nuevos escenarios de la comunicación política en la Esfera Digital - 2015", y cuyo propósito es "coordinar posiciones y formular recomendaciones sobre cuestiones cardinales mundiales y regionales como la soberanía tecnológica y cultural de las naciones, la gobernanza de Internet, entre otros "?

No tengo la presunción de presentarme como un experto en esos "nuevos escenarios de la comunicación política en el ámbito digital", o pretender presentar posiciones y recomendaciones significativas sobre " cuestiones cardinales mundiales y regionales como la soberanía tecnológica y cultural de las naciones, la gobernanza de Internet, entre otros".

Lo que voy a sugerir, de manera sencilla y quizá simplista, es que Internet y los medios sociales de comunicación - periodismo ciudadano, bitácoras, Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest y todos los demás -logs, -libros, -ters, -grams y -ests virtuales, ahora existentes o que se inventen en el futuro - ofrezcan un antídoto potencialmente liberador y alternativo a la corriente principal de mensajería multimedia monocromática.

Pero... vamos a volver al "pero".

Imagínese a un cubano común en La Habana o Santa Cruz del Norte blogging (emitiendo bitácoras) o, mejor, vlogging (emitiendo bitácoras de vídeo) sobre su experiencia real participando en unas elecciones en Cuba. O explicando cómo un médico cubano trató su diabetes. O describiendo las dificultades para alargar un salario cubano hasta el final del mes. Imagínese que esa bitácora o el vídeo se comparten en Facebook o Twitter o YouTube. Imagínese que lo está leyendo o viendo un estadounidense común y corriente en Cleveland, o Baltimore, o en Oakland. Imagínese ese proceso a la inversa, con los cubanos aprendiendo más acerca de la realidad de los Estados Unidos de aquellos que, como decía Martí, viven "en el monstruo y... conocen sus entrañas2."

2 Este trabajo se enfoca principalmente en los medios sociales como un medio de comunicación a nivel mundial. Podría escribirse fácilmente y de manera legítima sobre la forma en que los medios sociales de comunicación pueden ayudar a los cubanos a comunicarse y entenderse mejor entre ellos. Pero esa sería otra presentación. 

No estoy hablando aquí acerca de la polémica, frases manidas, versiones de la realidad sancionadas y saneadas por el gobierno o la mensajería corporativa diseñada para promover el último producto o moda pasajera, sino de compartir la vida real de persona a persona que sea posible gracias a las posibilidades liberadoras, de comunicación social interactiva de Internet.

A cierto nivel, esto ya está sucediendo, por supuesto. A pesar de lo que podemos leer en los medios sobre la falta de acceso a Internet para los cubanos comunes, estoy continuamente sorprendido por el número de "amigos" cubanos que tengo a través de Facebook, y por la libertad que parecen tener para expresarse en todos y cada uno de los temas.

Pero hay obstáculos que hacen que ese acceso sea ubicuo. Las finanzas, para empezar. En Cuba, como en muchos otros países en desarrollo, la construcción y el mantenimiento - sin olvidar su constante actualización - un Internet sólido es caro, y debe competir con muchas otras prioridades nacionales igualmente imperiosas para los escasos recursos con que se cuenta.

Pero - aquí está el comienzo del pero - la situación en Cuba es complicada, como siempre, por el factor estadounidense: por las consecuencias del embargo / bloqueo de los EE.UU., y, por supuesto, por los programas de cambio de régimen de los Estados Unidos que han pasado de  tratar de subvertir la soberanía de Cuba sobre el terreno al secuestro de su Internet en el mundo virtual.

El caso de Alan Gross es sólo un ejemplo. Cuando fue arrestado en 2009, Gross estaba trabajando en virtud de un contrato secreto con la USAID de más de 500 000 dólares para el contrabando de equipos sofisticados de telecomunicaciones espías en Cuba como una manera de subvertir las leyes y la jurisdicción de ese país. Incluso después de ser declarado culpable, han continuado otros programas de cambio de régimen financiados por Estados Unidos utilizando los medios sociales. De acuerdo con una investigación de Associated Press publicado en 2014, por ejemplo, "el gobierno de los Estados Unidos planeó la creación de un 'Twitter cubano' - una red de comunicaciones diseñado para socavar al gobierno comunista de Cuba, preparado con empresas ficticias y financiado a través de bancos extranjeros3." Según la historia, los contratistas estadounidenses crearon Zunzuneo para recopilar datos personales acerca de incautos internautas cubanos "con la esperanza de que la información podría ser usada algún día con fines políticos".


Lamentablemente, esto no se ha detenido. De hecho, el 26 de diciembre de 2014 - menos de 10 días después del acercamiento histórico entre Washington y La Habana anunciado por el presidente estadounidense Barack Obama y el presidente cubano Raúl Castro - el Departamento de Estado de los Estados Unidos emitió una convocatoria de propuestas por valor de 11 millones de dólares en contratos para programas "para fortalecer en la isla la capacidad de la sociedad civil independiente con el fin de promover los derechos e intereses de los ciudadanos cubanos, y para superar las limitaciones que han sido impuestas por el gobierno cubano sobre los derechos laborales civiles y políticos de los ciudadanos..." En otras palabras, para continuar interfiriendo en los asuntos internos de Cuba, incluso mediante el uso indebido de Internet para promover un cambio de régimen.

Obviamente, esto plantea un dilema para cualquier persona, incluyéndome a mí, que abogo porque Cuba fomente el uso generalizado de Internet para crear una comunicación más abierta de ciudadano a ciudadano, tanto dentro de Cuba como con el resto del mundo. ¿Cómo puede el gobierno cubano alentar esa cuestión en momentos en que los Estados Unidos todavía está tratando activamente de utilizar de manera subrepticia esas mismas herramientas para fomentar la contrarrevolución?

Es evidente que uno de los objetivos de las negociaciones en curso para establecer relaciones respetuosas entre Cuba y los Estados Unidos debe ser exigir un reconocimiento estadounidense de que los cubanos tienen el derecho exclusivo de determinar su propio futuro político. Dado lo que hemos visto en cuanto a la postura negociadora del gobierno de Cuba hasta la fecha, se puede estar relativamente seguro de que Cuba seguirá insistiendo en la protección de los intereses legítimos de Cuba en todos y cada uno de los acuerdos.

Sin embargo, incluso sin ese tipo de injerencia estadounidense, la cuestión de la soberanía cultural sin fronteras del "lejano oeste" en el mundo de la comunicación en Internet sigue siendo un tema preocupante para todos los países, especialmente teniendo en cuenta el enorme poder y el alcance de la cultura empresarial y popular de los Estados Unidos.

En mi propio país, el gobierno canadiense ha regulado tradicionalmente las señales de radiodifusión, en parte para proteger nuestra cultura canadiense anglófona y las industrias culturales del increíble poder del gigante en nuestra frontera meridional. La llegada de Internet no sólo ha socavado esa protección, sino que también ha alentado intereses corporativos y políticos en nuestro propio país -cuyo objetivo es salvar al mundo del  American Idol y Fox News - para tratar de eliminar todas y cada una de las regulaciones de la comunicación.

Cuba se encuentra en un momento histórico interesante en el desarrollo de su propio espacio virtual. Por las razones señaladas anteriormente, entre otras, la conectividad a Internet en Cuba no es tan avanzada como en otras jurisdicciones. Eso da a los cubanos la oportunidad de estudiar todo el panorama para ver lo que ha funcionado y lo que no ha funcionado, en cuanto a la gobernanza de Internet, así como para evaluar los riesgos y los beneficios.

Es cierto que hay riesgos.

Pero también hay recompensa. Cuba siempre ha sido representada incorrectamente por los principales medios de comunicación corporativa, particularmente en los Estados Unidos, y también en Canadá y en muchos países europeos, y en consecuencia incomprendida por muchos ciudadanos comunes y corrientes que de otro modo podrían simpatizar con Cuba y su revolución.

Volviendo a las imágenes distorsionadas de Cuba con las que comencé este trabajo, considérense los beneficios de los medios de comunicación social ricos y diversos que permitan a los ciudadanos cubanos comunes contrarrestar las generalizaciones de los medios sobre la "represión del régimen" con los tweets en vivo mostrando la celebración de los cubanos del Primero de Mayo; o yuxtapóngase la información sobre la venta de armas estadounidenses a los países y las facciones en guerra con las cifras que muestran cómo muchos médicos cubanos trabajan en muchos países; o - simplemente y de manera más eficaz – muéstrese a los cubanos siendo cubanos.

Como aquellos de nosotros que han disfrutado de Cuba personalmente pueden dar fe, la mejor manera de disipar los mitos sobre Cuba y su revolución, la mejor publicidad para Cuba, es Cuba - y los cubanos.

Los medios sociales pueden ayudar a que eso suceda.

***

STEPHEN KIMBER  es Profesor de Periodismo de la Universidad de King´s College, Halifax, Canadá

(Cortesia del autor) 

Autor: 

Stephen Kimber

Año: 

2 015

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