jueves, 4 de junio de 2015

Ni una menos solo es posible si Nunca Más a la violencia institucional, la tortura policial, la complicidad estatal y las construcciones simbólicas que degradan la mujer

  
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La violencia contra las mujeres es una de las consecuencias de la ideología del patriarcado que nos domina desde nuestra organización nacional y se potenció con las violaciones y  torturas sistemáticas a las mujeres militantes apresadas por las fuerzas estatales que perpetraron el Genocidio reorganizador del Capitalismo argentino
De tanto en tanto emergen a la superficie social, ya sea por acciones mediáticas ya sea por estallidos de rebeldía social, fenómenos profundos y dolorosos que de una u otra manera explicitan la continuidad por otros medios del Terrorismo de Estado que sufrimos en los 70 y cuyas consecuencias a largo plazo en casi todas las esferas de la vida social sufrimos todavía.
Plan de Exterminio. Treinta mil compañeras y compañeros desaparecidos, miles y miles de presos políticos, perseguidos, exiliados internos y fuera del país.  Casi todas y todos los que pasaron por algún centro de detención (legal o clandestino) fueron torturados y casi todas las mujeres (adultas o niñas) sometidas a violencia sexual por parte de miles de integrantes de las fuerzas armadas, policiales, de los servicios de espionaje y aún de los civiles sumados al operativo represivo.
A veces se pierde de vista la catástrofe cultural que sufrimos: se cruzaron todos los límites, se cuestionaron todos los saberes civilizatorios y se pusieron en duda casi todas las convenciones.  Las violaciones y toda forma de violencia contra las mujeres no dejó de crecer año a año tras el genocidio.  Los hombres, aún los que no fueron represores y aún algunos de los que fueron sus víctimas cumplieron el mandato que la picana y la metralla trajo a la sociedad argentina: así como el Estado domina la sociedad y el capitalismo explota a los trabajadores, los hombres deben dominar a las mujeres, incluyendo -si quieren- golpear, herir, violar o asesinarlas. Aunque a veces la Ley diga otra cosa y el Estado Nacional haya firmado algunos Convenios que protegen a las mujeres, el mandato cultural está por encima de las leyes. Los prejuicios, los miedos, la costumbre están por encima y solo la protesta social podrán cuestionarlos y hacerlos retroceder.
Claro que Ni una Menos. Lo gritamos en los duros años de la dictadura militar y lo sostuvimos en los no menos duros años de la pos dictadura. Levantamos esta causa cuando se persigue judicialmente a las travestis y a las mujeres que ejercen la prostitución. Levantamos esta causa por la legalización del aborto. Levantamos esta causa por la separación de la Iglesia del Estado. Es un problema cultural profundo y requiere de una voluntad política que todavía no se explicitó. Voluntad política para limpiar de cómplices de la violencia de género todas las instituciones del Estado que hoy la permiten y aún la impulsan como los jueces que perdonan o los policías que victimizan  y revictimizan.
Hoy puede ser un gran día para la lucha contra el Patriarcado y la herencia maldita del genocidio. Para esa larga y dura batalla pueden contar con la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, organismo de derechos humanos fundado en 1937 para luchar por la dignidad y la humanidad de todas y todos

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