Resumen Latinoamericano, 3 marzo 2017.- Duele despedir a Marcela, quien además de haber sido durante años la compañera del inolvidable dirigente sindical y político combativo Germán Abdala, se ganó su lugar como militante en la seccional de ATE Buenos Aires y fue una luchadora incansable en defensa de las ideas más revolucionarias del peronismo (el de los trabajadores y trabajadoras y no de los burócratas y traidores que tanto abundan), y de otras causas liberadoras.
Gran amiga de la lucha del pueblo vasco y del pueblo palestino, no dudó en comprometer su nombre y su acción como diputada para reclamar por los presos y presas de cada una de esas trincheras, sufriendo en el primero de los casos una campaña miserable e injerencista por parte del gobierno español.
Va a ser difícil olvidar la sonrisa de Marcela Bordenave, dando ánimos en los momentos más duros, o el humor que desplegaba frente a situaciones patéticas surgidas al calor de la política burguesa.
Quienes estuvimos junto a ella el día que Germán decidió descansar de tanto sufrimiento producido por su enfermedad vimos como Marcela sacó fuerzas de donde pudo para no derrumbarse y seguir batallando junto a su familia, para honrar siempre la imagen y el legado de ese gran luchador del gremio estatal.
Cuando hace poco tiempo, Bruno, uno de sus hijos, falleció de manera repentina, el mazazo para Marcela fue tremendo y seguramente eso terminó de desgastarla.
Ahora que su partida se hará sentir, lo mejor será recordarla como fue siempre, dicharachera, derrochando simpatía e implacable con los enemigos de sus compañeros.
Hasta la victoria siempre, compañera.
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