CARACAS.-La gran batalla que se libra hoy a nivel global, más que sobre espacios físicos, es en la mente de cada uno de nosotros. Revolucionarios no faltan, guerrilleros de las ideas; pero las fuerzas andan dispersas frente a un bloque poderoso y compacto de medios de comunicación que pretenden convertir al ser humano en rehén de sus emociones, desconectado de su capacidad de pensar.
No es fortuito que el pasado 20 de noviembre el presidente bolivariano Nicolás Maduro haya convocado a una revolución comunicacional —que incluye a los medios tradicionales, las redes sociales, las calles, las paredes—; él nos está invitando a un intenso y necesario trabajo desde el pensamiento progresista.
Justamente sobre esa urgencia versó el XV Encuentro de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, que sesionó aquí durante los días 6 y 7 de marzo y contó con la presencia de más de 60 pensadores de Venezuela y de otras latitudes.
Nombrado Comunicación emancipadora o patrias colonizadas, el foro, cuyo escenario fue el Salón Gran Mariscal de Ayacucho en la Casa Amarilla, dejó claro que inteligencia desde una mirada humanista existe en este mundo, solo que ha de articularse y ser más ágil en defender la verdad de los pueblos. Allí el ministro de Cultura de Cuba, Abel Prieto Jiménez, expresó que «hay que ganar la batalla de la conciencia y de las ideas».
Minutos antes de que comenzara la jornada del segundo día, Abel dedicó tiempo a este diálogo, donde habló del momento que nos ha tocado vivir y en el cual debemos dar la pelea por un pensamiento crítico y revolucionario.
—Usted ha recordado en este encuentro que la izquierda no ha construido un paradigma, en términos de comunicación, que constituya alternativa frente a la hegemonía mediática de la derecha. ¿Qué podría reflexionar al respecto?
—Los intelectuales venezolanos y de otros países han hablado aquí de esa carencia que ha tenido tradicionalmente la izquierda en el sentido de poder fundar una especie de paradigma, en términos de comunicación, que sea efectivo frente a esa maquinaria mentirosa, difamatoria —a la cual podemos ponerle todos los adjetivos que se nos ocurran—, pero que sin dudas ha sido eficaz en domesticar las conciencias, en aletargar el pensamiento crítico, en imponer a la gente, por ejemplo, candidatos que les ofrecen villas y castillas y que después los traicionan.
«Por eso vemos gente de pueblo votando contra sus propios intereses; gente de pueblo votando contra el destino de su patria, contra las conquistas que se alcanzaron. Son cosas escalofriantes que tienen que ver con el mundo en que vivimos hoy, donde unas pocas corporaciones mediáticas lo controlan todo.
«Se ha hablado en este taller del papel de las redes sociales, de cómo incluso en procesos electorales ha estado muy bien definido el destinatario de los mensajes a partir de la gran base de datos que ofrecen las redes sociales, desde las cuales se crean perfiles sicológicos de las personas y se elaboran mensajes diferenciados para cada una de esas personas. Es decir, que ahí está la maquinaria de manipulación y engaño, tema que siempre ha sido una constante de las discusiones en la Red en Defensa de la Humanidad.
«Recordaba yo un panel que se hizo en el Cuartel de la Montaña, en diciembre del 2004, donde Chávez nos llamó a ir a la ofensiva, y nos llamó a abrir una brecha en el cerco mediático. De ahí surgió la idea de Telesur que tanto éxito ha tenido y que ha sido tan importante. Desde esa época estamos hablando de la maquinaria de la manipulación. Pero diría que hoy la concentración de los medios, el uso de resortes inconscientes en las personas, ha crecido de una manera casi orwelliana —pensando en aquel famoso libro de George Orwell, 1984, donde se habla de un mundo vigilado—; estamos ante un desafío tremendo y creo que lo más importante es tratar de fundar ese nuevo paradigma que tiene que ser participativo, porque tiene que ser el pueblo revolucionario, utilizando las redes sociales, el que se oponga a ser hipnotizado, a ser conducido como un rebaño de un lado a otro. Y al mismo tiempo tenemos que lograr la generación de contenidos. Debemos ser críticos con respecto al sistema, y a la vez propositivos».
—Del 2004 hasta el presente las circunstancias han cambiado notablemente. Las adversidades, como usted dice, se han acrecentado…
—Fidel, Chávez, fundaron tantas cosas extraordinarias. Después se sumaron Evo, Correa, Daniel, el ALBA. Se derrotó al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en Mar del Plata, vino un momento verdaderamente glorioso de la izquierda en Nuestra América. Néstor Kirchner participó en esa derrota del ALCA, y después Cristina. Fue un momento verdaderamente muy notable. En Brasil el Partido de los Trabajadores (PT) estaba en el poder. Era un tiempo que realmente despertó muchas esperanzas, que convirtió a América Latina en un polo.
«Vemos ahora cómo muchos hablan del péndulo. Una de las cosas más siniestras es aceptar la idea de que hubo un péndulo hacia la izquierda y que ahora viene un péndulo hacia la reacción. Es una locura, porque la historia no se mueve por medio de oscilaciones pendulares. La historia la hacen los hombres, las mujeres, los pueblos, y pienso que lo principal hoy es detener la desmoralización, el desánimo, el desconcierto que hay entre las fuerzas progresistas, detener la idea de que viene ahora un fatalismo, de que pueden sobrevenir diez años más de neoliberalismo en vez de ir a las ideas bolivarianas, martianas, de Fidel, de Chávez, de la Revolución Cubana y la Revolución latinoamericana.
«Todo lo que suceda pasa, inevitablemente, por nuestra posibilidad de comunicarnos de manera eficiente, de manera profunda y seria».
«Todo lo que suceda pasa, inevitablemente, por nuestra posibilidad de comunicarnos de manera eficiente, de manera profunda y seria».
—¿Cómo asumir el desafío, desde la izquierda, de seguir luchando, de no desanimarnos?
—Hay unanimidad entre los participantes de este XV Encuentro de la Red, en cuanto a la necesidad de salir de aquí con pasos concretos, con un plan de acción.
«Una de las tareas que puede hacer la Red es articular los núcleos de resistencia cultural, los medios alternativos, la radio, el trabajo de las guerrillas digitales en las redes sociales. Hay muchas gentes que no se han dejado vencer y que están luchando por la emancipación, contra la ofensiva neoliberal, pero están desarticuladas.
«Creo que la Red debe proponerse como tarea el intento de articular todas esas fuerzas, y que la gente sienta que estamos ante un frente global de lucha, y que las pequeñas guerritas a escala local no van a resolver el problema aunque haya incluso victorias a esa escala local.
«La idea de que haya, por ejemplo, una vigilancia ética sobre los medios, es importante. Un compañero habló en este taller de aquella calumnia aparecida en la revista Forbes contra Fidel (según la cual el líder de la Revolución Cubana tenía una fortuna millonaria y estaba entre los mandatarios más ricos del mundo). Y yo le decía a ese ponente que entonces Fidel dijo algo tremendo, en televisión, delante de muchos compañeros: que si le mostraban una sola prueba de lo que se había publicado renunciaba de inmediato. Esa réplica la revista Forbes nunca la publicó.
«La idea de que haya, por ejemplo, una vigilancia ética sobre los medios, es importante. Un compañero habló en este taller de aquella calumnia aparecida en la revista Forbes contra Fidel (según la cual el líder de la Revolución Cubana tenía una fortuna millonaria y estaba entre los mandatarios más ricos del mundo). Y yo le decía a ese ponente que entonces Fidel dijo algo tremendo, en televisión, delante de muchos compañeros: que si le mostraban una sola prueba de lo que se había publicado renunciaba de inmediato. Esa réplica la revista Forbes nunca la publicó.
«Los grandes medios mienten, y si hay una réplica nunca aceptan que mintieron, y la mentira queda flotando. Es la teoría de Goebbels: repetir y repetir una mentira hasta que se convierta en verdad. Esa es la filosofía de todos los grandes medios del momento actual.
«Se hablaba en este taller de lo que se hizo en Venezuela con las guarimbas (actos de desobediencia civil), de cómo circularon imágenes por Internet de actos de violencia, de degüello, de palizas que ni siquiera habían ocurrido y que eran atribuidos a la policía y al gobierno bolivarianos en supuestos enfrentamientos a manifestaciones de la oposición. Es decir, que continuamente están circulando las calumnias. Bueno, se habla de la posverdad, de hechos absolutamente inventados con objetivos desestabilizadores, que de pronto se hacen virales en las redes y que la gente se los cree.
«La situación es terrible. Los grandes medios han formado una masa de personas —sobre todo de jóvenes que están muy pendientes de lo que ocurre, de lo que se mueve en las redes—, que son muy crédulas. Por eso creo que lo otro que habría que hacer es fomentar, sobre todo en los adolescentes, el estudio crítico de esos fenómenos comunicacionales.
«Hay que fomentar el uso de la inteligencia. Recordemos aquello que muchas veces decía Fidel: quieren desmantelarnos el aparato de pensar. Ese es el gran proyecto: que la gente no piense, que la gente no evalúe críticamente las mentiras que están corriendo.
«Lo otro de lo cual se ha hablado en estas horas es de lo que habitualmente se conoce como formación de cuadros jóvenes, formación de cuadros revolucionarios. En lo que a ellos respecta, hay que incluir el tema de las nuevas tecnologías, la necesidad de dominarlas, el tema de la batalla de ideas en las redes sociales.
«En estas horas podemos hacer una pregunta: ¿Vamos a dejar que el pensamiento de Fidel, de las generaciones en Cuba y América Latina sean vistos como algo arqueológico, como algo del pasado? ¿Van a dejar los venezolanos que el pensamiento de Chávez se quede en un museo, como algo que sucedió pero que ya no tiene vigencia? Yo creo que eso tiene mucho que ver con nosotros».
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