domingo, 19 de febrero de 2017

Argentina: El drama macrista Por Vicente Zito Lema

Estamos frente a una situación dramática o si se quiere trágica. La diferencia sería en que lo trágico que se presenta se volvería ya sin salida. Y lo dramático en cuanto a que la situación, pese a las complicaciones, tiene una salida.
Estamos hablando del escándalo del correo que sacude al gobierno argentino del señor Macri y que sacude a los medios de comunicación y a toda esa gente que rodea siempre a los que están en el poder. Esa Corte, esos payasos que ya Shakespeare muestra siempre a los que están en la cima de las instituciones políticas o económicas.
La situación de fondo nos impide muchas veces reírnos porque Argentina es un país que ha sufrido demasiado. Y las políticas económicas culturales, sociales e internacionales que lleva acabo el gobierno argentino son de una magnitud de dolor, que uno siente cierto pudor de no criticar en el tono que merecería esta situación, que es groseramente cómica.
Verle la cara a Macri, uno de los actores de esta situación, y ver la cara al padre, el que se beneficia económicamente con este escándalo, nos hace pensar en esas películas italianas en donde los ladrones van desnudando frente a nosotros lo peor de su conducta. Pero a pesar de esos actores del mal, uno siente hasta cierta simpatía por esos grotescos personajes de Boudeville.
Lo que están provocando en el plano de lo social, en lo económico, es tan doloroso que uno pierde la posibilidad de reírse, de subirse sobre estas payasadas de los que quisieron presentarse como ejemplo de la buena conducta política, social, ética.
No queremos anunciar una tragedia, en el sentido de que todo está perdido, que todo va a seguir igual. Es cierto que Macri es una mentira, que su conducto no sólo es corrupta sino que ronda el genocidio, la violación de los derechos humanos de una forma tan brutal que hace recordar las políticas económicas y sociales de la última dictadura militar.
A pesar de todo eso, uno quiere aferrarse a una concepción de drama. Es decir, no están las cosas terminadas, hay posibilidades todavía de llegar a un destino que no sea tan vergonzoso y tan doloroso, no solo para los que miramos desde una posición de mínimo privilegio, sino frente al sufrimiento atroz al que va siendo llevado, condenado, la mayor parte del pueblo argentino.
¿Qué hacer con este payaso perverso? ¿Qué hacer con los que lo rodean, lo cuidan, lo miman, lo defienden y a la par cobran beneficios gigantes? Desde sectores de los medios de comunicación especialmente, desde sectores sociales, políticos, culturales, que lo van rodeando y lo van cuidando como si fuera una niña blanca y pura camino al altar. ¿Qué hacer con estas bestias que se disfrazaron de honestos? Alguna vez un gran revolucionario planteó el qué hacer.
Una sola persona no puede indicar el camino, pero sí puedo decir, a partir de mi experiencia histórica, que lo que estoy viendo augura un final de época. Lo que quisieron mostrar como algo que duraría décadas se desnuda como un castillo de arena frente a un mar que inexorablemente lo destruirá.
La sociedad, el sector más dolido de la sociedad, no se suicidará. Se sacará la soga que lo ahoga, del cuello y se abrirá -como siempre después de estos cataclismos sociales- otra vez las posibilidades de un nuevo camino.
Ojala tengamos la fortaleza espiritual, la fortaleza de conciencia crítica y de amor al compañero para gestar un camino que no esté manchado ni por lo peor del ayer ni por este presente que huele a podrido por los cuatro costados. Queda en nuestras manos.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias por su comentario. Sigue proporcionándonos enseñanzas.

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  2. Que lastima el Sr Zito Lema, una persona que tenia dentro de mis respetos, que haya sido capturado por su vieja historia. Ya pasaron las epocas de la "revolución", y de esas cosas. La gente ahora tiene otra visión y otras necesidades. Pero, personas como usted las quieren arrastrar a mantenerse involucionados para no permitir desaparecer como "figura admirable. Se lo comó el "relato" don Zito!

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