Un héroe cubano en tierra argentina
por Carlos Aznárez
Los cubanos y las cubanas, todos y todas ellas siempre han orillado el heroísmo. Sólo con imaginarse en cualquier país del mundo lo que significa aguantar a pie firme y sin claudicar ni un instante, un bloqueo criminal como el ideado por los sucesivos gobiernos de Estados Unidos para poner de rodillas a esa pequeña isla de la dignidad, se tiene una medida de que clase de arcilla están hechos esos hombres y mujeres.
Pero entre tantos héroes, hay algunos que se llevan el mayor de los aplausos. Son 5 y un buen día abandonaron a sus familias, a sus vecinos, a su compañeros de militancia, y por arte de magia se convirtieron en “desertores”, “traidores”, “disidentes”. Y como todos los que lucen esas “medallas", se fueron para Estados Unidos a “despotricar" contra la Revolución que tanto amaban.
Un año, dos, varios más, y esos gladiadores de acero y de corazón tan rojo como la sangre, se aguantaron una y otra vez que sus seres más queridos los miraran con una mezcla de recelo y estupor, y que muchos de sus mejores compañeros, los dieran ya por perdidos para las tareas revolucionarias.
Sin embargo, como no siempre las cosas son como parecen, los 5 trabajaban en las sombras y en equipo, con una sola misión: horadar las filas del terrorismo gusano para evitar que siguieran conspirando y atentando violentamente contra el tan amado "lagarto verde", como diría de Cuba el gran poeta Nicolás Guillén.
Un aciago día fueron descubiertos, y en vez de ser premiados por intentar desbaratar una trama violenta en pleno territorio gringo, les llovieron juicios farsa que culminaron en brutales condenas, castigándolos por su osadía, de dejar al descubierto que el terrorismo era de Estado, y por ello deberían, en la mejor de las circunstancias, envejecer en las prisiones de exterminio.
Pero ni los Bush, ni Clinton, ni Obama imaginaban hasta qué grado de humanidad está hecho el ser nacional cubano. Con Fidel a la cabeza y un pueblo movilizado, comenzó la gran batalla para liberar a esos compatriotas heroicos. Y a ese contingente de esperanza se sumó la solidaridad internacional. Un cóctel magistral para que 15 años después, los 5 volvieran vencedores y en calor de multitudes a su querida Patria. Sin haber cedido un ápice y con el puño izquierdo bien en alto, como debe ser.
Por estos días, uno de esos grandes revolucionarios, Ramón Labañino, junto a otra luchadora incansable, su compañera Elizabeth Palmeiro, visitan Argentina. Vienen en plan de reconocimiento por todo el calor y afecto recibido por parte de los mejores hijos de este pueblo. Con la humildad que caracteriza a quienes han estado en la primera línea del frente de lucha, Ramón habla ante un auditorio tan solidario como el que se aglutinara en torno al Comité Argentino por los 5, que escucha sus palabras con admiración por lo que ha sido su enorme resistencia. Reflexiona Ramón, y señala que no hay que bajar los brazos y seguir luchando como siempre, contra el imperialismo y por el socialismo. Soy fidelista afirma, y todos los presentes asocian ese nombre con el más grande rebelde de todas las épocas, y brotan espontáneos los aplausos.
Jovial, alegre de estar entre compañeros y compañeras, Ramón cuenta lo que fueron los años difíciles en prisión, pero también se refiere a lo que sintió al volver a abrazar a los suyos en tierra habanera. Emociona este hombre enorme con cara de niño, cuando susurra que como decía Guevara, al imperialismo no hay que confiarle "ni un tantito así", sintetizando lo que siente su pueblo frente al cambio de táctica de Mister Obama. Da ánimos Ramón, hablando de una Revolución “que jamás va a renunciar a sus principios”, porque todos los que lo escuchamos sabemos que es cierto, que Cuba ha dado mil ejemplos de lo que ahora dice uno de sus más queridos hijos. Y para colmo de bienes, Obama lo sabe y la señora Clinton y Trump, deberían anotarlo: Los 5 son además de héroes, extremadamente parecidos al Che, en convicción y patriotismo. Esa clase de hombres, que ante cualquier contingencia desfavorable son de Patria o Muerte. Indoblegables hasta la Victoria.
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