Por Andrea Roques/ Resumen Latinoamericano/ 17 de mayo 2017.-
Un joven de 17 años cayó de un cuarto piso mientras trabajaba en una obra en la Escuela Homero Manzi de Nueva Pompeya. El presupuesto es multimillonario, los trabajadores precarizados.
Un chico de 17 años cayó de un cuarto piso mientras trabajaba en una obra del Gobierno de la Ciudad en la Escuela de Educación Media N°4 Homero Manzi de Nueva Pompeya. Está en terapia intensiva del Hospital Penna en estado crítico. Las clases se dictan desde marzo entre escombros y cables pelados, a pesar de los reclamos por seguridad de los docentes.
Empresas que hacen todo lo que está mal
El jueves alrededor de las cuatro de la tarde, el joven trabajador intentaba bajar unas maderas desde la terraza del edificio en un andamio levadizo, pero la soga que lo sostenía se cortó y cayó de catorce metros de altura, frente a todos los estudiantes. “En la obra los trabajadores están completamente precarizados, sin casco, sin arnés, sin botas con punta de acero, lo peor de lo peor”, denunció Paula Leoz, que es preceptora de la escuela en ambos turnos y delegada de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE). Minutos más tarde, el SAME lo trasladó al Hospital Penna que luego lo derivó a terapia intensiva. Está inconsciente desde el accidente, tiene fractura de cráneo, de brazo y de pelvis. “Cuando le preguntamos a sus compañeros el nombre del pibe ellos no lo sabían porque van rotando. Lo que sí nos dijeron es que tiene 17 años. Es decir que una empresa que le licita al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires terceriza a los obreros y llaman a trabajar a menores”, concluyó Leoz. Los familiares del chico no se mueven de la sala de espera de terapia intensiva desde el jueves. Entre lágrimas y con la voz quebrada su abuela se lamentó: “Nosotros somos humildes, somos de Glew. Él trabaja desde los 15 años para ayudar a la familia. Tiene 13 hermanos, es el segundo más grande. El martes cumplía los 18 años”.
Los responsables
Está claro que quien encabeza la lista es el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta y detrás de él Soledad Acuña, ministra de Educación. El proyecto y conducción de la obra corresponden a la Dirección General de Infraestructura y Equipamiento de la Ciudad, ahora a cargo de Juan Francisco Freire Aurich, funcionario público con un historial que incluye una condonación de deuda a privados. Quien la impulsó es el actual director del PAMI y ex subsecretario de Gestión Económico Financiera y Administración de Recursos, Carlos Regazzoni. El representante técnico de la construcción es Helmut Kupczyk de la empresa licitadora Planobra S.A. que terceriza a los trabajadores a través de la compañía Cover Constructora S.R.L. Además de no cumplir con las normas de seguridad de sus empleados, la sociedad de responsabilidad limitada tampoco los registra en la AFIP.
Por otro lado, las refacciones tienen un plazo estimado de dos años. Las clases se dictan con normalidad entre escombros, cables pelados y remiten a la negligencia de los funcionarios que en 2002 provocó la muerte de Silvia Roggetti en la Ciudad de Neuquén, una profesora de educación física que se incrustó en un ojo el hierro de una malla de una obra en un colegio. Sólo después de la tragedia, se interrumpieron las clases en la escuela primaria en la que trabajaba. Según Paula Leoz, el lunes pasado demolieron una casilla de material que estaba dentro del establecimiento con alumnos y docentes en clase: “Los compañeros se tiraron al piso, abajo de las mesas, porque pensaban que se derrumbaba el edificio”.
Un reclamo de más de 10 años
En un principio, el edificio de Avenida Sáenz 631 era de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) con una población de 30 docentes y 100 alumnos. En 2002 la UTN cedió el espacio al Ministerio de Educación de Capital Federal y fue destinado a la EEM N°4 Homero Manzi, pero para 200 docentes y 600 alumnos.
Los problemas de infraestructura empezaron enseguida y se perpetuaron: un edificio de cuatro pisos con un ascensor que no funciona nunca, aulas sin picaportes, paredes electrificadas, tubos de luz reventando en plena clase, un año sin baño de varones, ausencia de salida de emergencia: “El estado pésimo en el que se encuentran la mayoría de los colegios de la Capital Federal. Ya eso lo veníamos denunciando y pedíamos un predio que queda a cinco cuadras que pertenece al Ministerio de Educación y que lo usan para tirar escombros”, cuenta Leoz y agrega: “Cuando planteamos la situación en infraestructura escolar hace dos años mediante un proyecto, Carlos Regazzoni dijo que eso era imposible, pero que iba a destinar 37 millones de pesos para construir en Av. Saénz. Con esa plata levantás dos escuelas.”
A todo esto hay que sumarle que el verticalismo del sistema educativo en vez de apoyar condena. La conducción del colegio no cuestiona nada y cumple todo lo que se le indica desde el Ministerio. Cuando los docentes se opusieron a la construcción fueron cercenados y ninguneados ante los padres.
El personal de la EEM N°14 Homero Manzi pide en las notas que envía a Educación y a Infraestructura que les acondicionen el predio que habían solicitado en un principio para que puedan trasladarse ahí mientras el Estado construye y que no corra riesgo la vida de nadie. La otra opción es que alquilen un edificio a pocas cuadras de la escuela para poder trabajar tranquilos y que los chicos puedan estudiar.
Los medios no cuentan que en Capital Federal se pierden días de clase porque las escuelas no tienen luz o no tienen gas ni agua. No cuentan que se suspenden las actividades porque hacen demoliciones en pleno dictado de clases o porque se cae un obrero de un cuarto piso, menor de edad y precarizado. Leoz fue determinante: “La gente piensa que los docentes vamos al paro por paritarias que tienen que ver nada más con nuestro sueldo. No. Tienen que ver con condiciones dignas de trabajo también. Nosotros queremos laburar y queremos enseñar -pero en condiciones dignas para los pibes y para nosotros-”.
Reproducimos las palabras de uno de los docentes del 12 de mayo de 2017, tras este accidente
Sin palabras
Hoy a la tarde me cayó la ficha de lo que pasó ayer en la Homero Manzi; no se por qué motivo, pero algo desencadenó mi llanto. Ahora siento el corazón roto. Me duele el alma, el cuerpo, los ojos; me duele hasta lo que no tengo. Jamás pensé que iba a tener que afronta una situación así dentro de una escuela. Jamás pensé que iba a ver cómo un pibe de 17, albañil, Carrasco de apellido, agonizaba dentro de la escuela por causa de un ¿¿accidente”?. Es inevitable pensar y preguntarse: ¿Qué hacía un pibe de 17 años trabajando de albañil para una empresa tercerizada de Plan Obra s.a.? La respuesta es indignante, tenebrosa, oscura: TRABAJABA PARA ESA EMPRESA DESDE LOS 14 AÑOS. Eso responde la familia.
Tal vez estas palabras no sirvan para nada, pero si no escribo lloro. Mis compañeras y compañeros lloran….pero es inevitable pensar y sentir. Somos seres humanos, algunas y algunos todavía somos. ¿En qué mundo vivimos? ¿Hasta qué punto llegó el capitalismo salvaje? ¿Cuánto vale la vida de un pibe? ¿Vale algo? ¿Vale? ¿Se puede medir con palabras? ¿Se puede medir?
Creo que la respuesta es aún más triste y dolorosa, porque esa vida, evidentemente, no vale nada. ¿Por qué? Porque es la vida de un albañil, de un pibe pobre, humilde, trabajador; porque para conservar “sus ganancias” es necesario que la vida de este pibe no valga. O valga lo mismo que el cable de acero del monta carga que se rompió y lo puso al borde del abismo, de la muerte.
Es triste. Demasiado.
Hoy cuando entre a clases en otra escuela y vi a mis estudiantes lloré.
Ayer por la noche, cuando llegue a mi casa, le comente a mi compañera de vida y madre de mis hijas que era una suerte que nuestras hijas sean mujeres, porque en este mundo de mierda, y machista, me nunca iban a trabajar de albañilas en una obra en construcción. ¿Qué comentario estúpido no?
A veces es mejor no pensar, sino sentir, canalizar, vomitar sentimientos de bronca y dolor, de angustia y desesperación. A veces es mejor llorar como un niño; eso nos hace humanos.
Y a veces es mejor mandar a la mierda a todas y todos, a todo. Mandar a la mierda a la empresa, al encargado de la obra, a los de infraestructura que no controlaron nada, pero nada de lo que se hacía en la escuela; mandar a la mierda a la ambulancia que tardó 20 minutos cuando el hospital queda a 6 cuadras; mandar a la mierda a la escuela; a mis compañeros (que los amo); mandar a la mierda a la Directora; y mandarme a la mierda a mi mismo. Total, ya estamos ahí. ¿O no? ¿No?
Ayer los medios cubrieron en cadena y durante horas el desmoronamiento de una pared en Palermo que mató a un perro. ¡Qué mierda! ¡La puta madre! La vida de un pobre perro vale más, es más importante que la de un albañil pobre menor de edad. mnf
MIERDA. VÁYANSE TODOS A LA MIERDA. VAYAMOS. TOTAL, YA ESTAMOS ACÁ.
Carta escrita el 19 de abril del 2017 por parte de las y los docentes del colegio que anticipaba ya el nivel de precariedad edilicia, entre otros reclamos que siguen vigentes:
Familias,
Queríamos compartir con ustedes, en estas breves líneas, algunas reflexiones en torno a la lucha que venimos sosteniendo, en sus diversas formas, ante la negativa del gobierno nacional de abrir la mesa de negociaciones que permita a nuestros representantes sentarse a dialogar, incumpliendo así lo que marca la ley. Pero si a esta altura nos preguntaran ¿Por qué luchar? Convencidos diremos que lo hacemos por un espacio digno donde estudiar y trabajar, por aulas que no sean trampas, por aulas con sillas y mesas para todos/as, por aulas con puertas, por puertas con picaportes, por picaportes que funcionen, por aulas con ventilador en verano y calefacción en invierno y nunca más al revés, por una escuela con ascensor, por un ascensor que funcione en todo su recorrido y mejor si funciona toda la semana, por una escuela con baños suficientes para todos/as, por baños con agua, por agua potable para el té o para el mate, por aulas donde podamos escucharnos, porque entre nosotros no se interponga el ruido de maquinaria socavando lo que fue nuestro patio, porque nuestro patio ya no es nuestro ni es patio, por un espacio donde encontrarnos, donde divertirnos, donde patear una pelota, donde pintar un mural, donde recordar un/a compañero/a, por un comedor donde compartir el almuerzo, por viandas calientes, por unas viandas calientes que alimenten, por una sala maternal para los/as niños/as de los/as alumnos/as madres y padres, porque resistimos el vaciamiento del programa de alumnas/os madres y padres, por una educación sexual para decidir, por la continuidad del programa de campamentos, por una biblioteca con libros, por libros que inviten a ser leídos, porque entendemos que los pibes tienen derecho a todo eso y mas también. Además porque como laburantes tenemos derecho a un salario justo que recupere, al menos, el poder de compra que tenía antes de la escalada inflacionaria, porque queremos seguir formándonos, por la permanencia de los espacios de formación docente y porque queremos hacerlo de forma gratuita, por el ingreso irrestricto a los profesorados, porque rechazamos las evaluaciones que por su formato buscan desprestigiar a la escuela pública, porque queremos ser evaluados por nuestros pares y porque sabemos cómo hacerlo, porque defendemos una escuela pública democrática, porque apostamos a la participación de los pibes/as, porque queremos que defiendan sus derechos, porque como trabajadores defenderemos los nuestros en la escuela y en la calle, porque la huelga es un derecho, porque partimos de la idea que los días de huelga no se pierden, porque en las huelgas las clases se trasladan a la calle, a la ruta o al predio que hace año exigimos para que en él se construya no solo nuestra nueva escuela, sino un polo educativo con jardines para la comunidad, con profesorados para la formación de nuevos docentes; porque a defender los derechos también se aprende y se enseña; porque finalmente de toda esta lucha cotidiana pueden dar testimonio los pibes. Porque nos duele la represión, porque nos duelen los detenidos, porque nos duelen los compañeros heridos, porque nos duelen los docentes desaparecidos durante la última dictadura cívico militar, porque nos duele la muerte en la ruta y en manos del Estado, hace 10 años, del maestro Carlos Fuentealba, porque su lucha es la nuestra, porque tenemos memoria no permitiremos que se repita y porque sabemos que contamos con ustedes, porque la luchas es una, en defensa de la educación pública y por un mundo un poquito mejor. Los abrazamos.
Docentes de la “Homero Manzi”
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