¿Que portaba debajo de un reluciente plástico negro similar a una bolsa de cadáver u óbito mortuorio, la camioneta blanca Ford Ranger, doble cabina nº 911, chapa OLM 237 de la Gendarmería, que salió el 1 de agosto pasado del Pu Lof de Cushamen poco después de su allanamiento por parte de esa fuerza, en oportunidad en que habría desaparecido Santiago Maldonado? La imagen fue captada inconscientemente en un video imprevisto por parte de la Gendarmería, tomado por integrantes de la APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos) en la tranquera del Pu Lof, a quienes en esa oportunidad dicha fuerza les negó inexplicablemente el acceso, a los efectos de constatar el estado de sus moradores.
Por Javier Llorens – 4-9-2017
Recientemente y tardíamente, continuando con su campaña de distracción, el diario Clarín bajo el título “El comandante sospechado se defiende: “No detuvimos ni matamos a nadie””, publicó una entrevista realizada al jefe que estuvo a cargo del operativo concretado el 1 de agosto en el Pu Lof de Cushamen, oportunidad en la que se señala que desapareció Santiago Maldonado.
La versión de Gendarmería sin la camioneta blanca
Con cara de aflicción y pocos amigos, el comandante Pablo Escola segundo al mando del Escuadrón 36 de Esquel de Gendarmería, negó cualquier vinculación con la desaparición de Santiago Maldonado, apuntando Clarín al respecto: “Hay quien lo señala como el principal responsable de haber capturado a Maldonado, para después meterlo en una camioneta que se marchó del Pu Lof con dirección a Esquel. Su testimonio revela algo muy distinto. “Nunca estuvimos ni cerca de detener a alguien”.
El comandante Pablo Escola del escuadrón de Gendarmeria Esquel Chubut
Del reportaje de Clarín se desprende el grado de tensión y adrenalina no profesional con el que Escola llevó a cabo ese procedimiento: “Tomó la decisión después de que dos agentes resultaron heridos de gravedad sobre la ruta 40 ante una lluvia de piedrazos impulsada por unas 20 personas. “Fracturado, sangrando y todo, un gendarme avanzó conmigo, no se dio cuenta de sus heridas de la tensión que teníamos. Eso fue como a las 11,30”.
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Imagen bolsa óbito mortuoria o postmorten
La versión mapuche con la camioneta blanca
El periodista Maxi Goldschmidt hizo una entrevista a un integrante del Pu Lof días después de los hechos, quién describió en detalle cómo ocurrieron los acontecimientos. Y narra concretamente que Santiago Maldonado ya reducido o muerto, fue cargado en una camioneta blanca de la Gendarmería, como la que salió con su bolsa de óbito del Pu Lof.
Según el autor la entrevista la registró en un grabador, y fue publicada por la revista Cítrica. Existiendo así dos testimonios independientes y concurrentes en un mismo sentido, el de los integrantes de la APDH y su audiovisual, y el de Goldschmidt y su audio. El siguiente es un extracto la nota de este periodista publicada el 14 de agosto en Cítrica:
¿Y qué pasó?
No se acercó nadie, no pasaba ni un auto, porque habían desviado el tránsito allá arriba, en lo que es el cruce a Cholila y Epuyén, y a acá en la subcomisaría de Leleque, por Cholila también.
¿Habían liberado la zona?
Sí, para que no entrara nadie, como pasó en la represión de enero. Despejaron la ruta y quedó tierra de nadie. Alrededor de las cuatro y media de la mañana aparece un contingente muy grande de Gendarmería. Llegamos a contar 21 vehículos. Sacaron un pino que habíamos dejado en la ruta y se apuestan ahí, donde están ahora. Y a las seis y cuarto se acercaron unas camionetas de Gendarmería con las luces apagadas. Nosotros escuchamos los motores desde el sector de guardia y cuando alumbramos, inmediatamente empiezan a disparar. Pensamos en un primer momento que se nos iban a meter así que tomamos posiciones y empezamos a defendernos como antes.
¿Gendarmería disparaba con balas de plomo?
Sí, con nueve milímetros y escopetazos. No es la primera vez que nos ha tocado esto. Y uno con el solo ruido ya se da cuenta. Un escopetazo suena mucho más fuerte, y en cambio la nueve milímetros te silba en la oreja. Nos estaban cazando. Alumbraban para dentro del campo y donde nos veían nos tiraban. Estuvieron así como 15 minutos hasta que se fueron.
¿Cómo fueron los hechos del día siguiente?
Estábamos bastantes desgastados pero volvemos a entrar a la ruta a eso de las once de la mañana, porque hay algo que no se puede callar. Y por más que repriman y esas cosas uno utiliza la forma de difusión que tiene a mano. Y en ese momento era la ruta. Inmediatamente bajó el contingente de unos cien gendarmes y empezaron abrir fuego sin hacer asco a nada.
¿Ahí ustedes se vuelven a replegar y se meten en el territorio?
Primero los enfrentamos. Les tirábamos piedras y le gritábamos que se fueran. Que ellos no tenían nada que hacer acá, porque nosotros estábamos ejerciendo nuestro derecho a la protesta y estábamos denunciando lo que el Estado estaba haciendo con nosotros. Uno trata de convencer igual, pero sabemos que ellos tienen la cabeza lavada lamentablemente. Siguieron tirando. Formaron una línea a lo ancho de la ruta. Los del medio con escopetas y a los costados, dos o tres gendarmes tirando con nueve milímetros. Nos replegamos al territorio. Pensamos que sólo venían a desalojar la ruta y que entonces iba a cesar el fuego. Pero siguieron tiroteando para adentro. Se vinieron para el alambrado. No los dejábamos entrar hasta que nos atraviesan un Unimog acá al costado, se apuestan cinco tiradores atrás y empiezan a tirar.
Empiezan a tirar, tirar, tirar, mientras los otros gendarmes se dispersan por el resto del alambre y comienzan a ingresar por distintas partes. Hasta que el Unimog hace una pantalla acá, rompen el candado de la tranquera, y ahí entran todos corriendo al grito de ‘agarren a uno, agarren a uno’. Y el jefe del operativo gritaba: ‘Tirales, Tirales’.
Fue mucho peor que la represión de enero.
Sí, fue algo que no se había vivido nunca aquí. Entraron a punta de pistola disparando y disparando. Aguantamos todo lo que pudimos hasta que en un momento hicieron un ingreso todos los efectivos. Y ahí nos corren hasta el río, unos setenta metros. Donde nos tirábamos por diferentes partes, por donde podíamos, porque la lluvia de balas no cesaba. Ahí es donde el compañero Santiago no logra cruzar. Porque mientras nosotros íbamos nadando por el río, la Gendarmería igual nos seguía tirando adentro del agua.
Nos tiraban con nueve milímetros, con escopetas y con piedras algunos. No les importaba nuestra vida a la Gendarmería. Ellos vinieron a matar a uno acá. El compañero nadó hasta una parte y al ver que las piedras llovían de arriba y los tiros no cesaban, decidió volverse para la orilla. Y ahí es donde hay otro peñi que lo ve al compañero Santiago agarrado de una rama, con el agua hasta las rodillas y los gendarmes arriba. Y después hay otro peñi más que también ve a tres efectivos de la Gendarmería que están golpeando a alguien que no logra reconocer.
Era Santiago…
Y sí.. Ahí sale el Unimog cargado. Sube hasta el cruce de allá. Y vemos cómo se atraviesa una camioneta blanca junto al Unimog. Varios gendarmes hacen una pantalla para que no se vea lo que están haciendo. Y la camioneta blanca de Gendarmería sale para allá, como rumbo a Esquel. Por eso no hay la menor duda de que se lo llevó la Gendarmería. Que ellos lo tienen y que ellos son los responsables de que el compañero no aparezca.
Ellos y todos los medios de comunicación que también han aportado a la difamación no sólo de la comunidad sino también de nuestro proyecto de vida. Porque aquí no es que solo se ve a unas personas tirar piedras y cortar rutas. Sino que aquí hay un proyecto de vida. Como decía Santiago: “Es un gusto estar con los terroristas. Los terroristas de la verdura”, decía y se reía.
¿Por qué de la verdura?
Porque habíamos estado comiendo verdura el día anterior, cuando él llegó. Y le contábamos que estábamos plantando ajos y otras cosas. Él nos había acompañado en otras represiones anteriores. Y esa noche habíamos estado conversando bastante.
Nos contaron que Santiago es alguien de mucha conciencia, y también de muy buen humor.
Sí, el humor no le faltaba al compañero. Igual uno lo conoce poco, y siempre nos vimos en estos contextos de represión, en los que las charlas se tornan más serias. Pero igual uno va viendo la forma de vida que tienen los compañeros, cómo es el compañero, cómo se desarrolla. Y él, por más que estemos hechos de goma, cansados y esas cosas, nos hacía reír bastante. Y esa noche nos había hecho reír.
¿Qué les decía?
Cosas… De hecho esa noche nos dijo que si un día él no estaba, teníamos que decirle LHT. Viste que ahora muchos se ponen nombres con siglas. “¿Y eso qué es?”, le preguntamos. “Las hice todas. Así tienen que decirme”. Y así fue, él compañero las hizo todas. Y si es que la Gendarmería lo mató, murió como un gran luchador social, consciente de la causa nuestra, con sus principios. Y así lo recordamos.
Conclusión:
La declaración del comandante Escola narrando el ímpetu vindicativo con que lanzó el procedimiento; su incoherente explicación de su detención al llegar al lugar de los supuestos hechos narrados por los mapuches; la ausencia o inexistencia del video con que debía acreditar el procedimiento; la inexplicable larga estadía de Gendarmería dentro del predio, para la que no estaba autorizada judicialmente; el obstinado impedimento de ingreso a los integrantes de la APDH; la omisión de referirse a la camioneta blanca que salió del Pu Lof con una especie de túmulo mortuorio ambulante, apuntada por los mapuches en sus testimonios como involucrada en los hechos, señalan en forma grave, precisa, y concordante, que el comandante Escola y algunos de sus hombres, no todos, serían penalmente responsables de la muerte de Santiago Maldonado, por un exceso funcional en el momento de su aprehensión en las márgenes del Rio Chubut. Y la posterior desaparición de su cuerpo, enterrado en algún lugar de la inmensidad de la Patagonia, para encubrir el homicidio involuntario que en el Pu Lof habrían perpetrado.
De ser así, a Escola y los involucrados les convendría reconocer que fueron autores de un homicidio preterintencional, o culposo con dolo eventual, confesando que hicieron del cuerpo de Santiago Maldonado, antes que tener que enfrentar una condena a cadena perpetua por un crimen de lesa humanidad.
Y de ser así, el Gobierno sería políticamente responsable de ese crimen, ya que los gendarmes habrían invadido el predio sin autorización judicial, cumpliendo órdenes directas del ministerio de Seguridad a cargo de Patricia Bullrich; por supuestamente hallarse ante un delito en flagrancia por la agresión de los mapuches, que no requería la intervención previa de un juez. Trasmitidas a través de su segundo Pablo Noceti, un abogado defensor de la mano dura y de acusados por delitos de lesa humanidad durante la dictadura, que en ese día fatídico estuvo inexplicablemente dos veces en el lugar de los hechos.
Esto explica la extraña paralización del Gobierno, que según la nota de Clarin simultánea al reportaje al comandante Escola, firmada por Santiago Fioriti que hace de vocero oficioso del oficialismo, con título “A la espera de un ADN clave, Mauricio Macri aún respalda a la Gendarmería” (3/9/2017), “el Presidente no quiere acusar a los efectivos porque sí. Dicen que es una decisión “político-estratégica”.
Y en consecuencia se abrazó obtusamente a los resultados de la estrafalaria hipótesis de que Santiago Maldonado fue herido en un ataque a un puestero el 21 de julio. No obstante multiplicarse los testimonios, publicados incluso por Clarín, que entre ese día y su desaparición el 1 de agosto, Santiago se encontraba en El Bolsón, gozando de perfecta salud. Lo cual indica una pésima información por parte del presidente, o solo su afán de ganar tiempo de cualquier manera.
Sin embargo según Fioriti, “el Gobierno, y Mauricio Macri en particular, esperan con ansiedad la comparación de esas muestras con el ADN de la familia Maldonado. “Eso puede despejar una hipótesis”, confió ayer a Clarín una altísima fuente de la Casa Rosada, en referencia a la posibilidad de que Maldonado haya sido herido en el ataque al puestero”. Habiéndose anunciado en el momento de publicación de esta nota, que el ADN que sostenía esta hipótesis, no se corresponde con el de Santiago Maldonado.
Por su parte el diputado MC y actual candidato a diputado de Unidad Ciudadano Leopoldo Moreau, denunció que en realidad esa “decisión política estratégica” del Gobierno, consiste en un “pacto mafioso”. Al haberse confiado a Gendarmería la nueva junta criminalística dispuesta por la justicia federal en el caso Nisman, para que revierta las conclusiones de la anterior junta concretada en la justicia ordinaria, que descartó la existencia de un homicidio.
Fioriti asegura también que, “en el entorno de Bullrich dicen que consultaron a expertos locales e internacionales y que todos coinciden en que “en un grupo de 40 personas, que son de distintos lugares, es imposible que haya connivencia para ocultar un delito”. Dicen que Macri cree que es una situación para mantenerse firme “aunque duela””. Aunque el ocultamiento no necesariamente alcanza a 40 personas, sino solamente a quienes hayan mal aprehendido a Santiago Maldonado, yéndosele de las manos.
Singular imagen de la ministra Patricia Bullrich con atuendo de gendarme
De ser así, esta cuestión sería una durísima lección para muchos argentinos, y especialmente para los integrantes del actual Gobierno, y muy especialmente para la ministra Bullrich. Quienes sin existir el menor indicio de la existencia de un homicidio -todo lo contrario según las pericias judiciales- se encabalgaron demencialmente sobre la falsa denuncia y el suicidio del fiscal Nisman, para explotarlas políticamente hasta la náusea, a los efectos de ganar las elecciones del año 2015.
Y ahora que se encuentran en una situación exactamente inversa, le exigen a la oposición que sea prudente, que confié en las instituciones, y no incurra en la premeditada y rentable demencia en la que ellos incurrieron. Al sindicar gratuitamente al anterior gobierno como responsable criminal de un magnicidio inexistente, lo cual llevó la brecha entre los argentinos a un grado extremo.
La tragedia de Santiago Maldonado debería enseñarnos a los argentinos, que cosas como la muerte, las desapariciones, y el funcionamiento ecuánime de la justicia, no las deberíamos usar nunca para el juego espurio de la política, como nos sucede y nos agobia actualmente.
Ojalá que el sacrificio del joven idealista LHT “Las Hice Todas” Santiago Maldonado, como un cristo secular y moderno, no sea otra manzana de discordia en la enorme brecha que separa los argentinos, para llevarla a un grado paroxístico; sino que se convierta en un motivo de reflexión y una prenda de paz para poder empezar a derribarla.-
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