Tiempo Argentino,
16 agosto 2017
“No hay ningún indicio de que la
Gendarmería haya detenido a Santiago Maldonado”, dijo Patricia Bullrich el 7 de
agosto, a seis días del brutal ataque de esa fuerza al poblado mapuche de
Cushamen, en Chubut, donde se produjo la desaparición forzada del joven
artesano. Una frase, por cierto, autoincriminatoria. Porque tal delito comienza
con la privación de la libertad cometida por agentes estatales pero se completa
con la falta intencional de información o la negativa a reconocerla por parte
de las autoridades. Y esa precisamente es su contribución al asunto.
Hoy, ante la Comisión de Seguridad
del Senado, la ministra de Seguridad ratificó con vehemencia, y por momentos a
los gritos, la ajenidad de los uniformados en el hecho. Redondeó semejante
postura con las siguientes palabras: “Si por presión mediática le tiramos al
gendarme una responsabilidad que no está probada, yo sería una mala ministra”.
También defendió a su jefe de
gabinete, Pablo Noceti, un ex abogado de genocidas y apologista de la última
dictadura, quien dirigió el operativo en el que Maldonado fue visto por última
vez. “Noceti es un excelente profesional”, aseguró la ministra.
En su paso por la Cámara Alta,
Bullrich hasta puso en duda la presencia del joven en la lof de Cushamen
durante la faena represiva. “Si estaba o no –dijo– ni el juez lo sabe; nosotros
no lo sabemos porque todas las personas estaban con la cara tapada”.
La señora ministra tampoco se privó
de poner en relieve los obstáculos que tuvieron las autoridades a la hora de
investigar el asunto, y apuntó contra la familia de Maldonado y la comunidad
mapuche. Sobre estos últimos señaló que su falta de colaboración incluía “la
negativa a prestar testimonio ante la Justicia”. Por último, casi como al
pasar, admitió que ella recién supo sobre la “ausencia” de Maldonado al día
siguiente, “porque la denuncia –según dijo– no se hizo en el momento”,
instalando así otra vez su idea de que la hipótesis de la “desaparición forzada
fue construida” en ese lapso por la familia y los organismos de Derechos
Humanos.
Nada más falso. El primer hábeas
corpus del caso fue presentado por la Comisión Provincial por la Memoria (CPM)
durante la tarde del 1º de agosto (a horas del secuestro de Santiago) ante el
Juzgado Federal de Esquel. Y aquel mismo martes a las 19.10 el defensor oficial
Jorge Fernando Machado le tomó declaración en la lof de Cushamen a una
pobladora en calidad testigo de los hechos. Su identidad se mantiene en
reserva. Ella allí refuta por anticipado y de manera palmaria las
justificaciones esgrimidas 15 días después por Bullrich en el Senado.
Tiempo Argentino obtuvo en exclusiva
el registro de su testimonio que desde entonces está debidamente incorporado en
el expediente.
A continuación, su contenido:
“Interrogada sobre los acontecimientos acaecidos en horas de la mañana,
expresando que alrededor de las 11.00 hs. Se encontraba junto a su hijo, su
hija mayor y su nietito, irrumpiendo personal de Gendarmería (alrededor de 40).
Se escuchaban disparos. Es así que entre la confusión llama a los menores para
que ingresen a la morada (a la guardia) por los tiros, quedando su hija afuera,
se oyen ruidos y gritos de un masculino a lo que la deponente le dice que se
calmara que había niños, el masculino ingresó y empujó a su hija, revolvió el
lugar, el masculino gritaba e impartía órdenes, diciendo “búsquenlos”,
“busquen”, encargándose ella de los niños, parecía que buscaban armas, drogas,
buscaban cualquier cosa; y empiezan a prender fuego una carpa con sillas,
diferentes muebles y elementos personales cuyos rastros se observan a simple
vista, desarmaron otra carpa, la levantaron y quemaron. Que la compareciente
protegió a los niños. Que un compa (Santiago Veloso o Peloso –N de la R: aún no
se sabía el apellido de la víctima) creyendo que se encuentra detenido, que uno
de los integrantes de lof vio cuando lo llevaban detenido. Que los episodios de
violencia son frecuentes y los mismos han ocurrido con la presencia de los
niños (por lo menos en tres oportunidades) que estos hechos repercuten
negativamente en los menores. Es su deseo de que no interrogue a los niños a
fin de no reinstalar aspectos traumáticos. Se deja constancia de que teniendo a
la vista a los mismos, no revelan lesiones tangibles. Los mismos concurren a la
escuela del paraje (Lago pueblo), donde vive la declarante, aquí vive su hija.
Acto seguido se la interroga respecto a lo sucedido, quien manifiesta que
concuerda plenamente con los dichos de su madre y que su hijo no sea
interrogado por los mismos motivos. Que desean acompañar en prueba de sus
dichos y que revelan la violencia materializada por Gendarmería tres (3) vainas
servidas cuya leyenda reza “antimotín” 70 mm. Y una (1) sin percutar, las que
fueron halladas dentro del predio. Con lo que no siendo para más se da por
finalizado el acto”.
Estas fojas y los cuatro proyectiles
mencionados fueron remitidos aquella misma noche al Juzgado Federal de Esquel,
a cargo de Guido Otranto, quien de inmediato dio aviso de su contenido al
Ministerio de Seguridad. La mentira tiene patas cortas.
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