Por Arleen Rodríguez Derivet, Resumen Latinoamericano, 25 agosto 2017
Rosa Miriam Elizalde está en La Habana, pero por lo que estudia y lo que analiza, se podría creer que está en todas partes, así que, cada vez que hablamos, empiezo por preguntarle en qué parte del planeta está ahora su atención de especialista: Se habla de una cuarta dimensión… ¿es ahí donde estás?
Rosa Miriam: Internet es un ecosistema o una galaxia, como ha llamado al cibermundo el sociólogo español Manuel Castells. A diferencia de otros hábitats que compartimos los seres vivos, este en particular te permite desplazamientos a la velocidad con que se aprieta una tecla. Si comparamos a Facebook, por ejemplo, con un parque temático, puedes moverte de un banco en Cuba a otro en la India a la velocidad de la luz. Eso tiene luces y sombras, por supuesto. Pero para un investigador del ámbito de la comunicación es fascinante, porque no solo te permite la observación directa de tu objeto de estudio asociado a fenómenos sociales y políticos muy complejos, por muy remotos que estén geográficamente, sino que puedes hacerlo desde adentro de los propios canales comunicativos, las redes sociales, por ejemplo. Es como si en el siglo XV se hubiera podido observar simultáneamente el impacto de la aparición de los primeros libros y a la vez, estar de cuerpo presente en la imprenta de Gutenberg.
Conversamos para “La luz de la memoria” –programa que comienza una hora antes de la medianoche de los domingos en Radio Rebelde-. Este diálogo ocurrió el 13 agosto, aniversario 91 de Fidel, a quien amamos especialmente las dos, pero ninguna quería hacer un programa hablando sobre él, sino intentando hacer lo que él haría en un momento como el que vivimos:
Rosa Miriam: No dejo de mantener diálogos permanentes con Fidel, como me ocurre con mi padre o con otros seres entrañables que fueron decisivos en mi vida, que ya no están en este mundo, pero siguen habitando dentro de mí. Me resulta imposible ver determinadas realidades sin pensar y preguntarme qué habría hecho Fidel en estas circunstancias.
Digamos Trump contra Corea del Norte o Trump contra Venezuela o incluso contra nosotros mismos. Hay que ver las ironías que le habría dedicado Fidel.
Rosa Miriam: Fidel siempre estuvo muy preocupado porque se produjera una guerra atómica, pero ese fue un tema casi obsesivo en sus últimos años de vida y de la mayoría de las Reflexiones. Advirtió muchas veces la posibilidad de que desapareciera la especie humana por un ataque nuclear. No hacía falta una guerra, bastaba un enfrentamiento entre dos países con armas nucleares. Creo que esa posibilidad está hoy más cerca que nunca. Fíjate en las amenazas contra Corea del Norte y en todos los exabruptos de este nuevo inquilino de la Casa Blanca que parece un niño malcriado jugando con misiles que tienen mil veces más potencia que la bomba que se lanzó sobre Hiroshima.
Entre otras cosas porque internamente está bajo fuego y para que esos escándalos no sigan en portada, apunta hacia afuera. El problema es que el costo lo paga el resto de la humanidad. Pero, pensando contigo, qué estaría diciendo Fidel ahora mismo, quiero que hablemos de la guerra contra Venezuela, porque sé que sigues de cerca lo que ocurre allí y una vez te oí decir que en internet transcurre una guerra contra ese país que explica reacciones absurdas como que 11 líneas aéreas de pronto abandonen el país o lo que ahora mismo le están haciendo algunos gobiernos latinoamericanos, igual que a Cuba en los años 60.
Rosa Miriam: Mira, se habla mucho de la Guerra de IV generación y mucha gente lo ha incorporado a su lenguaje sin saber exactamente en qué consiste. Es una guerra donde no intervienen los ejércitos regulares, pero es tan brutal como la otra, porque también hay bombas que tiran personas teledirigidas y mueren personas en el terreno, generalmente civiles.
Todos los elementos de la llamada guerra de IV Generación se han aplicado contra Venezuela. Los chinos tienen una expresión muy buena para entender lo que pasa en su país. Ellos dicen que la política tiene dos brazos, uno económico y otro cultural, simbólico, comunicacional. En
Venezuela ha habido guerra económica brutal y guerra comunicacional, simbólica, cibernética, brutal. Es decir, han aplicado prácticamente todos los métodos. Han aplicado incluso laboratorios tecno-científicos especializados en el control de la mente humana, de sus emociones. Hoy se pueden modelar escenarios sociales y políticos para inducir comportamientos y parametrizar a comunidades enteras, con el favor de las redes que llegan a todos lados y sin las cuales ya no puede vivirse en sociedad. En Venezuela la han utilizado para inducir la violencia.
La pregunta es: ¿por qué no ha caído el gobierno de Nicolás Maduro, asediado por todas esas guerras? Puede sonar duro, pero mucha gente, incluso en Cuba, donde se supone que estamos mejor informados sobre Venezuela, apostaba a que el gobierno de Maduro no sobreviviría a tantos ataques…
Rosa Miriam: Arleen, nunca ha sido más totalitario el control de la información que en estos momentos cuando, paradójicamente, hay tantos canales de información. Hemos pasado del modelo panóptico del que hablaba Foucault –uno observa a muchos- al modelo sinóptico donde muchos miran a unos pocos actores y medios de comunicación. Es impresionante. Si sólo se sigue lo que dicen de Venezuela las agencias informativas y otras transnacionales mediáticas, no se entiende qué está pasando allí.
Sin embargo, cuando uno se sumerge en las aguas profundas de la web y de las redes sociales, empieza a ver un mundo más complejo, con contrapesos, donde hay posiciones de ultraderecha (que controlan muchos espacios también) y la militancia chavista, la militancia revolucionaria, que también está en esos escenarios. Pero hay que hacer una inmersión, esfuerzo intelectual y tiempo, a contracorriente de una cotidianidad donde todo es veloz, superficial, instantáneo, simple y reducido a no más de 140 caracteres.
He escrito varios libros vinculado con personalidades de Venezuela, y sigo con atención la Revolución bolivariana. Por supuesto, un momento histórico de ese proceso fue la elección constituyente del 30 de julio. Quien seguía exclusivamente por los medios tradicionales lo que allí estaba ocurriendo, en un momento definitivo de la vida política nacional, no se enteraba de nada. El País, de España, el medio más leído en lengua hispana, no publicó ni una sola foto de los más de ocho millones de venezolanos que fueron a votar, por ejemplo. Las imágenes que empapelaron, tanto El País como el resto de los medios tradicionales, fueron las de una explosión en el puente de Altamira en Caracas, un sabotaje contra la Guardia Nacional, donde fueron heridos siete guardias nacionales, que iban en una caravana de motorizados, y fíjate si estaba todo preparado que allí estaban los fotorreporteros esperando esa explosión espectacular que empapeló las portadas de todo el mundo. Ahí la emboscada fue doble: la de los opositores violentos y la de la prensa. Se preparó el escenario para reforzar un reflejo condicionado y la inmensa mayoría de los lectores de El País jamás se enteraron de que fueron manipulados descaradamente, a pesar de que, si seguías Twitter, por ejemplo, al alcance de todos los editores. Te enterabas cómo los periodistas y los terroristas ya estaban allí antes de la explosión, cómo celebraron luego el espectáculo de los policías envueltos en llamas.
El antes, el durante y el después de aquella macabra puesta en escena, como otras muchas con las que se criminalizó al gobierno venezolano, se hace frente a las cámaras. Así no solo se convierte a la víctima en el criminal, sino que se naturaliza la violencia. Eso es guerra de cuarta generación: convertir simbólicamente a nuestros países en lo que no son. Así crearon el mito de Venezuela como un país ingobernable, encabezado por un dictador del que hay que salir por cualquier vía, y que hostiga a una oposición glamorosa y pacífica.
Es tan fuerte esa maquinaria que cuando se apartan los verdugos que mueven los hilos detrás de la pantalla, ni se nota. La gente ya está montada en la ola acusatoria e irreflexiva de todas formas. Este es el efecto más importante del progreso de la tecnología del distanciamiento entre el poder y la víctima, la teledirección y la automatización de los procesos comunicativos, que terminan liberando a los medios y a los ciudadanos de sus limitaciones morales. Explica por qué quemaban a la gente viva frente a las cámaras y hacían todo tipo de atrocidades en nombre de la libertad, que desde el punto de vista de la sicología del agresor es la misma libertad que puede tener cualquiera para matar a una alimaña.
Y es impresionante, Arleen, cómo hasta en Cuba algunos se tragan muchos de los cuentos contra Venezuela que llegan incluso a medios de izquierda, que no raspan más allá de la prosa de boletín de las agencias cablegráficas.
Es decir, la vieja escuela de la manipulación, con tecnología de punta…
Aunque las llamadas guerra asimétricas existieron siempre, no hay dudas de que ahora la conjunción de componentes cibernéticos y mediáticos ponen esteroides a la guerra de cuarta generación. Como todo está a la distancia de una tecla, con un enorme distanciamiento entre los burócratas que ejecutan la guerra y el “enemigo”, hay pocos costos políticos y ningún daño colateral para el país que ataca.
Venezuela es uno de los países de mayor penetración de Internet de América Latina. En el 94 por ciento de los hogares hay dispositivos móviles, según las últimas estadísticas de CONATEL; el 78 por ciento de la población utiliza habitualmente el comercio electrónico. Estamos hablando de una elevada penetración de Internet de alta velocidad, que le permite a la mayoría de los venezolanos vivir prácticamente conectada. Esto facilita la guerra de cuarta generación, pero a la vez puede ser su un muro de contención, si la ciudadanía tiene una militancia activa en el escenario digital, como ocurrió en Venezuela.
Chávez fue pionero en entender la importancia de organizar al movimiento bolivariano en las redes sociales para la defensa del poder político. Recordemos @chavezcandanga, su cuenta en twitter, con la cual enfrentó el poderío de los medios privados, los mismos que siguen operando dentro de Venezuela y articulan las operaciones en las redes contra el país. Y a la vez, él convirtió ese espacio en un canal de interlocución con su pueblo. La presencia del Presidente Chávez en las redes, no solo en Twitter, demostró que la comunicación es también poder para la izquierda.
Eso en parte explica por qué en los llamados trending topics de Twitter –que son los temas de los que más se hablan en la red, en un momento determinado y marcan la agenda de un país-, no hay una etiqueta opositora que no tenga al lado tres, cuatro, cinco etiquetas chavistas. Es decir, no hay un hecho sin varias versiones de la realidad, sin un real debate político. En un escenario tan importante para la batalla simbólica, no hay indiferencia. Estos laboratorios de la derecha internacional, y sus inconcebibles cañones, no pudieron desplazarse impunemente. Tuvieron al pueblo revolucionario participando de manera activa y orgánica en la guerra.
¿A qué apuntas cuando hablas de cañones y laboratorios de niveles inconcebibles?
A la brutalidad que destaparon, por ejemplo, Facebook y Twitter bloquean constantemente imágenes de desnudos, incluso aquellas de una pintura del siglo XIX, pero en ambas plataformas puedes ver cómo queman personas vivas en las llamadas protestas pacíficas de la oposición venezolana -que de pacíficas no tienen nada. Se justificó el exhibicionismo de la violencia para inducir terror y achacarlo al chavismo. Como no hace falta demostrar nada y se apela constantemente a las emociones de la gente, el cálculo fue justificar así el aislamientos diplomático y político, y todas las demás tácticas de la guerra. Fueron laboratorios con cañones que apuntaron fundamentalmente a niños y adolescentes.
Cuando se veían esas imágenes terribles, incluso por Telesur, yo me preguntaba si eso no ayuda al mensaje del adversario en el sentido de que se hace para aterrorizar, para que la gente tenga miedo de declararse chavista, revolucionario. Pero al mismo tiempo me decía: hay que denunciar los crímenes y cómo hacerlo sin mostrar que hay grupos violentos capaces de quemar personas vivas.
Rosa Miriam: Hay operaciones de guerra psicológica que aprovechan la tendencia al exhibicionismo de la cultura digital. El miedo a ser observado de la cultura analógica, ha sido sustituido por la alegría de ser noticia. Todo se dice y se filma con los móviles, todo se exhibe, pero entre tanto ruido no hay manera de ver y escuchar claramente. Por suerte, siempre hay quien da un alarido ético que ayuda a ver en la oscuridad. Una publicación venezolana, Red 58, creó un mapa de los quemados vivos en Venezuela a partir de abril en las protestas opositoras, 30 o más personas que fueron linchadas en plena vía pública y ante las cámaras, para ser exhibidas luego por las redes. Lo que eran casos dispersos que naturalizaban la violencia simbólica en los usuarios de las redes, que en Venezuela son la mayoría de la población, se juntaron en una sola plataforma. Efectivamente, daba miedo, pero sobre todo daba indignación, que es un sentimiento que moviliza a diferencia del miedo, que paraliza. Eso impactó dentro de esa sociedad y ayudó a crear conciencia a favor de la paz, el gran tema que sacó a la gente a votar el 30 de julio.
Como ha dicho Jorge Rodríguez, el alcalde del municipio Libertador, de Caracas, la campaña de terror impidió que muchos salieran a los centros de votación, pero más de ocho millones se enfrentaron al miedo y lo hicieron en una votación histórica.
Pero otro lado, Arleen, las cámaras de eco de la derecha local e internacional amplificaron la violencia. Aunque se presenta a un país en caos, hubo algún tipo de expresión de violencia en menos del 7 por ciento de los municipios del país. Las acciones más violentas sucedieron en lugares controlados por la oposición.
Algunos fronterizos con Colombia.
Rosa Miriam: Sí, en el Táchira; y también, en el este de Caracas. Pero todo eso era amplificado por esas enormes cámaras de eco que tiene la media internacional, que son como burbujas donde solo se reproduce un tipo de mensaje.
Algo impresionante, que ningún medio de las grandes cadenas transmitió, lo vi en Red 58 y lo vi en Telesur, cuya presidenta, Patricia Villegas estuvo muy activa a través de Facebook y lo mostró en fotografías: cómo la gente cruzó ríos y atravesó campos, ayudándose unos a otros, cuando se cerraban accesos al área donde votar.
Rosa Miriam: Porque una de las cosas que ocurrió y que han silenciado las grandes transnacionales mediáticas, es que la gente reaccionó. Y te diría que no sólo los chavistas más activos, también los chavistas críticos e incluso parte de la oposición, salieron a expresar su apoyo a la convocatoria de paz. No quieren ese tipo de conflicto, no quieren una Venezuela intervenida por Estados Unidos. Los violentos no solo mataban gente por su color de la piel o su origen social, sino pedían a gritos la intervención militar y hasta la guerra nuclear, por cierto. Hay también mensajes de este tipo en Facebook y en Twitter. La mayoría del pueblo venezolano clamó por el diálogo y la paz.
También la gente va aprendiendo. Cuando las elecciones de la Asamblea Nacional, a finales del 2015 -la Asamblea se instauró a principios del 2016-, el mensaje que llevó el gobierno de Nicolás Maduro fue un mensaje muy razonado para explicar las causas de la guerra económica. Y la oposición llevó un solo mensaje, puramente emocional: prometió acabar con las colas, cosa que no hizo ni le importó hacer, porque se empeñaron en sacar a Maduro del poder e impedir que en Venezuela se pudiera gobernar…
Porque en realidad la oposición trabaja para provocar las colas.
Rosa Miriam: Recuerdo haber visto el testimonio de un señor, un caraqueño, que decía en un video de Facebook: yo voté por la oposición para la Asamblea Nacional, porque me prometieron quitar la cola y ahora seguimos teniendo las colas y la gente se queja en la calle. “Voy a votar por la Constituyente”.
Hay que decir también que la oposición venezolana no solo está muy dividida por las ambiciones personalistas de sus dirigentes, sino que es rastrera, mediocre, mentirosa. Es capaz, como Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López –dirigente de Voluntad Popular y preso por haber encabezado las marchas violentas del 2014- decir que a su marido lo torturaban, que no tenía acceso al pabellón matrimonial. Viajó el mundo con ese cuento. Se reunió incluso con Trump. Bien, sale López de la cárcel y pasa a régimen de reclusión domiciliaria, y la señora Tintori se va a Miami porque está embarazada. Ni ha aparecido en este ambiente de espectáculo una sola foto en las redes del amoroso matrimonio, porque según fuentes de la propia oposición, está embarazada de otro adversario del chavismo, prófugo de la justicia. Es una excelente parábola de cómo se fabrican los mitos y cuánto se desprecia la verdad, que al final tiene piernas largas.
¿Cómo se entera la gente de todo eso? En las redes sociales. Por eso quien quiere informarse seriamente de Venezuela, puede encontrar muchísima información que desmiente los estereotipos que se difunden. Encontrará que hay niños lanzando cocteles molotov a diestra y siniestra, y madres yendo a sacarlos de las protestas. Encontrará a Lilian Tintori celebrando que los niños participen de los ataques contra unidades militares como La Carlota, en Caracas, como carne de cañón, y miles de mensajes que lo denuncian. Encontrará pasarelas de la moda internacional que venden la estética del guarimbero, y “extraordinarios análisis” que denuncian la banalización de la violencia que lleva a niños y a adolescentes a practicar matanzas como se practican los deportes extremos.
Algunos de esos niños han muerto porque les han estallado encima los artefactos explosivos, algunos adictos a juegos violentos que no distinguen entre matar a un ser humano o matar a un cíber guerrero digital. Es impresionante ver a los niños de 3 y 4 años jugando a la guarimba, o haciendo cortes de calle con sus juguetes. Es el fascismo, el rostro del fascismo…
El fascismo del siglo XXI.
Rosa Miriam: Del siglo XXI multiplicado por mil, por la capacidad que tiene la violencia simbólica de naturalizar las escenas donde el pobre, el negro, el que piensa diferente, tiene que morir y no importa, lo matan y punto, como mismo pasa en los videojuegos. Es terrible. Y eso lo está viviendo la población venezolana día a día y por eso el voto de castigo que le dio el pueblo a la oposición y al fascismo global, que apoyó el circo mediático que hicieron dos semanas antes de la votación para la Constituyente. El 16 de julio armaron una encuesta electoral en la que dijeron que habían votado 7 millones de venezolanos, pero nadie lo pudo comprobar porque quemaron en la vía pública los cuadernos de las firmas. Era inauditable y ni un solo medio transnacional ni un solo político de derecha cuestionó la cifra.
Esa realidad tan compleja es la que se está silenciando para justificar los cercos diplomáticos, los cercos políticos, los cercos económicos contra una revolución que tiene consistencia ética. Allí ha vencido la ética de la paz, del diálogo del gobierno de Nicolás Maduro, que están en la raíz del alma venezolana, del legado de Hugo Chávez, que sigue siendo un héroe nacional indiscutible para millones de personas en ese país.
Tú me estás hablando de qué si bien hay un adversario agresivo, despiadado, violento, fascista, con toda la dinámica del siglo XXI, hay una resistencia que no ha dejado de actualizarse. De eso quiero que hablemos porque para poder explicar esa pregunta que te hacía antes: cómo ha resistido el gobierno de Nicolás Maduro, hay que explicar y entender primero lo nuevo que está ante nuestros ojos. Por lo menos es lo que yo sentí al ver la instalación de la Asamblea Constituyente, con una mujer que improvisó un discurso excepcional, como lo hizo Delcy Rodríguez -que ya nos había impresionado como canciller-. Está naciendo algo nuevo y sé que en este momento Fidel no lo ignoraría como batalla principal.
Por eso retomo, Rosa, lo que me comentabas en cuanto al activismo digital del chavismo, eso de que detrás de un twiter de la oposición pueden salir diez de la Revolución bolivariana. ¿Significa eso que no sólo hay conciencia, sino que hay acción dentro del aparato de la Revolución bolivariana en cuanto a uso de las armas mediáticas de la guerra de cuarta generación?
Rosa Miriam: Significa que hay una militancia política real, no hay robots, no emiten mensajes pre-estructurados. Lo más interesante que uno puede observar de las dinámicas sociales en las redes de Venezuela es eso. Porque no sólo habla Maduro, a quien le han hecho una campaña descomunal: que si es bruto, que si es un dictador, que si esto y lo otro y Maduro ha demostrado una enorme inteligencia emocional para conducir a esa sociedad y encarar estos retos comunicacionales.
La opción de la Constituyente descolocó completamente a la oposición, los ubicó a la defensiva, visibilizó una propuesta ética frente a la violencia real y simbólica que la oposición llamó la salida, que no tiene detrás ningún programa de gobierno, sin ninguna alternativa para la gente, solo acabar con el gobierno democráticamente electo del presidente Nicolás Maduro. Y se ha probado que es un líder de una gran solidez política, con el apoyo de las Fuerza Armada Nacional Bolivariana y un equipo de gobierno con una vocería muy activa y unitaria. Ahí uno percibe, si sigue de cerca el tema venezolano, cómo prácticamente cada líder le habla a un segmento de la población, con gran diversidad dentro de la unidad y que propician que las bases se expresen de manera natural, orgánica.
Yo creo que el hecho más contundente, y por eso es tan novedoso lo de la Constituyente, es que por fin se haya sentado en los curules al pueblo, ese que siempre estuvo en los gallineros. La Asamblea Nacional venezolana con todo y los quince o dieciséis años, ya diecisiete, de proceso revolucionario en Venezuela, no dejó de ser la asamblea de los partidos políticos y ahora es la gente, la Constituyente es la gente, los representantes de los limitados físicos, los representantes de las mujeres, los representantes de los campesinos…
Arleen Rodríguez Derivet
Rosa Miriam Elizalde
Rosa Miriam: Las minorías olvidadas. ¿Cuándo en el parlamento venezolano los que tienen alguna discapacidad tuvieron una silla? ¿Cuándo los jubilados tuvieron una representación? Previo a las elecciones se publicaron los datos de los candidatos a la Asamblea Constituyente por los que se votó el 30 de julio: más del ochenta por ciento eran negros y mestizos. Para aspirar a la Asamblea cualquiera se podía inscribir. Solo se necesitaban mil firmas de respaldo, no un capital, ni el dedo de un poderoso. De modo que el 30 de julio los venezolanos votaron por más de seis mil candidatos que representaron cada región y municipio, los distintos sectores de la sociedad para elegir 545 constituyentistas. Si ves la foto de la constitución de la Asamblea, con todos sus integrantes, verás el rostro de la Venezuela real: negros, indígenas, discapacitados, mujeres, intelectuales, estudiantes, empresarios, con Delcy Rodríguez como Presidenta, y yo estoy de acuerdo contigo, es una mujer excepcional, muy valiente, muy directa y muy culta. Delcy es muy visible por haber sido la Canciller, pero si uno empieza a mirar quiénes son cada uno de las personas elegidas –en las redes había cuñas de todos los candidatos presentándose por sí mismos y con una realización excelente, que te dice que la izquierda no tiene que estar reñida con las estéticas contemporáneas-descubres inteligencia, sensibilidad por los problemas de los venezolanos, ánimo de justicia y un caleidoscopio de expresiones.
Esto te dice que la dirección de gobierno ha comprendido la importancia que tiene lo mediático dentro de lo político; Diosdado Cabello, el vicepresidente del PSUV, conduce en VTV el programa más popular, Con el mazo dando. Y Jorge Rodríguez, quien es además uno de los mejores polemistas del país, lleva La política en el diván…
Y todos vienen de una tradición de lucha anterior…
Rosa Miriam: Delcy y Jorge Rodríguez son hermanos, hijos de Jorge Rodríguez, que fue un luchador revolucionario, asesinado y torturado durante la IV República. Que fue torturado en la cárcel delante de sus dos hijos entonces pequeños y de su esposa embarazada, que perdió la criatura como consecuencia de esos hechos. Estamos hablando de personas que vienen de esa historia y tienen una gran ascendencia sobre la población.
Es decir, ahí no es que habla Maduro y ya, porque a veces vemos a Maduro o a Delcy, pero no al resto; hay un grupo de cuadros fundamentales de la Revolución que comparecen cotidianamente en los medios.
Rosa Miriam: Y te puedo decir que no necesariamente coinciden siempre. Yo recuerdo, que, en los días previos a la Constituyente, Maduro comentó ante las cámaras cómo se había dialogado hasta el último minuto con la oposición y que él incluso propuso posponer un par de semanas la Constituyente para que ellos pudieran presentar sus candidatos, a lo cual se negaron. Poco después, en el mismo canal de televisión, otra dirigente del chavismo afirmó que no había que seguir intentando el diálogo con la derecha. Porque esa es otra cosa: la capacidad de maniobra y de negociación que ha tenido este gobierno, con una base de la izquierda que no es homogénea. A veces se percibe desde afuera como si acometer determinadas arremetidas fuera expresión de cobardía.
Yo misma tengo a veces esa percepción y la he recogido entre amigos porque Maduro amenaza con detener a X, por delitos graves, pero pasan los días y esa noticia no tiene seguimiento y en el público que lo recibe desde afuera, se siente como que no hay capacidad en el gobierno para accionar.
Rosa Miriam: Sí, esos son análisis que resultan muy cómodos desde afuera. Otra cosa es estar allá dentro, donde tienes una oposición real, que presume de tener el voto de casi la mitad del país y además una campaña internacional que oculta las mentiras y la complejidad de la coyuntura, para reforzar el imaginario antigubernamental. Imagínate qué hubiera pasado si ahí se le hubieran entregado armas al pueblo para que se metieran en el este de Caracas, donde los alcaldes son opositores. No se puede meter esa realidad en un manual ni en una cajita, ni hay patrones a los que acudir con tantas variables y complejidades interviniendo en ese escenario.
Recuerdo, cuando trabajaba en el libro Chávez nuestro, con Luís Báez, la pregunta principal que tratábamos de explicar era ¿Cómo llegó un militar al poder en un continente que venía de la experiencia del gorilato, de las dictaduras militares, del Plan Cóndor? Por qué había llegado a Miraflores este hombre salido de Sabaneta –y hay que haber estado en la casa de Chávez para saber de qué hablamos-, que no tuvo nunca un juguete, solo las pelotas de béisbol que él mismo se construía para jugar con su hermano y una especie de ruleta que dibujaba en un papel.
¿Cómo ese hombre llegó a gobernar un país? Un hombre en un país de oligarcas que tiene de negro, que tiene de indio, que tiene de blanco…
…Que es Venezuela.
Rosa Miriam: Exactamente. Qué misterio hizo posible ese milagro. Aquello es Macondo, una invención de la realidad que no se puede meter en un manual de marxismo clásico. Es muy compleja esa realidad como para desde afuera pontificar. Eso no significa que no hayan cometido errores, pero uno tiene que entender los procesos como son y tiene que ver entonces los datos que propicia esa realidad e interpretarlos.
Nadie esperaba que la Constituyente se impusiera de esa manera. Creo que los exabruptos de Trump a la semana siguiente, diciendo que estaba valorando la acción militar contra Venezuela tienen que ver con la rabia, el odio que genera el fracaso, porque después de haberlo aplicado todo, de haber manipulado la OEA, de haber intervenido con todos sus laboratorios y sus millones de dólares tratando de subvertir la opinión pública para crear otro sentido común dentro de Venezuela contra el gobierno bolivariano, ese pueblo salió a votar a las calles y se enfrentó al terror.
Hay que ver cómo están llenas las redes sociales de las casas marcadas de los chavistas para que los asesinaran y los lincharan, en un país que linchaban a la gente frente a las cámaras con todo el odio y con toda la insensibilidad del mundo. Yo creo que sólo ISIS, el tal Estado Islámico, ha hecho cosas tan terribles y tan exhibicionistas y tan despreciables como las que instigó la oposición en Venezuela, mientras las cámaras de todos los grandes medios internacionales presentan a esa oposición como excelsos demócratas.
Ha tenido que triunfar la Constituyente para que comiencen a escucharse voces, todavía un poco tímidas, pero al fin reconociendo que efectivamente no era tan demócratas aquellos y que los guarimberos eran unos matones, y que se equivocaron. También ahora, frente a las cámaras y las redes sociales, quien quiere ver está asistiendo a la descomposición de esa oposición violenta y empiezan a reconocer que les salió muy mal el juego de la violencia, que soltaron unos demonios que después no podían controlar internamente y que la población los castigó, incluso sus propias bases, los castigaron. Esa es la realidad.
A Venezuela le falta su John Reed, le falta su hombre o su mujer, a lo mejor eres tú, te toca, aunque sea desde las redes sociales, construir el relato que el mundo no ha visto, o ha visto poco y mal contado. De todas maneras, sé que tú trabajas con gente muy joven, te rodeas de muchachos que manejan muy bien las redes, que son literalmente voladores dentro de esta red, ¿cómo reaccionan ellos ante esta realidad?
Rosa Miriam: Si eres un nativo digital, una persona que tienes esa cultura incorporada y además un pensamiento crítico, puedes entender perfectamente las manipulaciones. Ahora, como antes, la conciencia depende del conocimiento de la realidad y de los valores que te pongan a un lado o al otro de la Historia. Buena parte de los muchachos se dan cuenta perfectamente que no se pueden quedar en la superficie de la ola, no comulgan con los estereotipos y sacan sus propias conclusiones. Mientras más profundizan en el conocimiento de las tecnologías y las lógicas actuales, se dan cuenta de la capacidad de segmentación y manipulación que pueden tener estas herramientas en las manos equivocadas.
En Venezuela ya hay evidencias y se ha hablado de eso -aunque, como te digo, hay que buscarlo en el subsuelo porque los grandes medios no lo están enfocando así- de que se han utilizado contra ese país los mismos laboratorios empleados en otros procesos políticos en los últimos dos años. Durante la campaña de Donald Trump se invirtieron en las últimas dos semanas, 156 millones de dólares en el llamado Proyecto Álamo, cuya intención era desmovilizar a la base social de Hilary Clinton, que eran los negros y los latinos. La campaña impuso que ella era racista. Metieron en una base de datos información de más de 200 millones de estadounidenses y elaboraron hasta 160 000 mensajes diferentes para imponer esa matriz. Todo eso está ampliamente documentado. No lo dice el Granma, lo han explicado expertos norteamericanos.
En una población híper-conectada y donde los jóvenes son muy activos en Facebook, Twitter, Youtube, Instagram, WhatsApp y otros, se indujo la violencia para segmentos poblacionales que vivían a una milla de la base militar La Carlota, por ejemplo. Estamos hablando de eso.
Y perdieron. Yo entiendo la rabia que tiene que tener ese sistema porque si el poder que mueve a Trump invirtió 156 millones de dólares para una campaña de dos semanas, cuánto no habrán invertido en Venezuela. Los argentinos han documentado cómo en las últimas semanas de la campaña de Macri, dicho por su propio jefe de campaña, invirtieron 200 mil dólares diarios. Estos laboratorios estuvieron detrás del Brexit, de la campaña de Rajoy en España y de otros procesos políticos. No es un secreto que hoy se pueden modelar campañas con la ayuda de estas herramientas.
Y el puesto de mando central de todo eso, de esa derechización de Latinoamérica y de esa guerra que ocurre en esa otra dimensión que es Internet o cibernética, dónde está, ¿es una exageración decir que está en Estados Unidos? ¿Está en otra dimensión también o forma parte de un proyecto, el viejo proyecto de Santa Fe II, por ejemplo?
Rosa Miriam: El poder es global; ya no se trata de un país determinado contra otro. En las redes, la derecha es un solo país y tiene una fuerza enorme. Hay concertaciones y es lo que explica cómo contra Venezuela de pronto salen los extremistas de España, junto con los de Colombia, Perú y otras naciones. Todos con una voz única, financiamientos únicos, corredores únicos para los dineros, expertos internacionales que son mercenarios, que, si les pagan bien, lo mismo apoyan la campaña de un partido que de su contrincante. Hay una nueva geografía en curso y es importante comprenderlo. Y si me preguntas qué ha fallado –admitamos que Venezuela prácticamente se quedó sola en esta guerra de las redes- es que la izquierda todavía no se ha constituido como fuerza, como bloque o nación que articule la resistencia global a los poderes fácticos. Tenemos que empezar a enfrentar estas realidades con menos diagnósticos y más concertaciones, y acabar de entender que un ataque contra Venezuela puede ser mañana contra nosotros, contra los argentinos, contra todos los movimientos progresistas del mundo.
La última línea de ataque que han desarrollado, es que los gobiernos de la región, ni la ONU, ni la OEA ni nadie tiene que conversar con Maduro, sino con Raúl porque Cuba dirige los destinos de Venezuela. Esa es una línea de mensaje que han estado instalando, para dividir, para separar, para que no aparezca Cuba al lado de Venezuela en esta pelea, pero creo que la suerte de nosotros está echada desde siempre con el resto de América Latina. ¿Qué sitios recomendarías a quienes comprenden la urgencia de este momento, pero no cuentan con la información, con los argumentos?
Rosa Miriam: En Venezuela hay muchos sitios extraordinarios: Misión Verdad, Lechuguinos, La Tabla; Con el mazo dando; 15 y Última, Alba Ciudad, Red 58, Correo del Orinoco, Ciudad CCS y otros muchos, que conforman un espectro de medios verdaderamente alternativos que están haciendo la contrainformación y ayudan a entender estos procesos.
Rosa, agradezco muchísimo tus análisis. Creo que ha sido la mejor manera de celebrar los 91 años de Fidel. Una reflexión, para dar seguimiento a aquellas que nos daba él alertando de todas las guerras que venían.
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