Por Arthur González/El/El Heraldo Cubano -Martianos-Hermes-Cubainformación.-Desde que el 17/12/2014 el presidente de Estados Unidos Barack Obama, le informó al mundo la decisión de cambiar la vieja e inefectiva táctica para intentar derrotar a la Revolución cubana, ha dado algunos pasos para lograr su acercamiento a Cuba, abrir nuevamente una embajada que le permitirá enviar decenas de funcionarios diplomáticos a la Habana y de esa forma tener más contactos con la sociedad.
Esa nueva política le facilita ampliar el marco de trabajo con la llamada “sociedad civil”, con vistas a subvertir desde adentro el sistema socialista, que según palabras de la precandidata presidencial Hillary Clinton, “les dio buenos resultados para derrumbar el comunismo en la URSS y los demás países de Europa del Este”.
A pesar del restablecimiento de relaciones diplomáticas con la Isla, la guerra económica se mantiene inmaculada, pues insisten en crear situaciones de estrés entre la población, la desesperanza, escaseces de todo tipo y que esta llegue al convencimiento de que la economía socialista es “incapaz” de satisfacer sus necesidades.
Unido a ese terrible bloqueo económico, comercial y financiero, se unen las acciones de subversión política, respaldadas por un presupuesto anual de 20 millones de dólares desde que Obama entró a la sala oval, convirtiéndose en el presidente que más dinero ha asignado para esa guerra silenciosa que trata de cambiar el sistema.
Tristemente, al pueblo de Estados Unidos no se le informan los altos gastos que tienen que asumir por mantener esa política fracasada, pero sostenida desde hace 56 años.
Una ligera revisión del presupuesto de la USAID contra Cuba, arroja que desde 1996, cuando se aprobó el primer programa por el presidente William Clinton, hasta la actualidad se han consumido más de 206 millones de dólares y una buena parte de ellos han ido a parar a los bolsillos de los que en Estados Unidos viven del cuento de ser “luchadores por la libertad de Cuba”.
Varias auditorías realizadas a ese presupuesto arrojaron desviaciones de recursos para compras particulares de artículos lujosos, ajenos a los objetivos para los que son aprobados, pero nadie ha sido presentado en la Corte, todos siguen en sus puestos y disfrutando del dinero que aportan los estadounidenses a partir de sus impuestos.
Pero los gastos no se quedan ahí, sino que se incrementan con las auditorías que el Gobierno se ve obligado a realizar para evitar más escándalos.
Según datos oficiales, en los últimos cinco años el dinero erogado en controles realizados a los presupuestos asignados a la USAID para su trabajo subversivo contra Cuba, ascienden a más de cinco millones de dólares, o sea un millón por año.
El público estadounidense conoció por la prensa el costo que tuvo la creación del Twitter para Cuba nombrado Zunzuneo y el Wifi Commotion, ambos denunciados y no tuvieron el más mínimo impacto en la población de la Isla, pero se gastaron millones de dólares en salarios a sus creadores, dinero que salió del bolsillo de los contribuyentes.
De eso y de los 2 mil millones de dólares para Latinoamérica que solicitó Obama el pasado mes de marzo al Congreso, y que según la subsecretaria Roberta Jacobson, “de esa suma se destinarán 53,5 millones para la Iniciativa Regional de Seguridad (CBSI) y otra cantidad para programas de promoción de la libertad de prensa y los derechos humanos en Cuba, Venezuela, Ecuador, Nicaragua”, no se dice una sola palabra.
No bastan reuniones con el presidente Raúl Castro y fotos para la prensa dándose las manos, como si esa guerra ilegal contra la Revolución cubana hubiese terminado.
El pueblo de Cuba necesita vivir en paz y poder llevar adelante sin injerencias extranjeras, el desarrollo de su economía, mantener sus programas sociales, la salud, educación y cultura para todos los ciudadanos sin costo alguno.
Para eso, la Casa Blanca tendrá que demostrar la voluntad política de aceptar a un vecino con un sistema diferente, algo casi imposible de lograr, pues como aseguró José Martí:
“…sobre cimientos de cadáveres recientes y de ruinas humeantes no se levantan edificios de cordialidad y paz”.
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