CARLOS AZNAREZ – Fueron miles y miles los hombres y mujeres que decidieron salir a las calles, ocupar puentes de acceso a las grandes ciudades e incluso cortar las principales autopistas de Norte a Sur y de Este a Oeste del país. La reivindicación es de pura lógica y parte de una consigna histórica en las luchas populares argentinas: “Si tocan a uno nos tocan a todos”,que traducido a la realidad neoliberal actual, se simplifica en una frase y una advertencia: si encarcelan a Milagro Sala, en un claro intento de criminalizar la protesta social, mañana nos pueden encarcelar a todos los que reclamamos más justicia y más libertad.
Por eso, la cita de este viernes era el primer gran desafío masivo de las organizaciones sociales y populares argentinas frente a un gobierno que cada vez se parece más a una dictadura por su forma de actuar e imponer sus medidas “especiales”
Quienes llenaron de banderas y bullicio, pero también de bronca y rebeldía esta tórrida jornada del verano (en los cortes de la Capital y el Gran Buenos Aires la temperatura trepó hasta los 43 grados de sensación térmica) lo hicieron desafiando las continuas amenazas de represión formuladas por el staff macrista, que no cesa de lanzar decretos “disciplinadores”. En verdaderas asambleas populares discutieron, opinaron y hasta maldijeron lo que viene ocurriendo en este primer mes de gobierno derechista.
Otro hecho promisorio y que habla de cierto grado de madurez de los distintos matices de la izquierda argentina, es que se vienen repitiendo jornadas donde el sectarismo queda a un costado y triunfa la idea de sumar voluntades para enfrentar al enemigo común. Como ocurriera recientemente en protestas similares, en esta gran movilización nacional, pudieron verse banderas de organizaciones peronistas y de la izquierda, enredadas en la exigencia de que se libere a la referente jujeña encarcelada.
El gobierno optó esta vez por no generar en la mayoría de los cortes, fricciones y provocaciones innecesarias. No hubo policías ni gendarmes en el Puente Pueyrredón, el sitio emblemático de las luchas de este dificultoso siglo XXI, ya que allí fueron asesinados, en otro episodio como el actual, el 26 de junio de 2002, los piqueteros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.
Quizás, esta ausencia represiva persiga una posterior acusación hacia quienes hoy se movilizaron, en el sentido de enfrentar su accionar reivindicativo con los reclamos de “mano dura” de muchos votantes macristas. O quizás, el gobierno, a pesar de actuar con un comportamiento decididamente autoritario, conserve todavía un poco de sentido común, y empiece a percibir que cada una de sus medidas de profundización del capitalismo o de abierto revanchismo, están generando una ola contestataria que puede poner a Macri y sus ex ejecutivos de trasnacionales que tiene como ministros, contra las cuerdas. De hecho, aparte de la contundencia de los cortes y el regreso de una épica piquetera que permanece en la memoria fértil de cada militante popular, otra protesta, esta vez de características gremiales, preocupa al Presidente y llegó a generarle malestar en su cita de Davos con los magnates soeces del planeta. Se trata de la amenaza de una huelga general petrolera, que dejaría sin gas ni combustible a todo el país. La luz roja fue encendida en la Patagonia esta semana, cuando una asamblea de 15 mil trabajadores dio un plazo de 5 días para que cesen las suspensiones masivas y la amenaza de despidos.
Esto no es todo en lo que hace a las resistencias emergentes, y es por eso que casi al mismo momento en que culminaban los cortes de rutas, comenzaba en el centro de Buenos Aires una multitudinaria manifestación contra la multinacional Monsanto, donde además se denunció la futura puesta en marcha del acercamiento de Argentina a la Alianza del Pacífico y su adhesión a los tristemente célebres TTP.
A todo esto se le suman el repetido problemas de los cortes de luz en Buenos Aires, donde medio millón de ciudadanos padecen ese mal en medio de temperaturas altísimas, y las protestas que esto ya está generando en varias calles y avenidas, con enojadísimos ciudadanos reclamando soluciones inmediatas, se podrá tener un cuadro de situación perturbador en el que el Gobierno lleva la peor parte.
Seguramente, Mauricio Macri podrá creer que toca el cielo con las manos cuando los buitres trasnacionales lo reciben en Davos como uno más de la familia, o incluso llegará a imaginarse escenas de señor poderoso que goza de todas las inmunidades para hacer y deshacer a su gusto (más de esto último, por supuesto), pero sus asesores ya le están soplando en el oído que hay mar de fondo entre las bases, y que no alcanza con llevar adelante acuerdos espurios con la partidocracia del derechoso Partido Justicialista (como ocurrió en la aprobación del presupuesto en La Plata) o con burócratas sindicales que buscan PROtección en el macrismo. Menem y De la Rúa, también creyeron que podían engañar mil años a este pueblo, y en un momento de sus respectivos reinados se encontraron con la mejor tradición de lucha de mujeres y hombres inclaudicables, muy parecidos a los que este viernes se lanzaron a cortar rutas en este primer y valeroso desafío de masas.Si a todo esto se le suman el repetido problemas de los cortes de luz en Buenos Aires, donde medio millón de ciudadanos padecen ese mal en medio de temperaturas altísimas, y las protestas que esto ya está generando en varias calles y avenidas, con enojadísimos ciudadanos reclamando soluciones inmediatas, se podrá tener un cuadro de situación perturbador en el que el Gobierno lleva la peor parte.
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