31 diciembre 2015
El Monte de la Banderas, frente a la Embajada de Estados Unidos en La Habana, este 31 de diciembre. Foto: @guaguap11 |
La Habana, 31 de diciembre, frente al Malecón. Cielo despejado, calor y humedad de agosto y el 2015 que se va como la luz de la tarde. Estamos frente al Monte de la Banderas, un farallón rojo, azul y blanco, y saliéndose del encuadre de la cámara la insignia estadounidense, sola, casi arrinconada dentro de la malla de alambre de la Embajada.
La escena invita al recuento mental de lo que ha sido este año, que pasó de sorpresa en sorpresa, agradables unas y otras, menos: reapertura de las sedes diplomáticas en La Habana y en Washington; visita del Papa Francisco; pasarela de famosos, presidentes, ministros y gobernadores de medio mundo un día sí y otro también; una revolucionaria política para el acceso a las nuevas tecnologías, que mediáticamente parece traducirse solo en wifi en plazas y avenidas; la macroeconomía en alza, la doble moneda en el mismo lugar -como el bloqueo- y los precios del agromercado por las nubes; Fidel acompañándonos y Raúl en la Asamblea Nacional otorgándole dignidad a la palabra pueblo…
El almanaque es una línea que se cierra hoy, pero ¿se acaba o empieza el tiempo que vivimos? Es tonto pensar que en unas horas, tras la etiqueta de un nuevo año, pasaremos todos página a nuestras vidas. El tiempo no empieza sino que transcurre, no se detiene, no lo dividen las fiestas de cualquier índole ni le dan linealidad y sentido el comienzo o el final del calendario. El tiempo es el espacio posibilitado por nuestros proyectos y por los proyectos de los otros. Es un campo de lucha. Un combate. Una historia. Usted y yo y esas banderas a un lado y al otro, lo queramos o no, formamos parte de ello.
(Tomado del blog de la autora Desbloqueando Cuba)
No hay comentarios:
Publicar un comentario