jueves, 14 de enero de 2016

“Eres una espía como las que me gustan”: el homenaje de Ana Belén Montes al triunfo de la Revolución

Artículos de Opinión | Douglas Calvo Gaínza | 31-12-2015 |

Imagen: La Polilla Cubana 

Hay una canción dedicada a la compañera Ana, hecha por el cantautor progresista David Rovics. El gran artista cubano Vicente Feliú ha hecho una versión al español de la misma y la ha cantado ya en varios escenarios. Es de tal composición que hemos extraído el título de éste, nuestro último artículo como Coordinador del Comité: “Eres una espía como las que me gustan”: el homenaje de Ana Belén Montes al triunfo de la Revolución.
A veces se subvaloran detalles importantes de la Historia de Cuba. Uno que no se enfatiza nunca lo suficiente, es la participación directa de norteamericanos en acciones agresivas contra la Isla. Alan Gross ha sido sólo el último de un largo listado de yanquis quienes desde 1959 han acudido para lesionar la independencia cubana, pero él no fue el primero. Junto a los conocidos cinco pilotos norteños derribados en Girón y la crisis de Octubre[1], pudiéramos citar aviadores terroristas, comandos desembarcados, enlaces del bandidismo, y por supuesto espías[2].
Uno de los agentes secretos más llamativos infiltrados por USA en Cuba fue Richard Tully, quien en 1958 espió al Ejército Rebelde para el Departamento de Estado. “Trabajó haciendo caracterizaciones de los líderes guerrilleros, levantando planos de las instalaciones, describiendo las redes de abastecimiento, y luego dio sus estimados al SIM [Servicio de Inteligencia de Batista], y guió a los aviones batistianos hasta los puntos más importantes, pero antes de que se desataran los bombardeos, ya Fidel y sus seguidores habían cambiado de lugar.
Tully propuso como única solución el terror. “Matar, mutilar, quemar con fosfato y napalm, clavar a los líderes en las puertas de sus casas, envenenar los suministros, bombardear los hospitales de campaña.”
Estados Unidos pondría los helicópteros, pero sus pilotos y los comandos de asalto debían ser mercenarios ingleses, “que resultan feroces y baratos”. Sosa Blanco [criminal de guerra] debía ser el jefe, “él es un matador de nacimiento, exactamente lo que necesitamos para este trabajo.” Tully calculó en 150 millones el costo de la liquidación del foco guerrillero.”[3]
Éste es el tipo de espionaje que hicieron los yanquis contra la República de Cuba: agresivo, belicoso, homicida, beligerante… del tipo de actividad encubierta que promulgaba una operación como la Patty, en donde el letal atentado contra Raúl Castro Ruz inauguraría la auto-agresión contra la Base Naval de Guantánamo, a la cual seguiría la invasión militar. Fue una campaña de operaciones encubiertas que terminó frustrada por la actividad de nuestros agentes, defensores del pueblo de Cuba contra bombardeos, ametrallamientos, contaminaciones por toxinas y un sinfín de ataques insólitos. No debe olvidarse que en el mismo año del restablecimiento de relaciones EEUU-Cuba, cuatro terroristas procedentes de Miami fueron capturados tratando de atacar bases militares en la Isla.
La antítesis de Richard Tully es otra norteamericana: Ana Belén Montes. No sólo porque ella no colaboró en guiar cazas magnicidas, terror contra hospitales, mercenarismo y otras prácticas “CIA-style” que habrían causado gran daño al pueblo de EEUU (remitimos al respecto ahttp://radio-miami.org/2015/12/09/b... y http://radio-miami.org/2015/12/15/g...), sino también por otras razones que convierten su resistencia en un homenaje a la Revolución triunfante en la Isla en 1959.
1) Nacida en una familia con fuertes vínculos al American Way of Life, ella, quien ganaba un “salario substancial” [4] y tenía un futuro burgués asegurado, no dudó en sacrificar vida personal, matrimonio, juventud, riqueza, fama, honra, libertad, y todo aquello que es apreciado por el ser humano, a fin de salvar al pueblo de Cuba de un ataque yanqui. Obviamente, terminaron por encerrarla en un manicomio, pese a no ser una loca. Para la mentalidad consumista y egoísta del capital, alguien con semejante altruismo es un ser anormal. Pero incluso luego de su captura, los compatriotas que la conocían confesaban atónitos su rectitud. Por ejemplo, Lisa A. Huber, quien fue su compañera de Universidad, testificaba tras la detención de Ana: “Esto va contra todo lo que sé sobre su persona. Ella tiene muchísima integridad.”[5]
2) Habiendo tenido la oportunidad de mejorar sus dañinas y torturantes condiciones de extrema incomunicación, mediante declaraciones anticastristas, ella ha proseguido firme incluso cuando la reanudación de relaciones diplomáticas Cuba-EEUU pareció relegarla al olvido. Un mea culpa que agradara a la contrarrevolución floridana, la habría transferido a un confortable encierro en una prisión donde ella podría pasar lo que le resta de condena (seguramente reducida) en condiciones más cómodas y relajadas, y de hecho la habría tornado en una suerte de sensacional “súper-estrella publicitaria” en el Miami extremista… Pero no lo han logrado.
Nunca he comentado qué me movió a escribir mi primer artículo sobre Ana Belén Montes, el cual me involucró activamente en esta campaña por su liberación. Fue recibir del profesor Néstor García Iturbe un artículo del escritor progresista Saker, publicado el 19 de Diciembre del 2014 bajo el título “The forgotten lady who gave her life for Cuba” (“La dama olvidada que dio su vida por Cuba”), donde dicho autor escribe respecto a la liberación del espía pro-yanqui Rolando Sarraf Trujillo, quien tanto contribuyó a la captura de nuestra agente: “Sólo puedo imaginar cómo se siente Montes hoy conociendo que Trujillo está libre mientras ella está olvidada.” Ella debe haber experimentado momentos muy amargos, mientras sus escasos visitantes, de ideología radicalmente anti-castrista, seguramente le comentarían sobre su exclusión del proceso normalizador. Tras 14 años de sólo oír su propia voz como única compañía, el recibir semejantes nuevas puede desmoralizar a cualquier persona de convicciones medianas, y llevarla a una deserción de enormes repercusiones propagandísticas.
Una Ana egoísta y calculadora pudo haberse convertido conscientemente, durante el 2015, en instrumento vocal de la reacción, en un símbolo anti-cubano, en una marioneta utilísima para los que sueñan con destruir a toda costa la Revolución en la Isla y el continente latinoamericano.
Pero ella ha resistido. Sólo en noviembre supo de la existencia de un movimiento solidario con su persona, y lloró de emoción. Hasta ese día, Ana únicamente tuvo hostilidad, silencio y soledad sin paliativos de ningún tipo, como exclusivo entorno y compañía. Y sin embargo, no se quebró.
Por eso, es ella “una espía como las que me gustan”. Porque lo ha dado todo y lo ha resistido todo. Porque Ana es la prueba fehaciente de cómo las ideas revolucionarias pueden calar incluso en alguien que nace con “el futuro asegurado”, en plena y rancia sociedad imperial. Cuando tantos denigran el socialismo, exaltan las bellezas del capital, entonan loas a los pudientes y demonizan todo lo progresista (a veces, incluso, traicionando sus ideas juveniles para pasarse al opulento bando que mejor les paga), la Belén Montes nos brinda un contraste radical con los tales. Su entereza demuestra que:
El pueblo norteamericano no ha perdido sus mejores cualidades.
El ser humano no es irremediablemente burgués.
El internacionalismo aún sobrevive.
La resistencia al individualismo y la codicia no ha sido extirpada.
El capitalismo no es invencible ideológicamente…
Y la Revolución cubana no está enterrada, como muchos anhelan.
Ana, resistiendo enhiesta en su aislada mazmorra, es prueba fehaciente de que las ideas promulgadas por Martí, Maceo, Mella y Fidel, tienen una validez eterna. Su firmeza, temple y fidelidad a la Isla insurrecta, son un dignísimo homenaje a todo lo logrado el 1º de enero de 1959.
Por ello es que corregimos fraternalmente el título del artículo recién citado: “La Dama Olvidada…” No, esta sucesora espiritual del heroico independentista norteamericano Henry Reeve, ni está ni estará jamás en el olvido de Cuba. No la cercan ni nuestra ingratitud, ni nuestra desatención. Cada día ella es más conocida y recordada, y la bola de nieve ya ha echado a andar, para convertirse en un futuro alud que un buen día la saque del vengativo ostracismo al que la somete el Imperio, impotente para quebrar su firmeza revolucionaria. Impotente para matar los sueños sobre un mundo distinto y más justo. E impotente para destruir nuestras Revoluciones, tanto las que ya han venido como las que aún vendrán.
Canción para Ana Belén Montes
Por David Rovics; versión al español de Germán Piniella para Vicente Feliú.
Veinticinco años fue lo que dijo el juez,
Luego golpeó su mazo y sacudió la cabeza
Usted ha hecho mal, burló nuestra confianza
Ahora la atrapamos y la hemos arrestado
Ahora pasará estas décadas tras rejas de acero;
Pensó que podía jugar con nosotros, pero esto es al duro
Usted le dio secretos al enemigo
Ahora va a vivir en prisión en la tierra de los libres.
-
 

Pero aquí bajo este sol de Cuba
Sólo quisiera darte las gracias por todo lo que has hecho
Hoy estoy desgarrado.
Ana Belén Montes, eres una espía como las que me gustan.
-
 

“Seguí mi conciencia en vez de la ley”,
Dijiste en tu juicio secreto
No recibiste dinero por tu trabajo,
Dice tu archivo desclasificado
Advertiste a los cubanos de los planes
De los asesinos de EE.UU.
Otras buenas obras que hiciste,
Posiblemente nunca nos las dirán.
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Pero aquí bajo este sol de Cuba Quisiera darte las gracias por todo lo que has hecho. Hoy estoy desgarrado. Ana Belén Montes, eres una espía como las que me gustan.
En los altos niveles del Departamento de Defensa,
Serviste al bien común.
Trabajando sola, noche y día,
Hiciste justamente lo que debías.
De todos los grandes personajes que he conocido,
De pocos yo diría que es más grande
Que una mujer que obedecía a una ley superior,
A quien el juez llamó “traidora”.
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Pero aquí bajo este sol de Cuba
Quisiera darte las gracias por todo lo que has hecho.
Hoy estoy desgarrado.
Ana Belén Montes, eres una espía como las que me gustan.
[1] En Girón El primer hombre-rana que llegó a cada playa era (…) norteamericano (Schlesinger, “Los mil días de Kennedy”, 1965). De hecho, los primeros disparos de la invasión los realizaron Grayston Lynch y William Rip Robertson. Intervinieron asimismo cazas a reacción yanquis y se bombardeó a los defensores de Cuba con napalm.
[2] Un somero listado incluiría a Robert Ellis Forst, Tony Salvard, Allan D. Thomson, Paul Hughes, Robert O. Fuller, A. Eugene Gigson, Leonard L. Schmidt, Tom L. Barker, James B. Beame, Donald J. Green, George H. Beck, y los espías James A. Noel, Geraldine Sahnon, Frank Emmick, Lawrence Lunt, Howard F. Anderson, etc.
[3] “CIA: El capítulo cubano”, por Luis Adrián Betancourt.
[4] Miami Herald, Junio 16, 2002.
[5] New York Times, Septiembre 30, 2001

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