El pasado 10 de agosto el semanario de línea
editorial neoliberal The Economist publicó un mapa mundial y un gráfico de
barras que representan con qué países del Sur (o en Vías de Desarrollo) cooperó
cada país del Norte (o Desarrollado)[1] en 2014. Una
información sencilla, pero como veremos con cierto enfoque político a la vez,
que ayuda a visualizar y comparar algunas estrategias de Cooperación
Internacional de cada Estado analizado; con cuántos países coopera y qué dinero
se aporta a cada país. La información no señala ni las áreas de cooperación
prioritarias (educación, género, medio ambiente,… o estrategias militares), ni
los tipos o actores de la cooperación (de Estado a Estado, con sociedad civil,
empresas o multinacionales…), ni tampoco (algo oculto muchas veces) los
objetivos políticos y económicos.
Japón
es el primer país del gráfico al cooperar con 141 Estados del Sur, siendo los
principales destinos la India, Indonesia, Tailandia, Filipinas, Afganistán,
Pakistán e Irak. El país nipón prioriza su presupuesto en la región del sudeste
asiático, lugares en disputa hegemónica con China, o zonas de conflicto armado.
Le sigue Estados Unidos como segundo país al gestionar ayuda en 132 países y
enfocándose más ampliamente en todo el sistema mundo. Desde América Latina, con
México, Colombia y Perú prioritariamente (miembros de la Alianza del Pacífico),
a Asia como Afganistán o Pakistán (zonas de conflicto), y países del centro y
sur de África. Destaca, además, en Europa la ayuda a Ucrania, país fronterizo con
Rusia y en conflicto armado actual que parece reproducir el contexto de la
Guerra Fría.
En
el caso de España, situado en el catorce puesto del ranking al cooperar con 83
estados, su cooperación internacional se ha centrado – con cantidades
económicas menores que Japón o Estados Unidos- justo donde la inversión
económica española, por lazos culturales y zonas cercanas, ha sido mayor.
También donde hay vínculo con fenómenos migratorios. Es decir, América Latina y
el norte de África. Podríamos analizar así los 41 países que representan el
gráfico. No todos miembros de la OCDE (ejemplo Tailandia) ni todos los de la
OCDE salen (ejemplo Chile o México). Pero iremos al fondo de la cuestión.
El
gráfico al enfocarse bajo el paradigma de la Cooperación Norte-Sur deja de lado
un nuevo marco teórico cada vez más creciente en el nuevo sistema multilateral;
la cooperación sur-sur. Como por ejemplo la Cooperación entre países BRICS
(Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), o la cooperación entre países de
América Latina como es el caso del ALBA-TCP. El olvidarse de la cooperación
sur-sur The Economist oculta a uno de los actores fundamentales en la
cooperación internacional durante los últimos 50 años; Cuba.
Un modelo líder y alternativo
Cuba
desde 1960 ha cooperado con 167 naciones diferentes a pesar de todas las
barreras que le ha impuesto el Bloqueo de los Estados Unidos tanto a nivel
económico como en la esfera diplomática internacional. La cooperación cubana
siempre ha priorizado áreas como la educación, salud, emergencias en zonas de
desastres naturales y conflictos armados, sin existir la presencia de empresas
privadas cubanas y siendo el Estado el único ejecutor.
En
2013 Cuba cooperó con 91 países del Sur. Así que según esté dato Cuba quedaría
por delante de España en el gráfico de The Economist arrebatándole el puesto
14, y muy cerca de Suiza que coopera con 93 países.
La
cooperación cubana, a diferencia de la cooperación de los países del norte, más
que trabajar con capital monetario que es justo el paradigma neoliberal que
utiliza el gráfico The Economist informando del dinero empleado por cada país,
trabaja con su rico capital humano. Cuba envía profesores, médicos, diferentes
especialistas,… a cualquier parte del mundo. Por ello, en 2013 sumó un total de
64.362 cooperantes en el exterior. España ese mismo año tenía sólo algo más de
2000 cooperantes en el extranjero [2]. Tal y como señaló el exministro de
economía de Cuba, José Luís Rodríguez, Cuba con su particularidad de aportar en
recursos humanos en 2004 dirigió el 2% del total de su PIB (158,7 miles de
millones de dólares según PNUD en 2005 [3]) a la Ayuda Oficial al Desarrollo
(AOD) [4] superando el compromiso del 0,7% que la mayoría de países del Norte
no cumplen. Con la excepción de Suecia, Dinamarca, Luxemburgo, Holanda y Reino
Unido [5] en 2013.
A
diferencia de los modelos capitalistas y la relación histórica Norte-Sur, que
la cooperación internacional acaba teniendo la función de abrir nuevos mercado
a veces ricos en materias primas o negocios de empresas privadas, el modelo de
cooperación cubana persigue otros objetivos de solidaridad que a la vez no le
aportan beneficio económico sino legitimidad política. Cuba siempre enfocó como
objeto de ayuda a los pueblos, y no solo según los lazos con gobiernos cercanos
o intereses económicos como el caso de Venezuela. Un ejemplo de su ética
solidaria fue el ofrecimiento de Fidel Castro a Estados Unidos de una brigada
médica tras el atentado del 11 de Septiembre de 2001 [6].
Una
ayuda de Cuba al pueblo estadounidense a pesar de someter el gobierno
norteamericano a la isla en un férreo bloqueo. Cuba ha sido ejemplo de la
cooperación sur-sur, llevando asistencias técnicas a muchos países africanos y
asiáticos, fueran gobiernos capitalistas o comunistas. Algo que también ha
hecho en América Latina. No olvidemos que la cooperación cubana se inició en
1960 en Chile tras su duro terremoto en Valdivia. Momento en el que no
gobernaba el socialista Salvador Allende sino el liberal Jorge Alessandri. Por
lo tanto, Cuba no solo ha tenido como objetivo de la cooperación solo a sus
aliados políticos (Chile de Allende, Nicaragua sandinista, o la Venezuela de
Chávez,…) sino a todos los pueblos donde sus gobiernos han permitido la entrada
de médicos y profesores cubanos a pesar de las reprimendas de los Estados
Unidos.
Y
no solo la cooperación ha sido en terreno del otro sino también en suelo
cubano. En concreto, la isla ha sido siempre un lugar de formación de millares
de estudiantes de países del Tercer Mundo para poder hacer su carrera de
medicina y otras especialidades de manera gratuita y posteriormente aplicar sus
conocimientos en sus países de origen. El objetivo de producir capital humano.
Gracias
al trabajo humanitario y diplomático de Cuba con la gran mayoría de los países
subdesarrollados durante décadas Cuba, vaya dónde vaya, siembre dónde siembre,
recoge su cosecha de ser querido y respetado como país soberano. Estos días ha
sido más que evidente. Fidel Castro con su 90 aniversario ha recibido todo tipo
de felicitaciones de mandatarios, la mayoría de países del sur, y
organizaciones internacionales. Líderes de potencias internacionales como Rusia
o China, entidades de países africanos como Angola y Sudáfrica, personalidades
de Vietnam, Irán, o India, y como no, por cualquier rincón de las américas.
Fidel
Castro con su gesto humanitario e internacionalista bajo la cooperación ha
conseguido vencer grandes niveles de desinformación y ataque mediáticos sobre
el modelo político de la isla. No solo consiguió que el Bloqueo lo rechace toda
la comunidad internacional, excepto Estados Unidos e Israel, sino situar a Cuba
en la “centralidad política”. Más allá de la izquierda o la derecha, más allá
de los modelos del comunismo o el capitalismo, más allá del Norte o del Sur,
hoy Cuba es respetada mundialmente por ser, con no abundantes recursos
económicos, una potencia en la Cooperación Internacional persiguiendo aumentar
el Índice de Desarrollo Humano de los pueblos. Más de 50 años de trabajo
internacional ha permitido conseguir Cuba un prestigio en todo el mundo pero
todavía la hegemonía del uso de indicadores del paradigma neoliberal oculta
muchos resultados de los grandes logros del pueblo cubano.
Aníbal Garzón
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