Por Newen Antv, desde Neuquén/ Resumen Latinamericano/ 11 de septiembre 2016.-
Sarmiento el genocida, nombrado “gran maestro” de los gobiernos argentinos, fue uno de los ideólogos responsables de la invasión y del asesinato de miles de indígenas y afrodescendientes en sudamérica.
1879 … En el campo había muy pocas escuelas porque la mayoría de los estancieros no tenía ningún interés en que los peones y sus hijos dejaran de ser ignorantes. Cuanta menos educación tuvieran más fácil sería explotarlos. Pero Sarmiento trataba de hacerles entender que “una educación dirigida según las ideas y los valores de los sectores dominantes, lejos de poner en peligro sus intereses, los reproducía y confirmaba. “
¿Que sabemos del Maestro?
No se llamaba Domingo, (el nombre Domingo no figuraba en su partida de nacimiento). Sarmiento, fue autor del libro Civilización o barbarie. Decía: “¿Lograremos exterminar los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla, no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”.
Sarmiento, fue puesto por Mitre como gobernador de la Provincia de San Juan entre 1862 y 1864. Los militares lo designan presidente de Argentina entre 1868 y 1874. Fue nombrado Senador Nacional por San Juan entre 1874 y 1879 y fue el Ministro del Interior de Argentina en 1879. Es decir cuando se realizaba el intento de genocidio llamado “Conquista del Desierto”, que él promovió.
Su verdadero nombre era Faustino Valentín Sarmiento.
Con 12 años, en 1823, no fue aceptado para ingresar al Colegio de Ciencias Morales en Buenos Aires y se fue desterrado con su tío José de Oro, a San Francisco del Monte.
Cuando tiene 16 años, en 1827, es reclutado dentro del ejército federal. Estuvo preso, enviado por el gobernador Manuel Quiroga; por desacato. Entonces apoyo la causa unitaria y se incorporó al ejército comandado por José María Paz.
Cinco años en Chile
Cuando tenía 20 años, ante la victoria federal en San Juan en 1831, se exilia en Chile. En Chile trabajó como profesor en una escuela de la provincia de Los Andes, y dejó embarazada a una alumna – María Jesús del Canto, con quien, sin haberse casado, tuvo a su única hija Ana Faustina Sarmiento.
Estuvo menos de cuatro años en Argentina
En 1836, cuando tenía 25 años, contrajo fiebre tifoidea, y a pedido de su familia, Nazario Benavides gobernador de San Juan, le permitió volver a la Argentina.
Fue opositor de Juan Manuel de Rosas, por entonces gobernador de Buenos Aires. Rosas era representante de la aristocracia rural, socialmente conservadora. Rosas estaba alineado a la corriente federalista, opositora a la influencia foránea y a las iniciativas de corte liberal que promovía Sarmiento, que era unitario.
En 1839, Sarmiento fundó el Colegio de Pensionistas de Santa Rosa, un instituto secundario para señoritas. Participó en la creación del periódico El Zonda, crítico del gobierno federal. Y adhirió a La generación del ’37, quienes fueron considerados próceres civiles, pero posteriormente, los historiadores revisionistas los acusaron de considerar todo lo europeo superior a lo americano o español y de querer trasplantar Europa en América sin considerar a los americanos. Además se considera que la generación del ’37 traicionó repetidamente a su propio país al aliarse con los enemigos extranjeros de su gobierno.
El 18 de noviembre de 1840 Sarmiento es apresado y nuevamente obligado a exiliarse en Chile.
Al gran pueblo chileno salud
En Chile se dedica a escribir para los periódicos El Mercurio, El Heraldo Nacional y El Nacional. En 1842, el Ministro chileno Montt adquirió y subvencionó el diario “El Progreso”, que dirigió Sarmiento. Desde el primer número, el 11 de septiembre de 1842, Sarmiento desarrolló una campaña “demostrando” los derechos chilenos sobre el estrecho de Magallanes e insistió en la necesidad de que Chile, su país de adopción, se adelantara a la Argentina en la ocupación del territorio.
Cuando tenía 31 años Sarmiento es designado por el entonces Ministro de Instrucción Pública de Chile, Montt, para dirigir la Escuela Normal de Preceptores. Y la Universidad de Chile lo nombra miembro fundador de la Facultad de Filosofía y Humanidades.
Desde 1840 vivió y trabajó para Chile. El ya Presidente de Chile Montt, le facilita la tarea de estudiar los sistemas educativos de Europa y Estados Unidos. Finalizado su viaje, en 1848 se casa con Benita Martínez Pastoriza, viuda de su amigo Domingo Castro y Calvo, y adopta al hijo de estos, Domingo Fidel (“Dominguito”). Al año siguiente se separa.
Europa y Estados Unidos como modelos a imponer
Sarmiento escribió sobre sus viajes por Europa, África y América; y su pensamiento de admiración hacia el liberalismo yanqui en Estados Unidos.
En 1851 ingresa como cronista en el ejército de Justo José de Urquiza. Luego de la caída de Rosas (en la batalla de Caseros, en 1852), se opone a Urquiza y se ve obligado a volver a Chile.
Cuenta “El Monitor del 15 de Agosto de1852: “De treinta jóvenes que era la dotación de la Escuela de Preceptores, que dirigía en Chile, veintiocho fueron expulsados”.
Durante ese periodo entabla discusiones con Juan Bautista Alberdi acerca de la política del país.
En 1855 regresa a la Argentina, después de 15 años en Chile, en Buenos Aires es electo concejal en 1856 y luego elegido senador tres veces en 1857, 1860 y 1861, mientras se desempeñaba como jefe del Departamento de Escuelas.
Después de la batalla de Pavón, acompaña al general Wenceslao Paunero en la campaña a Cuyo. En 1862, es designado gobernador de San Juan. Dos años después, en 1864, asesina al caudillo riojano **Chacho Peñaloza. Por eso el gobierno lo envía en misión diplomática. En septiembre de 1866, Sarmiento en Estados Unidos, era ministro plenipotenciario de la Argentina. Ante la muerte de su hijo adoptivo, Sarmiento renuncia al cargo diplomático y regresa a Buenos Aires.
Mientras estaba en Estados Unidos, en agosto de 1868 se realizan elecciones en Argentina y es propuesto como presidente por un grupo de militares (entre ellos el coronel Lucio V. Mansilla).
El 12 de octubre de 1868, asume como presidente argentino. Alentó la inmigración, encargó la reforma del puerto y el primer censo demográfico. Los argentinos, segun ese Censo, superaban el millón ochocientos mil habitantes, de los cuales el 31% habitaba en la provincia de Buenos Aires y el 71% era analfabeto. Según el censo, el 5% eran indígenas y el 8% europeos. El 75% de las familias vivía en la pobreza, en ranchos de barro y paja. Los profesionales sólo representaban el 1% de la población. La población era escasa, estaba mal educada y, como la riqueza, estaba mal distribuida.
Sarmiento fomentó la llegada al país de inmigrantes ingleses y de la Europa del Norte y desalentó la de los de la Europa del Sur.
La red ferroviaria pasó de 573 kilómetros a 1331 al final de su presidencia. Permitiio concretar los planes a las compañías británicas inglesas, cuyo único interés era traer los productos del interior al puerto de Buenos Aires para poder exportarlos a Londres. En lugar de un modelo ferroviario en forma de telaraña, o sea interconectado, se construyó uno en forma de abanico, sin conexiones entre las regiones y dirigido al puerto. Al finalizar su mandato presidencial, en 1874, transmite la presidencia a Nicolás Avellaneda. En 1875, asume como senador nacional por su provincia, cargo que abandona en 1879.
Decía Sarmiento según el informe de 1878:”En la ciudad de Buenos Aires se han construido solo dos edificios de escuelas en estos veinte años (de 1858 a 1878). Mientras tanto no se intenta nada. En la única escuela normal de varones, el 95% son ineptos; el 30% debió ser expulsado, y el resto solo concurre por el aliciente del viático con que se premia su asistencia a clase. De las dos escuelas normales de mujeres se debió suprimir una”.
También decía Sarmiento: “Si algo habría de hacer por el interés público seria tratar de contener el desarrollo de las universidades… En las ciudades argentinas se han acumulado jóvenes que salen de las universidades y se han visto en todas las perturbaciones electorales… Son jóvenes que necesitan coligarse en algo porque se han inutilizado para el comercio y la industria. La apelación de ´Doctor´ contribuye a pervertirles el juicio… El proyecto de anexar colegios nacionales a la universidad es ruinoso y malo, pues contribuirá a perturbar las cabezas de los estudiantes secundarios e inutilizarlas para la vida real que no es la de las universidades ni de los doctores. La educación universitaria no interesa a la nación ni interesa a la comunidad del país… Generalmente en todo el mundo las universidades son realmente libres. Nada tiene que ver ni el estado ni nadie con las universidades” (Senado Nacional, 27/7/1878 y 19/9/1878)
Sarmiento fue Ministro de Interior de Nicolás Avellaneda. Superintendente de Escuelas durante el gobierno de Julio Argentino Roca, pero renunció por diferencias radicales con Avellaneda y Roca.
Durante la presidencia de Roca ejerció el cargo de Superintendente General de Escuelas del Consejo Nacional de Educación. En la época en que Sarmiento fomentaba la educación popular, el índice de analfabetos era altísimo. En el campo había muy pocas escuelas porque la mayoría de los estancieros no tenían ningún interés en que los peones y sus hijos dejaran de ser ignorantes. Cuanta menos educación tuvieran más fácil sería explotarlos.
Pero Sarmiento trataba de hacerles entender que una educación dirigida según las ideas y los valores de los sectores dominantes, lejos de poner en peligro sus intereses, los reproducía y confirmaba. “Para tener paz en la República Argentina, para que los montoneros no se levanten, para que no haya vagos, es necesario educar al pueblo en la verdadera democracia, enseñarles a todos lo mismo, para que todos sean iguales… para eso necesitamos hacer de toda la república una escuela.”
De todas formas le costó muchísimo convencer a los poderosos de que les convenía la educación popular y recién en 1884, logró la sanción de su viejo proyecto de ley de educación gratuita, laica y obligatoria, que llevará el número 1420.
En 1885, fundó en Buenos Aires, el diario “El censor”.
En 1887 Sarmiento se exilió en Paraguay junto a su hija. Murió en Asunción el 11 de septiembre de 1888 a los 77 años de edad.
Para Sarmiento los Argentinos eran “una dañosa amalgama de razas incapaces e inadecuada para la civilización”. Escrito en: Sarmiento, Obras completas. Ed Belin Hnos. Parias 1909.
Su postura con referencia a los Pueblos Originarios:
“¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”.
Sobre las provincias del interior del país:
“Son pobres satélites que esperan saber quien ha triunfado para aplaudir. La Rioja, Santiago del Estero y San Luis son piltrafas políticas, provincias que no tienen ni ciudad, ni hombres, ni cosa que valga. Son las entidades más pobres que existen en la tierra”.[
El racismo de Sarmiento
Durante la gran epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires y la Guerra del Paraguay, hechos a los que se le asigna el exterminio de los afroargentinos, escribió en 1848 en su diario de viaje a EEUU: “La esclavitud de los Estados Unidos es hoy una cuestión sin solución posible; son cuatro millones de negros, y dentro de veinte años serán ocho. Rescatados, ¿quién paga los mil millones de pesos que valen? Libertos, ¿qué se hace con esta raza negra odiada por la raza blanca? Los estados libres son superiores en número y riqueza a los estados de esclavos… ¿Pero adónde irían cuatro millones de libertos? He aquí un nudo gordiano que la espada no puede cortar y que llena de sombras lúgubres el porvenir tan claro y radioso sin eso de la Unión Americana. Ni avanzar ni retroceder pueden; y mientras tanto la raza negra pulula, se desenvuelve, se civiliza y crece. ¡Una guerra de razas para dentro de un siglo, guerra de exterminio, o una nación negra atrasada y vil, al lado de otra blanca, la más poderosa y culta de la tierra!
**LA MUERTE DEL CHACHO
Después de su última derrota en la provincia de San Juan, regresaba a La Rioja el General Ángel Vicente Peñaloza.
Había licenciado a sus soldados y sólo le acompañaban su esposa Victoria, y unos pocos de sus gauchos más leales que rehusaban abandonarle.
En Loma Blanca (cerca de Olta, General Belgrano), se alojó en la casa de Anastasio Luna, con el evidente propósito de deponer las armas, dando fin a sus guerrillas de montonero.
Una tarde, llegó hasta su retiro una viejecita que había venido a pie, desde Chimenea para hablarle.
Mi general, – dijo cuando estuvo en presencia del Cacho; – mañana llegarán Ricardo Vera y el coronel Irrazábal, comisionado del gobierno; traen orden de reducirlo a prisión, pero vienen a matarlo. Huya, sálvese, que los pobres lo necesitan.
El caudillo no creyó tal aviso, porque Vera era su oficial de confianza. Creyó más bien, que su informante le llevaba la noticia, esperando ganar una recompensa, y ordenó a su mujer que le diera dos pesos. La anciana rechazó el dinero y con lágrimas en los ojos, afirmaba la verdad de sus palabras, sosteniendo que sólo por salvarle había realizado a pie tan largo y penoso viaje.
El Chacho, incrédulo, valiente y enfermo, no pensó en huir; y alli lo venció, indefenso y desarmado, la traición. Al día siguiente, en medio de una lluvia torrencial, bajaban la cuesta de Olta, Irrazábal y Vera, al frente de una partida de hombres armados.
Fácil les fue apoderarse de las autoridades de la Villa. Después, a galope tendido, se dirigieron a Loma Blanca y rodearon la casa del Chacho.
Peñaloza, informado de la llegada de Vera, se sintió tranquilo y no salió a recibirlo por estar en cama.
La partida, “armada hastaa los dientes” entró en el corredor y adelantándose Irrazábal, preguntó a Vera dónde estaba el Chacho.
¡ Éste es¡, – contestó el traidor, indicando a su antiguo jefe.
¿éste?, – comprobó el corones, y a una señal suya, varios hombres penetraron en el rancho, y asesinaron con sus lanzas, en el lecho, al bravo riojano. Victoria, su valiente esposa, se arrojó sobre él como una leona, para defenderle, siendo también herida. Rojo de sangre quedó el viejo catre de algarrobo en el rancho humilde.
La bárbara noticia y el espectáculo horrendo de la cabeza del Chacho exhibida en una rústica pica en la plaza de Olta, llenaron de dolor a La Rioja entera.
La viuda del caudillo y los chachistas buscaron más tarde con afán, durante largo tiempo, el lugar donde fueron enterrados los restos del general, sin hallarlos jamás.
Al conocer la noticia, Sarmiento escribió al presidente Mitre:7 8
“No se que pensaran de la ejecución del Chacho, yo inspirado en los hombres pacíficos y honrados he aplaudido la medida precisamente por su forma, sin cortarle la cabeza al inveterado picaro, las chusmas no se habrían aquietado en seis meses”. (Carta de Domingo Faustino Sarmiento a Bartolomé Mitre, 18 de noviembre de 1863.)
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