Por Doug Keesling/ Kansas High Plains Journal
Durante el pasado año, la relación entre EEUU y Cuba se fue calentando gradualmente. Si bien este es un buen comienzo, los líderes comerciales estadounidenses siguen esperando un gran avance en el frente económico.
Es inmediata la necesidad de lograr una mayor apertura entre los dos países desde el punto de vista comercial, tanto como el apoyo y la promoción de los valores que nos importa.
Es el momento adecuado.
Después de no haber tenido ninguna relación con Cuba desde hace más de 50 años, hemos vuelto a abrir embajadas, flexibilizado requisitos de viaje, y liberalizado algunas restricciones a las actividades comerciales. Durante el año pasado, delegaciones del Congreso y nuestros secretarios de Estado, Comercio y Agricultura viajaron a Cuba en visitas oficiales.
De hecho, los políticos y el público por igual han manifestado su disposición y deseo de poner fin a medio siglo de bloqueo y restablecer las relaciones con Cuba. Según todos los indicios, los Estados Unidos está en la cúspide de una nueva era de las relaciones comerciales con la Isla.
En particular los productores agrícolas de Estados Unidos, están deseando que llegue el día en que ambos países tengan acceso a nuevos mercados de alta demanda a sólo 90 millas de distancia. Para las empresas agrícolas y alimentarias estadounidenses, la perspectiva de las relaciones normales significa una enorme y cercana oportunidad comercial. Para Cuba, el desmantelamiento de las barreras anuncia una nueva era de la vitalidad económica y una mejor vida para los ciudadanos cubanos.
Hay un creciente consenso entre los legisladores de ambos partidos de que los días del embargo comercial de larga data están contados, y los proyectos de ley que impulsan las partes de este objetivo se mueven a lo largo, aunque poco a poco, a través de las dos Cámaras.
Nada que valga la pena es fácil. Sin embargo, mientras el Congreso debate, los competidores de Estados Unidos prosperan.
En este momento, los granos de los puertos de EE.UU. hacia destinos en todo el mundo, pero las restricciones comerciales evitan que vaya a un mercado obvio al otro lado del Golfo. Y esas mismas restricciones impiden que los productos agrícolas cubanos lleguen a nuestras costas.
Como resultado, otras naciones a miles de millas de distancia -Brasil, Canadá, Argentina y de la Unión Europea, por nombrar unos pocos- satisfacen la demanda cubana de granos y otros productos agrícolas y alimentarios, a pesar de que los productores y las empresas estadounidenses tienen claras ventajas en el precio, proximidad, calidad, servicio e innovación.
El Congreso tiene el poder para levantar las obsoletas restricciones del bloqueo que obstaculizan el comercio bilateral entre los dos países. Estados Unidos quiere exportar y Cuba quiere comprar productos como el arroz, el trigo, el maíz, pollo y granos, por nombrar algunos. Y Cuba, por su parte, puede satisfacer la creciente demanda de EE.UU. de frutas y verduras orgánicas, café, productos cultivados del mar, así como productos tradicionales como el azúcar y el ron cubano. Tomemos el ejemplo del trigo. La cantidad de trigo que Cuba podría comprar sería igual a aproximadamente el 10 por ciento de la producción total de Wheat State. En un año en que tenemos más grano almacenado en el suelo en Kansas, esto beneficiaría a ambos países.
Pero las restricciones de financiación actuales requieren que Cuba pague por los productos agrícolas en efectivo o mediante la financiación de terceros. Y mientras que la administración en las últimas semanas ha tomado medidas para permitir a los bancos de Estados Unidos financiar ciertos tipos de comercio con Cuba, la alimentación y la agricultura están excluidos – y siguen siendo las únicas industrias que deben buscar crédito fuera de EE.UU. Del mismo modo, la capacidad de las empresas de Estados Unidos para proporcionar la muy necesitada inversión en la agricultura cubana se enfrenta a obstáculos regulatorios que han sobrevivido a su propósito original.
Y no son sólo las barreras a la financiación y la inversión. Los consumidores estadounidenses no verán productos cubanos en nuestros mercados hasta que el Congreso elimine las restricciones actuales que prohíben a los buques que transportan productos exportados de Cuba atracar en los puertos de Estados Unidos durante seis meses, una medida que bloquea eficazmente que los productos agrícolas cubanos adornen nuestras mesas.
La conclusión es la siguiente: Cuba, con 11 millones de ciudadanos consumidores, sólo a 90 millas de nuestra costa, es un mercado increíblemente lógico para la exportación agrícola y de alimentos de Estados Unidos. Somos socios comerciales naturales. La normalización de las relaciones comerciales entre los dos países va a mejorar el acceso de los ciudadanos cubanos a alimentos asequibles al tiempo que proporciona a la comunidad de negocios y agrícola de Estados Unidos una amplia gama de nuevas oportunidades de mercado.
Debemos hacer nuestra parte para que esto ocurra.
El momento de actuar es ahora. La necesidad es inmediata.
(Artículo publicado originalmente en el semanario del estado de Kansas High Plains Journal, especializado en temas de agricultura. Traducción Dariena Guerra/ Cubadebate)
No hay comentarios:
Publicar un comentario