Resumen Latinoamericano, 24 octubre 2016.-Al igual que Turquía, Arabia
Saudi, Israel y la OTAN con respecto al derrocamiento del presidente sirio
Bachar Al Assad, la oposición derechista venezolana no abandona su intención de
voltear al gobierno de Nicolás Maduro. Una y otra vez practican juegos de
guerra en un territorio al que les gustaría ver convertido en escombros como
Aleppo o Homs.
La más reciente fase de este golpe continuo y desgastante, encarado con
toda virulencia luego de la dudosa muerte de Hugo Chávez, es esta histérica
“rebelión” del sector opositor que hoy controla la Audiencia Nacional. No solo
vuelven a insistir en una gran mentira, al estilo Goebbels, en referencia a
acusar a Nicolás Maduro de ser ciudadano colombiano, y por otra parte
aprobar la realización de un juicio político al Presidente legítimo de todas y
todos los venezolanos.
No extraña que esto ocurra en momentos en que se está manifestando una
lenta pero sólida recuperación económica (el aumento del precio del petróleo
ayuda) y mejores resultados en cuanto a combatir la guerra económica y abrir la
puerta a la población para adquirir alimentos y medicamentos. Tampoco es
casualidad que el caballo de Troya del imperio, el secretario de la OEA, Luis
Almagro insista en embestir a Venezuela desde el púlpito de una entidad cada
vez menos creíble. Por otra parte, Washington ha dado la orden de “ensuciar” la
cancha, promoviendo una avalancha mediática contra la Revolución, cuyos mejores
exponentes son los diarios El País y ABC de España y un séquito de periodistas
“amarillos” de todo el continente.
Cada vez que esto ocurre se vuelven a repetir imágenes como cuando estos
mismos conjurados produjeron los dos golpes de 2002, aunque puede decirse que
en esta ocasión se han vuelto a encontrar con un pueblo decidido a no dejar
pasar mansamente tantas afrentas. La ocupación este pasado domingo del recinto
de la Asamblea Nacional por parte de chavistas que están hartos de tanta
impunidad, fue un acto necesario de reivindicación y es esperable que no sea
sancionado por el oficialismo de traje y corbata. Venezuela está pasando por
una nueva y difícil prueba en que sus enemigos están tratando de destruir la
unidad pueblo y ejército, y también mostrar una imagen desestructurada del
aparato político chavista. Sin embargo, a pesar de estas nuevas acciones
ofensivas de la oposición, el pueblo venezolano resiste y sigue poniendo el
hombro para que la Revolución se siga profundizando. La pelea fundamental por
el socialismo está en la calle, ocupando los territorios en donde se ha ido
infiltrando el paramilitarismo (el local y el del país vecino), patrullando los
puntos claves para que no haya sorpresas desagradables, y permitiendo que los
núcleos más combativos del chavismo expresen su insastifacción -de la manera
que sea necesaria- contra los golpistas.
No es nada fácil imaginar hasta que punto de virulencia subirá la
tensión abierta este fin de semana, pero si queda claro que cada vez se impone
más aplicar una política gubernamental que genere confianza en los hombres y
mujeres más leales del bravo pueblo. A la luz de la experiencia sobre lo
ocurrido en Brasil y Argentina, donde se prefirió allanar el camino de las
trasnacionales, se hace imprescindible no tentarse con el retorno de “buenos
precios” para los barriles de petróleo, y sí tomar medidas que dejen sin aire a
la burguesía venezolana, nacionalizando todos los rubros estratégicos, y recostarse
cada vez más en la práctica de los que adentro y fuera de Venezuela están
dispuestos a defender este Proceso revolucionario.
En lo que hace al internacionalismo solidario hay que tratar de estar en
alerta permanente para denunciar los nuevos efluvios golpistas y movilizar
contra los mismos en cada uno de los países donde Venezuela se asocia con
dignidad y Revolución.
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