Resumen Latinoamericano – Cuba, Fotos: Jorge Luis Sánchez Rivera/La Habana, 29 de octubre de 2016.-
Como cada 28 de octubre desde hace 57 años, el pueblo cubano sale a buscar flores para honrar a Camilo.
Los niños y adolescentes encabezan el homenaje, al que le sigue el pueblo. A las cuatro de la tarde es difícil caminar
por las calles que llevan siempre al mar, a un malecón pequeño o enorme como el de La Habana.
Los padres levantan a sus niños para que la flor llegue lejos y las olas le digan a Camilo, una vez más, cuánto significa para su pueblo.
La gran mayoría de los nacidos un 28 de octubre suelen llevar su nombre.
Camilo está en la batalla cotidiana de su pueblo, con su enorme sonrisa y su sombrero campesino. El Señor de la Vanguardia, es el que respondió -cuando se le preguntaron en cuál de los dos equipos estaría- en un juego fraternal de pelota entre los barbudos de la Sierra: “contra Fidel ni jugando”.
El que reía fuerte y claro y gastaba bromas al Che. El hombre hecho a todo coraje que salió en un frágil helicóptero a la zona donde un traidor emboscaba a la joven Revolución. El que tomó una masa para derribar las paredes del centro de tortura y reclusión de la dictadura batistiana y propuso hacer allí mismo un gran Centro Educacional, hoy Ciudad Libertad.
Camilo el amigo más querido, jaranero, sencillo, modesto, valiente, fiel, enamorado del amor y de la vida. Parte de la leyenda épica y la memoria colectiva de un pueblo que cada 28 de octubre, con sol radiante o viento y lluvia -como ocurrió ayer- le regala las flores de su alma.
Muchos, antes de arrojar su flor la besan, para que también le llegue a Camilo el beso de su pueblo.
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