La Habana, 30 sep (PL) El bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba tiene entre sus objetivos fundamentales atentar contra el derecho a la alimentación del pueblo cubano.
Se busca ese resultado ante la realidad de que la isla cuenta con uno de los programas de protección social más integrales del mundo diseñado por la Revolución para garantizar la erradicación del hambre y considera prioridad estratégica la seguridad alimentaria de todos los ciudadanos.
A pesar de la agresión, Cuba garantiza los alimentos para los centros de enseñanza y de trabajo realizando también esfuerzos educativos para el consumo de una dieta equilibrada y sana, algo reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
Sin embargo, es importante señalar que el monto de las afectaciones causadas al sector de la alimentación, de acuerdo con un dato conservador, alcanza los 592 millones 269 mil dólares, algo en lo que mucho tiene que ver la reubicación de mercados para garantizar las importaciones dirigidas a la industria alimenticia.
Esto es consecuencia de un incremento de costos y los gastos adicionales por el concepto de fletes marítimos, tipos de cambio considerados onerosos y la prohibición de utilizar el dólar estadounidense para cualquier transacción de tipo comercial.
Como en todos los casos existen ejemplos que constituyen la prueba más fehaciente de las aristas de una medida destinada a causar los mayores daños posibles a toda la sociedad cubana desconociendo el mínimo respeto a sus derechos humanos.
Así se puede constatar que la industria arrocera cubana tuvo en el último año afectaciones millonarias al disminuir los niveles de producción por la imposibilidad de adquirir piezas, partes, accesorios y equipos tecnológicos en el mercado norteamericano de mejor calidad y precio a los de otros. Esto significó pérdidas por tres millones 306 mil 900 dólares.
Otro golpe recibieron las importaciones de semillas de papas y hortalizas fundamentalmente, las cuales se tuvieron que traer desde mercados de Europa y Japón, con lo cual se debió pagar en exceso por concepto de flete equivalente a un millón 176 mil 900 dólares además de afectar los correspondientes programas de siembra.
Las afectaciones en la actividad de cría porcina alcanzaron en el año ocho millones 572 mil 400 dólares, pues ante el cierre del mercado estadounidense fue necesario hacer las compras en lugares más lejanos mientras que el sector avícola vio entorpecido el proceso de vacunación a los rebaños para evitar enfermedades por la misma razón. En definitiva, se trató de un verdadero atentado a la alimentación del pueblo cubano y un absurdo empeño por rendirlo mediante el aumento de necesidades y finalmente provocando el hambre, algo nunca conseguido.
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