Imagen de Filiberto tallada en piedra, por Isaac Laboy, en la ladera de un monte en el Barrio Charcas, Quebradilla
Por Elma Beatriz Rosado Barbosa
21 de septiembre de 2015
En estos tiempos tormentosos en los que navegamos –muchos sienten que navegamos a bordo de una nave sin capitán, o lo que es peor, sin timón– resuenan las palabras de Filiberto Ojeda Ríos, en clara advertencia a las señales que identificara, preconizando la creación de un Frente Popular para la Salvación Nacional (FPSN) para nuestro archipiélago puertorriqueño. La propuesta no surgió como un pensamiento por “generación espontánea”, es decir, no surgió sin causa aparente o sin raíces. La idea fue concebida a lo largo de tiempos imprecisos, partiendo de observaciones críticas, de lecturas analíticas, de la aplicación del método marxista, y desde ese andamiaje va construyendo esa propuesta, colocando bloques de conocimiento intelectual cimentados con teoría y prácticas políticas y empañetados con aspiraciones y, sí, ilusiones para la Patria borinqueña.1
Filiberto fue un revolucionario. Creía en el derecho inalienable de los pueblos a su libertad, a ser los dueños de su propio destino. Siendo esa lucha libertaria la máxima que rigió su vida, no estaba dispuesto a renunciar a ningún mecanismo de defensa para proteger y defender su Patria. En su guía revolucionaria, Filiberto combatió a través de todas las maneras posibles, excluyendo el terrorismo. Su práctica era una de Humanidad, piedra angular de su formación revolucionaria. Constantemente expresaba que no permitiría el atropello de una hermana o un hermano puertorriqueño, sintiendo a sus compatriotas como a su familia misma.
Filiberto luchó en favor de la libertad de la Patria. Se defendió y combatió a través de innumerables y variados mecanismos. Acudió a denunciar la situación colonial de Puerto Rico ante el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas en 1990; analizó la situación del País y explicó sus estrategias de lucha en entrevistas a través de radio, televisión y prensa escrita; expresó sus ideas, planes y proyecciones libertadoras en comunicados de prensa y en mensajes directamente a sus hermanos puertorriqueños; organizó acciones reivindicativas de los derechos del pueblo puertorriqueño; reafirmó los lazos de solidaridad con los pueblos caribeños y latinoamericanos; colaboró con las luchas por la igualdad y los derechos humanos internacionalmente, inclusive en Estados Unidos.
Como parte de su concepción de lucha, incursionó en innumerables campañas y batallas, siendo prominentes sus esfuerzos para constituir el Frente Popular para la Salvación Nacional. Sus preocupaciones fueron, además de libertarias, de justicia social. Le alarmaba la degradación del ambiente y defendía la conservación de los recursos naturales, con particular predilección por los árboles. Le desgarraba el alma la falta de opciones de salud para el pueblo, y denunciaba la insensibilidad de un sistema de salud insertado en un capitalismo brutal. Le intranquilizaba la falta de vivienda para la población, y abogaba en favor de aquéllos con menos recursos económicos, en especial por los residentes de los caseríos, manifestando su indignación por el discrimen contra ellos. Le inquietaba el destino de la juventud, que siempre tuvo un lugar especial en su corazón, y la aconsejaba a estudiar, y alentaba y apoyaba a los movimientos estudiantiles en sus demandas. Le corroía el espíritu la intervención de las fuerzas armadas estadounidenses al reclutar a los puertorriqueños para sus guerras y enseñarlos a matar, y desafió con la acción y la palabra esas afrentas. Le preocupaba el derecho del pueblo a trabajar, y alertaba sobre los intentos del Estado para transformar al pueblo en un ente de total dependencia. Se solidarizaba con las luchas justas de los sindicatos del País y denunciaba los intentos de tratar de despojar a los trabajadores del sentido de orgullo por el trabajo. Criticaba la intolerancia de algunos para con el sector religioso y promovía la comprensión de las diferentes manifestaciones espirituales, enfatizando en la no discriminación. Le perturbaba la pérdida de la identidad puertorriqueña y se adhería a los esfuerzos de reafirmación nacional, reconociendo las iniciativas y logros de los sectores forjadores de la cultura puertorriqueña. Le angustiaba la retención de puertorriqueños en situaciones de privación de libertad y constantemente exigía y reclamaba su liberación, en un caso, llegando a interceder ante movimientos latinoamericanos, para que se le permitiera a una puertorriqueña el regreso a su patria, e inclusive, en otro caso, estando dispuesto a ser canjeado por patriotas puertorriqueños encarcelados por el gobierno de Estados Unidos, para que éstos fueran regresados a la Patria. Finalmente, SIEMPRE estuvo dispuesto a dar su vida por su ideal. Vida que le fue arrebatada inmisericordemente y con vileza.2
Ésas son las motivaciones de Filiberto para proponer la creación del Frente Popular para la Salvación Nacional. Sentía la imperiosa necesidad de establecer bases sólidas para que los puertorriqueños lograran estar en posición de sostener sistemas alternos para el manejo de los medios de producción, para la defensa de nuestros ecosistemas, para una mejor calidad de vida para el pueblo, donde la salud, la vivienda y la educación fueran renglones fundamentales y no unas quimeras. Uno de los planteamientos principales era romper con la dependencia. Sembrar estímulos para que los puertorriqueños se desligaran de los patrones de baja autoestima inculcados por las fuerzas extrañas al País y acogieran opciones de desarrollo que les permitieran tener control de su economía, de su sociedad, de su destino.
Entre agosto de 1989, tras la conclusión del juicio del que fue absuelto, y septiembre de 1990, cuando regresó al clandestinaje, Filiberto convocó a diversas organizaciones representativas de los sectores populares y a personas que tuvieran en el corazón y en el intelecto trabajar por la nación puertorriqueña. “No hay que ser independentista para participar”, recalcaba. Solamente era necesario tener el deseo de salvar al País. Y así fueron llegando. Se organizaron eventos en todo el País, donde se discutía la propuesta del Frente, para ir concretándolo en la práctica. Así fue el caso, por ejemplo, de un mercado agrícola y de artesanías que se llevó a cabo en Ponce, en los predios de WPAB Radio. Los participantes emprendían negocios de autogestión, para la subsistencia propia y de su familia, y tenían intenciones de producir empleos.
En el esfuerzo de promoción y organización del Frente participaban organizaciones de todo tipo, culturales, educativas, agrícolas, de comunicaciones, políticas, religiosas, ambientalistas, logias. Los participantes coincidían en que “este esfuerzo del puertorriqueño para transformar la realidad inmediata que nos oprime y nos roba nuestro valor esencial como ser humano, el valor de la libertad y de poder controlar las fuerzas sociales y económicas que nos definen, es un esfuerzo local que en la mayoría de los casos se desarrolla de manera aislada.” El Frente pretendía concertar puntos de enlace entre estos esfuerzos para establecer unas conexiones fuertes y prácticas para transformar la realidad con el propósito de romper con los patrones de dependencia y hacerse cargo de su futuro. Ideas subversivas en este archipiélago, pero ideas absolutamente idóneas para otros países como, por ejemplo, Estados Unidos, el administrador de la colonia puertorriqueña.
Filiberto confiaba en que una vez el pueblo estuviera en control de sus recursos y fuera dueño de su destino, nadie podría manipularlo. Llegaría el momento de la decisión colectiva libre de influencias malsanas. La propuesta de Filiberto era peligrosa: los puertorriqueños podrían asumir el control del timón y navegar hacia un nuevo destino, afianzando las bases para la transformación estructural que podría impulsar la independencia.
Notas
1. Una de las mayores influencias en el desarrollo de esa idea nace de un estudio que Filiberto hace de la obra de Douglas Pike –considerado como el principal experto en el tema del Vietcong–, Viet Cong: The Organization and Technique of the National Liberation Front of South Vietnam (MIT Press, 1966). Filiberto conservó ese libro como una referencia fundamental unida a sus aspiraciones libertarias y de transformación.
2. Elma Beatriz Rosado, “La verdadera imagen de Filiberto Ojeda Ríos tallada en las entrañas de la tierra puertorriqueña” (Cubadebate, 8 de marzo de 2010) http://www.cubadebate.cu/ opinion/2010/03/08/la- verdadera-imagen-de-filiberto- ojeda-rios-tallada-en-las- entranas-de-la-tierra- puertorriquena/#.VfXfCBG6eUk.
fuente: Claridad
No hay comentarios:
Publicar un comentario