miércoles, 16 de diciembre de 2015

De Gremial de Abogados



MURIÓ UN PRESO POLÍTICO PARAGUAYO,
LA VIDA HEROICA Y LA MUERTE DIGNA DE UN PATRIOTA

Se llamaba Osmar Martínez, era un hombre valiente, con la típica vida paraguaya de campesino pobre, de sacrificios, de luchas, de sinsabores.-
Osmar fue un revolucionario, un compañero nuestro en todo sentido, un hombre que puso y dejó todo por la Revolución y el Socialismo.-
Su vida fue un aprendizaje permanente, desde la teología de la Liberación al marxismo leninismo, desde la lucha social a la lucha política, desde la solidaridad permanente hasta la decisión de tomar el poder por las vías que correspondan o que se entiendan que correspondan en una etapa determinada.-
Osmar fue un auténtico latinoamericano, un militante cabal de Nuestra América, que transitó todos los caminos de nuestras naciones en lucha, casi siempre aprendiendo.- Osmar fue un internacionalista.-
Eso lo saben bien los revolucionarios chilenos, los colombianos, muchos argentinos y bastantes mas.-
Puede que alguna vez la Historia o las organizaciones de distintos países latinoamericanos le hagan a Osmar Martínez el honor de reconocerlo como propio, como alguien que se forjó, se preparó y aprendió de cada experiencia.-
Acaba de morir como preso político paraguayo miembro de la dirección del Partido Patria Libre, murió con la misma dignidad con la que vivió.-
Nos informan que se está concentrando una importante cantidad de hermanos paraguayos para despedirlo, nos congratulamos de ello.-
Hacia principio de este año 2015, una delegación de cuatro compañeras y compañeros de la Gremial de Abogadas y Abogados viajó a la querida República del Paraguay con el objeto de continuar las tareas de coordinación con organizaciones hermanas, con colegas, y con compañeros y familiares de los presos políticos.-
Para la Gremial de Abogados los presos políticos paraguayos, así como los peruanos, son considerados al mismo nivel que los propios, por eso ha sido una práctica permanente la solidaridad con esos inmensos seres humanos como son las presas y los presos políticos.-
La visita implicaba también “recargar combustible moral” para continuar con nuestras tareas, muchas veces llenas de sinsabores, y mucho dolor como es la defensa de los presos políticos.- Y en ese plan visitamos a varios de ellos, tanto en las Unidades de hombres como en las de mujeres, y como siempre, no nos defraudaron, salimos mas fortalecidos de lo que llegamos.- A pesar de la tristeza que nos produce la situación de esos compañeros y compañeras, sus historias personales de vidas, su entrega, su sacrificio, de todas formas siempre esas visitas nos fortalecen, nos alegra la vida, y nos advierte que no todo está perdido y que vale la pena luchar y ser solidario con los que luchan.-
Al charlar con las compañeras y compañeros presos paraguayos nos convencemos de que se trata de seres que no pueden ser doblegados y que en algún momento ellos, los nuestros, redimirán estas tierras azotadas por el desprecio, la codicia y la impunidad de los poderosos.-
Y en esa visita pudimos verlo y charlar con Osmar Martínez, el muy conocido dirigente del Partido Patria Libre paraguayo.- 
Osmar nunca estuvo alojado en una Unidad carcelaria, sino en una Unidad policial, en la tristemente célebre Agrupación Especializada
De la Policía Nacional, la misma que produjo la matanza de Curuguaty.- Ahí, rodeado de comandos altamente adiestrados, en una celda individual, en aislamiento, estaba Osmar Martínez, condenado a 35 años de prisión y con mas de diez de padecimiento.-
No lo vimos bien, estaba con suero, recostado, y convaleciente de algo compatible con un infarto.-
Así y todo nos sorprendió su lucidez, la profundidad de análisis y de síntesis cuando nos dio su opinión tanto sobre la situación nacional o latinoamericana como la del proceso interno de las diferentes organizaciones paraguayas.-
Lo encontramos muy pálido, débil, y nos comentó que lo había atendido un enfermero quien apenas le suministró pastillas y nada mas, tenía terribles moretones fruto de la impericia o brutalidad con la que le colocaron el suero.-
De médico ni hablemos.-
Nos refirió los complicados trámites burocráticos y en especial judiciales para que pueda ser revisado por un médico y nos hizo reir a todos cuando nos comentó que la Jueza de Ejecución no le aceptaba sus escritos “porque no estaban hechos a máquina”.- En fin, cosas de las cárceles, cosas de las luchas revolucionarias.-
Lograr el traslado a un Hospital era impensable, y la única opción posible, un médico particular, estaba fuera del alcance de Osmar como de cualquier preso político paraguayo e igual de complicado el trámite judicial.-
Nos sorprendió el profundo conocimiento de las diferentes organizaciones revolucionarias latinoamericanas, en muchas de las cuales se preparó e instruyó.- 
Y por supuesto, la mención a nombres de hombres y mujeres que hoy son parte integrantes del poder en sus países y que lo conocen perfectamente, incluyendo por supuesto el Paraguay del Presidente Lugo.-
En el viaje de vuelta, nos comunicamos con el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, una entidad pública autónoma, relacionada con el cumplimiento de los protocolos contra la tortura de la ONU, para pedirles que intercedieran ante las autoridades y la jueza de ejecución.
Algunos de nosotros conocimos a Osmar ese día, y volvimos hablando de la formidable impresión que nos causó. Por su entereza, su humildad; por la profundidad de su preparación, de su compromiso; por la seriedad con que asumía su rol de militante de vanguardia y de dirigente.
También percibimos la huella de sinsabor y amargura con que refería, por lo demás sobriamente y sin necesidad de demasiadas particularizaciones, el aislamiento, el desentendimiento, la negación, y, en muchos casos, la agresividad condenatoria, con que prácticamente toda la izquierda y el eventual progresismo paraguayo trataron y siguen tratando a todos los presos políticos, con escasas excepciones en cuanto a quienes reciben un trato diferente de, también, excepciones solidarias.
Por supuesto, que Osmar, que había sido un notorio dirigente de primera línea de la izquierda paraguaya, no era un desconocido para ellos ni ellos para él; como tampoco lo son la mayoría de los presos políticos allí, con la probable excepción de los campesinos más humildes y del Paraguay profundo, que sí son perfectos desconocidos para el común de la izquierda paraguaya, básicamente urbana.
Unas semanas después, cuando elaborábamos un informe para recabar solidaridad internacional, le pedimos que nos hiciera una breve semblanza de los tramos iniciales de su militancia. Nos dijo:
“A los 15 años, actuaba en la Iglesia, enseñando catecismo, predicando, organizando actividades de solidaridad. Luego del servicio militar, a los 19 años, viajé a Buenos Aires, donde me vinculé a un grupo misionero juvenil de la Parroquia de San Patricio, allí donde la dictadura argentina asesinó a tres sacerdotes y dos seminaristas. Al regreso a Caaguazú, ya influenciado por la Teología de la Liberación, comencé a trabajar con grupos de jóvenes campesinos, analizando la realidad, en lo que les afectaba y viendo qué se podía hacer como cristiano frente a ella… Utilizábamos el método del Ver, juzgar y actuar, de Paulo Freire… esta tarea y visión liberadora, nos trajo conflictos con la cúpula clerical… aun así, teníamos sacerdotes que nos acompañaban, como asesores…tuve la responsabilidad de ser líder juvenil a nivel de mi diócesis, y en su representación viajé al Primer Congreso latinoamericano de jóvenes cristianos, en Cochabamba, con motivo de los 500 años de la colonización, en donde rechazamos que pudiera tomarse la fecha como una celebración de la evangelización. Esa militancia en la Iglesia de base me llevó a la militancia política en Patria Libre, en 1993. Y después, en el 94, ya comencé a militar solamente en política. Y muchos de los jóvenes que eran mis compañeros en la Iglesia, pasaron conmigo. En Patria Libre, siempre se respetó la creencia religiosa, la mayoría de los líderes campesinos éramos de origen cristiano, católicos con influencia de la Teología de la Liberación…. Considerábamos que ningún cristiano verdadero podía apartarse de la realidad sociopolítica… yo siempre usé mi formación cristiana para trabajar en las bases campesinas, muchos cristianos incorporamos a las filas políticas… por eso crecimos rápido y tuvimos mucha aceptación en las bases campesinas, en su mayoría miembros activos de la base cristiana, pero todos venían de la Iglesia Católica, porque los creyentes de sectas, eran más cerrados, no se interesaban en la realidad social y política, al menos en mi experiencia militante”.
El movimiento Patria Libre, del cual Osmar fue uno de sus dirigentes fundadores, constituyó, como parte de su accionar político, un partido con el mismo nombre que participó de distintas elecciones nacionales y regionales, hasta que comenzó a sufrir durísimos golpes represivos. Primero, tres de sus principales dirigentes fueron secuestrados y torturados en un centro clandestino de la policía y la fiscalía paraguayas. Liberados, inauditamente, por una multitud que se dirigió al lugar, alertada por la denuncia de un familiar de uno de los secuestradores, debieron finalmente exiliarse en Brasil, donde permanecen. Luego, se descargó sobre los militantes un gigantesco armado que concluyó con más de 20 condenados a larguísimas penas y las mismas miserables condiciones de cárcel del resto de la población carcelaria paraguaya (y en varios casos, como el de Osmar, más crueles aun).
Osmar fue condenado a 35 años de cárcel por el secuestro y la muerte de Cecilia Cubas, una joven empresaria, miembro de la oligárquica clase gobernante del Paraguay; hija del ex presidente Cubas, que huyera en su momento a Brasil, con toda su familia, después del asesinato de su vicepresidente y la masacre por francotiradores policiales de varios jóvenes paraguayos en las movilizaciones de repudio a tal crimen. En Argentina, nos relacionamos tristemente con esta gigantesca operación de destrucción de una organización popular, en ocasión de la cárcel, el proceso de extradición y la expulsión final de 5 compañeros de Patria Libre y uno del Movimiento Agrario y Popular (organización campesina) por parte del actual gobierno. (Para evitar malentendidos: estamos escribiendo en las primeras horas del 8 de diciembre. Nos referimos al gobierno de la Dra. Fernández de Kirchner y su fiel escudero, el Dr. Aníbal Fernández, que no habrán sido fieles a las tradiciones de solidaridad de nuestro pueblo con el paraguayo, pero sí lo fueron con sus promesas a la familia Cubas, al “ingeniero Blumberg” y al embajador stronista del Paraguay, hechas en aquel 2006 en que los 6 fueron detenidos, cuando confiados en “el gobierno de los derechos humanos”, vinieron a pedir refugio político a la oficina ministerial correspondiente).
Osmar, por su parte, estaba preso desde 2005.
Ayer, 7 de diciembre, alrededor del mediodía, publicó en su página de una red social, gracias a ese realismo mágico tan propio de nuestro querido Paraguay, su opinión de militante y de revolucionario sobre las elecciones del domingo en Venezuela, así como hace unas semanas hiciera lo mismo con las de nuestro país.
Allí decía, entre otras cosas:
“Ninguna derrota de los movimientos populares en la Patria Grande de América Latina es buena, ni debe ser festejado por los revolucionarios, pero tampoco podemos ser ciegos y ser una izquierda utópica que no [viera la] realidad a la que se exponían desde hace mucho tiempo los que aceptan la regla de juego de la convivencia "Pacífica" entre explotados y explotadores y dirimir la toma del poder a través de votaciones "Democráticas"...
[la oligarquía venezolana utilizó] Y miles de otras formas de presión, de extorsión, de imposición, de obligación ¿y hablan de triunfo democrático? ¿De convivencia “Pacífica”? ¿esto no es violencia? Si señores, es violencia camuflada. Y es por esto y más que los revolucionarios no pueden hablan de convivencia pacífica entre opresores y oprimidos…. El papel de "moral democrática", de "ética electoralista", de " convivencia pacífica entre clases antagónicas" no cuadra con el de un revolucionario”.
A las 18 hs., aproximadamente, los compañeros de Paraguay nos informaban de su fallecimiento.
Había sido sacado de su celda para hablar con una autoridad policial, justamente por un trámite que había empezado hace varios días para que la jueza de ejecución autorizara que lo vieran médicos más apropiados. Volvió bromeando.
Unos minutos después, sus compañeros de prisión escucharon un fuerte ruido. “Cayó sin poder atajarse”, nos cuentan. “Se rompió los dientes en la caída”. El proceso de ayuda “médica” en el lugar fue largo. Más larga todavía fue la espera para que lo trasladaran a un centro de atención fuera del cuartel (resulta obvio que dentro no hay nada que se le parezca).
La jueza que recibió el pedido de atención médica el 25 de noviembre y nunca contestó, se llama Ana María Llanes Ferreira. Adjuntamos copia del escrito que se le presentó y que Osmar tenía en sus manos al derrumbarse.
La que fuera abogada de su hermano, luego absuelto, en el mismo juicio de Osmar y sus compañeros; y que luego lo representara en sus denuncias ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Raquel Talavera, nos cuenta de la mamá de Osmar, que agrega a sus tantos dolores de madre campesina de revolucionarios, el de esta muerte temprana y cruel. Él nos contó que, como venía del campo, de lejos, y era lógicamente pobre, habían conseguido autorización de algún jefe policial para que, en sus visitas, ella se quedara a dormir en la celda para aprovechar el fin de semana, antes de regresar a Caaguazú. Su otro hijo, optó por vivir en Argentina, ante las persecuciones que no se detenían ni se detienen en detalles leguleyos como absoluciones.
Raquel dice que habrá que ver cómo puede solventar la mamá, los gastos del traslado y entierro del compañero.
Osmar Martínez tenía 47 años.
Se ha dicho que hay épocas en la historia de los pueblos donde a la dignidad hay que buscarla en las cárceles. Osmar, en Asunción del Paraguay, murió como acostumbra morir con demasiada frecuencia la dignidad en estos tiempos y en estas tierras; como muere en Perú, en Chile, en Colombia, en Puerto Rico y en tantos lados: encarcelada, pero confiada y altiva.
Gracias, Osmar por todo lo que nos diste, por agregar mas sentido a lo que hacemos.-
Un fuerte abrazo.
ASOCIACIÓN GREMIAL DE ABOGADAS Y ABOGADOS
República Argentina,
Diciembre 2015


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