Por J. Jaime Hernández y David Brooks, Resumen Latinoamericano / La Jornada, 5 noviembre 2016.- Sólo faltan cuatro días para que, como bien advierte nuestro corresponsal, David Brooks, más de 100 millones de electores se tapen la nariz para votar entre los peores candidatos de la era moderna en EU.
Tan malos que, Charles Koch, el magnate del sector petroquímico y bestia negra del conservadurismo, ha definido estas elecciones presidenciales como una decisión entre un cáncer y un ataque al corazón.
En el curso de las últimas horas, el candidato republicano, Donald Trump, ha renovado sus ataques para intentar vapulear la menguante ventaja de su contrincante demócrata. La estrategia pasa por redoblar las acusaciones contra Hilary Clinton como “una criminal” a la que el FBI “se dispone a encausar en el curso de las próximas horas”.
Desde la campaña demócrata, la estrategia pasa por presentar a Donald Trump como “la más seria amenaza contra la seguridad nacional” y “como un predador sexual” indigno de ocupar la Casa Blanca.
En medio de este ruido ensordecedor, los ciudadanos se declaran asqueados (más del 80% según The New York Times) y las encuestas parecen inamovibles ante el avance de la abulia o el hartazgo. La lógica de elegir entre el mal menor se consolida entre millones de electores resignados. Si las elecciones fueran hoy, la ganadora sería Hillary Clinton.
Aunque su victoria sería por los pelos. Al final, la falta de entusiasmo de los más jóvenes y de los independientes, le habría dejado a merced de un triunfo bajo mínimos, con una ventaja de apenas el 1.7% en el voto popular, según el más reciente sondeo de RealClearPolitics.
En el mapa electoral, sin tomar en cuenta los estados “columpio” o de lealtades cambiantes, la ventaja sería de 297 votos contra 241. Para ganar la Casa Blanca se necesitan 270.
Una pírrica victoria electoral que, dicho sea de paso, se ha convertido en parte de lo nuevo “normal” en todo el mundo, ante el descrédito de esa clase política carente de reflejos e inteligencia, indiferente a los agobios de los ciudadanos, obsesionada con el poder parcelario, el enriquecimiento rápido y una voracidad criminal.
Hasta hace poco, los analistas especulaban con la posibilidad de una victoria sin precedentes a favor de Hillary Clinton. Una suerte de choque de placas tectónicas con vuelcos espectaculares en estados como Arizona, Georgia, Florida, Ohio, Carolina del Norte y Texas, donde el partido republicano ha gozado de un largo reinado y donde la nueva realidad demográfica ha jubilado los viejos manuales de campaña.
Pero, cuando sólo faltan cuatro días, las viejas inercias han dado un paso al frente. La ilusión y la esperanza de hace 8 años, que hoy lucha por resucitar el presidente Barack Obama a favor de Hillary Clinton, se estrella con ese muro de desencanto de los más jóvenes.
Pero, además, contra la fuerza de esa nostalgia que representa Donald Trump y que hoy anima (o emponzoña) a millones de electores blancos y conservadores preocupados ante el avance de esas nuevas minorías de rostro moreno que han llegado a sus barrios, escuelas e Iglesias.
Precisamente, la fuerza de esa nostalgia ha sido el caldo de cultivo para el odio que millones profesan hacia Hillary Clinton.
En el curso de las últimas horas, la campaña Trump ha actualizado los “talking points” de su candidato y de toda su base republicana.
Desde Donald Trump hasta los comentaristas incrustados en los programas de mayor audiencia de televisión, han adoptado un nuevo mantra: “Hillary Clinton es una criminal. EL FBI esta a punto de hacer oficial una acusación criminal. En caso de ganar, Hillary Clinton sometería a toda la nación a un viacrucis legal que terminara con su destitución”.
Desde la campaña demócrata, el lenguaje se ha endurecido y las promesas de un mañana prometedor han cedido paso al horror.
Desde Barack Obama, hasta su esposa Michelle (que participarán el próximo lunes con Hillary Clinton en un apoteósico cierre de campaña en Filadelfia), el mensaje es muy claro: la elección de Donald Trump retrocederá las manecillas del reloj y dejará a Estados Unidos a merced del caos, la inestabilidad y los bajos instintos de un hombre que ha sido acusado por una docena de mujeres de “abusador sexual”.
Permanezcan en sintonía …
04/11/2016 20:31
La elocuente portada de la revista alemana Der Spiegel
La revista alemana Der Spiegel no podría ofrecer una portada más elocuente, para retratar el fin de una campaña de más de 16 meses, en la que los candidatos a la presidencia de Estados Unidos se han dicho y lanzado de todo.
La contienda, poco predecible; ligera ventaja de 1.7% para Hillary Clinton
Economistas, sindicalistas y dirigentes advierten que una presidencia de Trump sería un desastre
Centro de votación adelantada en Miami, Florida. Encuestas recientes indican que la mayoría de ciudadanos estadunidenses ya decidieron su voto y sólo hay una pequeña fracción de indecisosFoto Afp
David Brooks, 5 noviembre 2016.- Si la elección expresara la voluntad del pueblo, ni Hillary Clinton ni Donald Trump serían la opción de la mayoría; por ahora, a cinco días de los comicios, están virtualmente empatados en las encuestas, aunque ninguno ha gozado de mayoría a lo largo de esta contienda.
Esta elección es poco predecible y ha estado llena de sorpresas (empezando por la grotesca realidad descartada por casi todos hace sólo unos meses de que alguien como Trump esté en la antesala de la Casa Blanca) en gran parte porque es una pugna entre los dos candidatos más impopulares de la historia moderna del país.
Más de ocho de cada diez votantes afirman que esta campaña los ha dejado asqueados en lugar de entusiasmados, según una encuesta de CBS News/New York Times difundida hoy, con ambos candidatos percibidos no sólo desfavorablemente, sino como deshonestos, por la mayoría de los votantes.
Hoy los indicadores de este concurso, coinciden analistas, muestran que
la contienda se ha estabilizadoen un virtual empate en el promedio de las principales encuestas (con ligera ventaja para Clinton de 1.7 por ciento). Los demócratas esperan que esto marque el fin de la hemorragia de apoyo que sufrió su abanderada a lo largo de la última semana. El consenso es que Clinton sigue como favorita, pero eso está menos asegurado que hace una semana.
Ahora, la especulación sobre todos los posibles escenarios inunda el debate, algo que no cesará hasta el martes 8 de noviembre, cuando se empezarán a contar las boletas.
Mientras los medios resaltan que la
carrera de caballosestá muy cerrada, no es inusual que las encuestas registren esto al final de la contienda, vale recordar que en 2012 el presidente Barack Obama y su contrincante republicano Mitt Romney estaban empatados en los sondeos, pero Obama ganó la elección por más de cuatro puntos.
En encuestas recientes se registra que la abrumadora mayoría de votantes que piensan participar ya están decididos, y sólo una pequeña fracción aún está indecisa. Pero en una elección potencialmente tan cerrada, unos cuantos indecisos podrían ser la diferencia entre el triunfo y la derrota, sobre todo en algunos de los estados claves que determinarán el resultado final.
Vale recordar que en 2000, Al Gore perdió ante George W. Bush en Florida por 537 votos, y con ello, la presidencia. Esa también fue una elección en la que Gore ganó el voto popular nacional, pero perdió la elección por no alcanzar los 270 votos en el Colegio Electoral. Por eso, los sondeos son sólo un indicador general, pero no son el mejor pronosticador del resultado, ya que no existe el voto directo en las elecciones presidenciales. La presidencia se gana en el Colegio Electoral donde cada candidato/a acumula los votos electorales otorgados por la elección en cada uno de los 50 estados.
Por eso en esta recta final los candidatos y sus representantes se mueven como piezas de ajedrez a estados específicos que consideran claves para su estrategia en lograr la mayoría en el tablero del Colegio Electoral; cada una de sus escalas son precisamente seleccionadas por sus encuestas y análisis internos y ofrecen una muestra de dónde está el juego.
Por ejemplo, ambas campañas entienden que sin Florida las posibilidades de Trump están casi anuladas, y por ello los dos han tenido una intensa actividad ahí. Igual en Carolina del Norte, Pennsylvania y Ohio, y también hay intentos para robar un estado que se pensaba estaba en la columna del otro; por ello la visita de Trump a Wisconsin, y de Clinton a Arizona. En una encuesta estatal hoy, Georgia –estado que no ha sido ganado por un candidato demócrata en más de dos décadas– está en juego con sólo un punto de diferencia. A la vez, aparentemente por preocupaciones de que está en riesgo, Clinton visitó Michigan.
Sigue el intercambio de fuego
Los candidatos continúan el intercambio de fuego en sus actos de campaña. Clinton reiteró que Trump es el candidato de la división.
Imaginen a un presidente que degrada a las mujeres, se burla de los descapacitados, insulta a latinos, a afroestadunidenses, a prisioneros de guerra y que contrapone a la gente. En verdad no tenemos que imaginar cómo sería, porque todo lo que ha dicho y hecho en su carrera y en esta campaña ofrece una vista preliminar bastante buena.
Trump repitió que Clinton es
una corruptaque acabará en un juicio criminal mientras sus simpatizantes corean
que la encarcelen. También arremetió, como siempre, contra
los medios corruptos, esas son algunas de las personas más deshonestas del mundo, afirmó en Carolina del Norte este jueves.
La novedad del día fue que Melania Trump, al esposa del magnate, reapareció en público y pugnó por mayor cordialidad y cautela en el mundo cibernético al afirmar que
nuestra cultura se ha vuelto demasiado mezquina y ruda, especialmente para niños y adolescentes. En el acto de campaña en las afueras de Filadelfia, la inmigrante eslovena habló de su admiración por Ronald Reagan al crecer en un país comunista y dijo que como primera dama trabajaría para combatir la intimidación y el bullying en línea, aunque nunca mencionó que su marido ha usado las redes sociales justo para eso.
Mientras Clinton parece haber frenado un mayor daño por el sorprendente anuncio del director de la FBI, James Comey, el pasado viernes, sobre el descubrimiento de más correos electrónicos que podrían ser relevantes en la investigación previamente cerrada sobre el uso de un servidor privado de la candidata cuando era secretaria de Estado, la nube de incertidumbre sobre qué más pueda anunciar la FBI sigue provocando ansiedad en la campaña demócrata. De hecho, en las últimas 48 horas han corrido rumores filtrados por diversas fuentes oficiales anónimas de que la agencia estaba investigando este año las operaciones de la Fundacion Clinton y si se había usado para intercambiar favores oficiales cuando Hillary Clinton estaba a cargo de la política exterior del gobierno de Obama.
Según reportó el Wall Street Journal hubo una disputa entre agentes de la FBI y fiscales del Departamento de Justicia sobre si proceder con la investigación.
Por su parte, promotores de Trump insisten en que ya es hora de
drenar el pantanode Washington y la cúpula política de ambos partidos, y tener por fin a alguien que
represente al pueblo.
Los salvavidas de la demócrata
Según algunos indicadores en los sondeos y analistas, tal vez el salvavidas de Clinton al final de esta elección serán los latinos, incluidos los inmigrantes con derecho al voto, los jóvenes y las mujeres, pero en gran medida no por apoyo a ella, sino para derrotar a Trump.
Mientras tanto, cunde el nerviosismo sobre el hecho de que aún es posible que Trump ocupe la Casa Blanca. En entrevistas recientes con dirigentes latinos, sindicalistas, activistas, economistas prominentes, jóvenes y financieros en Wall Street, todos expresan que una presidencia del demagogo derechista –algunos lo calificaron de proto-fascista– sería un desastre casi impensable, y cada día tratan de consolarse con cualquier indicación de que Clinton ganará.
Hay todo tipo de exhortos y proyectos para promover el voto anti Trump (es notable que algunos de los más efectivos no son explícitamente pro Clinton), desde acciones, videos (varios de ellos bilingües) con artistas y estrellas, y hasta dibujantes/moneros.
Todo depende de quién decida participar en una elección que la mayoría considera deplorable.
Un triunfo de Trump ya no es tan descartable, según sondeos
El apoyo para el republicano y la demócrata en las encuestas nacionales, en torno al empate
La campaña de Hillary Clinton (demócrata) desplegó su arma más poderosa: el presidente Barack Obama hizo ayer campaña en Carolina del Norte, donde llamó a universitarios y afroestadunidenses –sectores claves– a votar por la candidataFoto Ap
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 3 de noviembre de 2016, p. 24
Jueves 3 de noviembre de 2016, p. 24
Nueva York.
Dos factores caracterizan la contienda a seis días de los comicios presidenciales: el republicano Donald Trump está cerrando la brecha y abriendo nuevas posibilidades de un posible triunfo por primera vez y, la demócrata Hillary Clinton, aunque cada día menos, sigue con amplia ventaja en el mapa electoral.
Pero la sombra de Trump sigue oscureciendo cada vez más el panorama, y el coro que pregunta cómo es posible que esté tan cerca de la Casa Blanca se escucha cada vez con más volumen, y esto incluye al actual ocupante.
En parte, la contienda ahora ya no es entre dos candidatos, sino en torno a Trump, entre los que están tan hartos del sistema político que están dispuestos a apostar por un demagogo derechista en gran medida para tumbar a las cúpulas políticas, y entre los que temen esa amenaza y que votarán contra él, a través de su boleta, por Clinton.
Esto se ha vuelto, como señala el Cook Political Report, una pugna entre personalidades y no de posiciones o propuestas políticas. Ambos candidatos, vale repetir, son los más reprobados por la opinión pública en la historia moderna del país, con mayorías que rechazan a los dos.
Ninguno es confiable
Hoy, en la competencia entre quién es más impopular, Trump ahora le gana a Clinton por primera vez entre quién es más honesto; sólo 38 por ciento piensa que ella lo es, contra 46 por ciento que dice eso del republicano, en el sondeo más reciente de ABC News/Washington Post (o sea, la mayoría cree que ambos no son confiables).
La
carrera de caballos, término común para caracterizar las contiendas presidenciales, por ahora muestra que la diferencia en apoyo entre ambos candidatos en los sondeos nacionales está llegando a un empate. Hoy, en el promedio calculado por RealClearPolitcs de encuestas nacionales, Clinton sólo goza de una ventaja de 1.7 por ciento. Más aún, su ventaja calculada en el colegio electoral –donde un candidato requiere de 270 votos para ganar la presidencia– se ha reducido a 226 para ella frente a 180 para Trump.
A lo largo de esta contienda, cuando la atención se enfoca en un candidato, pierde apoyo, y en esta recta final –con el anuncio sorpresivo de la FBI sobre nuevos correos electrónicos, el goteo de otros más filtrados por Wikileaks que revelan aspectos negativos y hasta mentiras dentro de su campaña– las luces están sobre Clinton.
A pesar de estas tendencias en la opinión pública en este hipódromo electoral, los modelos de pronóstico siguen mostrando que Clinton tiene más del doble la posibilidad de ganar que Trump. En el de FiveThrityEight, dirigido por Nate Silver, Clinton tiene 68 por ciento de probabilidad frente a 32 por ciento para Trump; y The Upshot del New York Times le otorga a Clinton una posibilidad de 87 por ciento contra 13 para Trump.
Pero Silver advierte que si se aprieta más la contienda,
la campaña de Clinton estaría en riesgo, y se complicaría lo que hace sólo una semana parecía un mapa electoral que aseguraba su triunfo. Por ahora, indicó, la multitud de nuevos sondeos aún no aclara si Trump sigue avanzando, si la contienda ya se estabilizó o si Clinton se está recuperando. O sea, cunde la incertidumbre.
Por lo tanto, la noticia de esta semana es que un triunfo de Trump ya no se puede descartar como se suponía hace un par de semanas.
Todo gira en torno a quién participará en las urnas y como es difícil generar el voto a favor de los dos candidatos tan reprobados y dañados, el enfoque de las campañas es en gran medida sobre la urgencia de votar en contra del otro, y cómo representan una amenaza incluso mortal para el país.
La campaña de Clinton difundió un nuevo espot en televisión esta semana usando a la mujer que en 1964 era una niña en el famosísimo comercial del candidato demócrata Lyndon Johnson contra el ultraconservador Barry Goldwater, donde aparece la imagen de una pequeña niña y una flor y acaba con una nube nuclear, con un narrador que cuestiona si el público podría confiar el botón nuclear a ese político. La nueva versión usa declaraciones de Trump sobre armas nucleares y la mujer recuerda que Trump representa el mismo tipo de peligro. (Lo que no se menciona es que en su primera actividad política cuando estaba en la preparatoria, Clinton era activista en la campaña de Goldwater, que hacían llamar Goldwater Girls).
A la vez, su campaña desplegó su arma más poderosa y el político más popular del país –el presidente Barack Obama– quien hizo campaña para ella en Carolina del Norte, donde exhortó a jóvenes universitarios y a afroestadunidenses –dos sectores claves para Clinton y que no están mostrando el mismo entusiasmo con que ayudaron a llevar a Obama a la Casa Blanca– a votar. Declaró que aunque él ya no estaba en la boleta,
la igualdad está en la boleta, la justicia está en la boleta, nuestra democracia está en la boleta ahora mismo, y Hillary Clinton les da la oportunidad de avanzar en esa democracia.
Criticó a Trump, sin mencionarlo por su nombre, cuestionando su comportamiento personal y recordando que el republicano aceptó el apoyo de integrantes del Ku Klux Klan, y lo calificó de alguien que no tiene las características como para ocupar la presidencia.
Obama también se sumó a la crítica del director de la FBI por anunciar el viernes, a finales de una elección, que estaba indagando correos electrónicos posiblemente relacionados con una investigación previa sobre el manejo de correos oficiales de Clinton. En una entrevista, en sus primeros comentarios sobre el asunto, afirmó que cuando hay una investigación “no operamos con base en la insinuación… no operamos con base en filtraciones. Operamos con base en decisiones concretas…”
Trump, quien goza las noticias positivas en las encuestas y el anuncio de la indagatoria de la FBI, advirtió que Clinton
probablemente estará bajo investigación por muchos años y probablemente concluirá en un juicio criminal, afirmó, y en otro momento dijo que si es electa “se creará… una crisis constitucional. ¿No estamos cansados de los Clinton?”
Subrayó su mensaje insurgente en actos en Florida este miércoles, donde afirmó:
ella es la candidata de ayer; nosotros somos el movimiento del futuro. Un nuevo espot nacional transmitido durante el partido final de la Serie Mundial afirma que Trump es
un líder que no es parte del sistema.
Mientras tanto, una mujer que está demandando a Trump por violarla cuando tenía 13 años y que había convocado a conferencia de prensa este miércoles para revelar su identidad por primera vez, canceló a última hora y su abogada señaló que su cliente había recibido múltiples amenazas, igual que otras mujeres que han acusado a Trump con anterioridad.
Entre desconfianza, ira, hartazgo, encubrimiento y engaños, es difícil pronosticar el futuro inmediato de este proceso que dice ser democrático.
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