Koldo Campos Sagaseta
Dichosamente vivo
(Decía el escritor cubano José Martí, uno de los forjadores de la
independencia de Cuba, que toda la grandeza del mundo cabe en un grano de maíz. Yo
ignoro de cuantas mazorcas estaba hecho Fidel pero sí sé que es uno de los
seres humanos más lúcidos y hermosos del siglo por venir)
Hay muertes que, de vivas, nos dan las buenas horas, nos lustran la
sonrisa, nos coronan de rosas
los sueños que bregamos, nos llevan de la mano en el beso que hubo, en el
parto que fuimos y en la huella que andamos, ilustran el camino, nos atan
los zapatos.
Hay muertes que, de vivas, abonan la conciencia para que nuestros gritos
sigan urdiendo auroras, para que las sonrisas, las mismas que hemos ido
tejiendo a contramano del tiempo y la amenaza que imponen los mercados, no
terminen rindiendo la flor de sus envidos, la razón de sus vidas, sus pétalos
humanos, ni amargue el desaliento los sueños compartidos, aquellos sin
permiso que hoy seguimos nombrando.
Hay muertes que, de vivas, no van a abandonarnos. Son muertes tan poco
moribundas que siempre están naciendo y así no tengan visa para el cielo o el
aval de un mentor para la historia van a seguir estando con nosotros,
memoria que respira y pan que se comparte, dichosamente vivas.
(euskal presoak-euskal herrira)
*****
https://elperiodistacanalla.net/
Dichosamente vivo
(Decía el escritor cubano José Martí, uno de los forjadores de la
independencia de Cuba, que toda la grandeza del mundo cabe en un grano de maíz. Yo
ignoro de cuantas mazorcas estaba hecho Fidel pero sí sé que es uno de los
seres humanos más lúcidos y hermosos del siglo por venir)
Hay muertes que, de vivas, nos dan las buenas horas, nos lustran la
sonrisa, nos coronan de rosas
los sueños que bregamos, nos llevan de la mano en el beso que hubo, en el
parto que fuimos y en la huella que andamos, ilustran el camino, nos atan
los zapatos.
Hay muertes que, de vivas, abonan la conciencia para que nuestros gritos
sigan urdiendo auroras, para que las sonrisas, las mismas que hemos ido
tejiendo a contramano del tiempo y la amenaza que imponen los mercados, no
terminen rindiendo la flor de sus envidos, la razón de sus vidas, sus pétalos
humanos, ni amargue el desaliento los sueños compartidos, aquellos sin
permiso que hoy seguimos nombrando.
Hay muertes que, de vivas, no van a abandonarnos. Son muertes tan poco
moribundas que siempre están naciendo y así no tengan visa para el cielo o el
aval de un mentor para la historia van a seguir estando con nosotros,
memoria que respira y pan que se comparte, dichosamente vivas.
(euskal presoak-euskal herrira)
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