Por vigésima quinta ocasión la Resolución “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba por el Gobierno de Estados Unidos”, presentada por el gobierno cubano, fue aprobada con total mayoría de 191 votos a favor y 2 abstenciones (Estados Unidos e Israel), en una votación histórica, que hizo evidente el apoyo mundial a Cuba y manifiesta el reconocimiento del gobierno norteamericano sobre la existencia del bloqueo como política genocida contra nuestro pueblo.
Aunque han querido modificar opiniones con una reciente Directiva Presidencial y un mediatizado paquete de medidas, el gobierno de Estados Unidos ha reconocido el fracaso de su táctica, porque reforzó el apoyo interno al gobierno cubano y ha contribuido a fortificar el consenso y la unidad del pueblo hacia su Revolución.
Así lo refiere el planteamiento de la nueva política presentada por el presidente Obama: “No podemos seguir haciendo lo mismo y esperar un resultado diferente. No sirve a los intereses de Estados Unidos …” es “importante que se levante el bloqueo porque constituye un impedimento para que Estados Unidos pueda avanzar en sus intereses dentro de Cuba”. Y estas mismas líneas quedaron trazadas en la Directiva Presidencial para la normalización de las relaciones con Cuba, pues expone de forma tácita el objetivo estratégico de promover cambios en la Isla que tributen a los intereses estadounidenses.
Por ello en la sección IV de la Directiva, denominada Panorama Estratégico, reconocen que en el cambio en su táctica seguirán utilizando una política hostil hacia Cuba, pues destaca de forma particular la continuidad de las transmisiones ilegales de radio y televisión, los programas de corte subversivo dirigidos a “promover la democracia” en Cuba, subvención de la contrarrevolución interna, y lo más interesante es que su intención con esos proyectos es involucrar una gama amplia de la sociedad cubana.
Las restricciones del bloqueo que pudieran eliminarse por decisión ejecutiva, no se aprovecharán y se expone con claridad que se mantendrá inamovible su posición en cuanto a la Base Naval de Guantánamo; se utilizarán nuevos métodos relacionados con los intercambios de todo tipo entre Cuba y Estados Unidos, el comercio limitado de acuerdo con las mínimas restricciones que se han modificado hasta ahora, el diálogo y la cooperación con el gobierno de Cuba en temas de interés mutuo. Al mismo tiempo, plantea el aumento del acceso a Internet, impulsando la conectividad de los cubanos con el mundo, especialmente de los jóvenes, para “intercambiar información e ideas”.
¿Sobre estas bases en el orden estratégico, se pretende lograr la normalización de las relaciones con Cu ba? Es bien difícil.
Las sutilezas aparecen entre líneas. Esta directiva es un entramado de contradicciones. Con demasiada elocuencia la historia ha mostrado de forma concreta los efectos de la subversión política ideológica. Se devela el cambio de táctica en los propósitos de sedición del orden constitucional en Cuba; si antes – y todavía continúa- favorecían la emigración y la deserción de los profesionales, ahora la política converge con la de “preparar en Estados Unidos”, de acuerdo al Programa de Verano para Jóvenes cubanos, a aquellos que se pretenden sirvan a sus intereses. ¿Se ambiciona utilizar a los jóvenes cubanos nacidos bajo el más férreo, injusto y genocida bloqueo a que destruyan el proyecto revolucionario que tanto los ha priorizado?
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