martes, 12 de junio de 2018

Dos goles en contra

Programar el partido en Jerusalén y suspenderlo
10 de junio de 2018
Por Martín Granovsky

Una ilustración del diario opositor israelí Haaretz. “Nadie podría decir que un mural a Messi es antisemitismo”, dice el epígrafe.




Es irremediable. En política, cuando estás en baja todo te sale mal. Mauricio Macri lo sabe. En el último mes tuvo que disimular el fracaso inflacionario y la corrida bajo el pretexto de un cataclismo mundial. Apeló al FMI. Entonces sus funcionarios presentaron el acuerdo como si estuviera cerrado, cosa que no es así. Quiso convertir la derrota del tarifazo en el supuesto del triunfo del veto, como si vetar fuera la gloria. Y hasta se vio forzado a silbar distraído para que nadie se diera cuenta de otro resbalón: el partido de la Selección en Jerusalén que debió haberse jugado ayer era también una apuesta suya. Una apuesta que perdió.

En esta misma edición del diario hay material abundante sobre la caída en aprobación de Macri y el significado del reacercamiento al Fondo después de que Néstor Kirchner y Lula desconectaron a la Argentina y a Brasil en 2015.
La duda crucial es cuánto más injusto quedará el país tras la guadaña contra la clase media y los trabajadores. La garantía de un 0.2 por ciento del PBI permitido para aumentar eventualmente el gasto social no altera el amperímetro de la crisis. Y pese a que el voto de los Estados Unidos es clave en el directorio del FMI (porque el voto es calificado) la Argentina todavía debe negociar la letra completa del acuerdo y negociar una concesión con cada uno del resto de los socios importantes, entre ellos China, Francia, Alemania y Brasil. Eso si uno se olvida de un misterio: cómo hará Nicolás Dujovne para conseguir dólares. Porque  de verdad la Argentina recibirá ahora 15 mil millones de dólares y no 55 mil.

¿Solo Chiqui?

La línea oficial consiste en que las incertidumbres parezcan triunfos y las derrotas no se noten. El problema es que, cuando los gobiernos sobreactúan, las caídas son más difíciles de disimular. Macri, además, no tiene la envergadura de Benjamín Netanyahu, su socio político en el emprendimiento de producir un giro brusco en la política exterior argentina. Israel es un país que pertenece al club de la bomba atómica y Bibi Netanyahu es un político audaz que hasta llegó a tomarle el Senado de los Estados Unidos a Barack Obama para hablar en su contra. 
Donald Trump anunció que moverá la embajada norteamericana de Tel Aviv a Jerusalén. Netanyahu se puso eufórico. Los conservadores israelíes quieren eternizar la ocupación israelí de la zona oriental de Jerusalén y una de las formas es quitarle el costado de categoría internacional a la ciudad entera. Ni Francia ni Alemania ni España anunciaron el traslado de sus embajadas. En América Latina lo hicieron Paraguay y Guatemala. La Argentina no anunció nada, aunque la movida no puede descartarse, pero el partido con los israelíes que iba a jugarse en Haifa ayer, sábado 9, se reprogramó para Jerusalén. 
La leyenda en boga dice que la reprogramación solamente fue cosa de Claudio Chiqui Tapia, el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino que está casado con una hija de Hugo Moyano, Paola. 
Otra leyenda sostiene que luego, cuando un grupo de palestinos presionó a los jugadores de la Selección mostrándoles camisetas blanquicelestes con sangre, en Barcelona, fue Tapia y solo Tapia el que habría aceptado la queja de los jugadores y suspendido el partido. 

Tablero

Suena a cuento. Otra vez, simplemente por un gesto que podría haberse ahorrado, como el traslado del partido de Haifa a Jerusalén, la Argentina se metió, nada menos que en Medio Oriente, en un lío que la excede. Si la Casa Rosada tiene al menos una parte de la información que recogió este diario, a esta altura ya sabrá qué pasa.
El primer ministro y su ministra de Cultura y Deportes, Miri Regev, se echan la culpa por el impacto negativo que les generó la suspensión del partido Argentina-Israel.
Los críticos israelíes de Netanyahu hallaron un punto débil del prémier y lo explotan. “Esto es lo que pasa cuando la política sofoca al deporte”, escribió Raz Schechnik en la web Y.net. “Deben haber pensado que después del partido Messi se convertiría en miembro del Comité Central del Likud”, ironizó. El Likud es el partido de extrema derecha de Bibi y su ministra. Otro párrafo señala que Haifa es un símbolo de la coexistencia diaria entre árabes y judíos. En cuanto a Jerusalén, “es nuestra capital eterna, la ciudad más importante de Israel”, dicho esto como “verdad histórica y sin una pizca de cinismo” pero sin que signifique “que todo lo relacionado con Israel tenga que realizarse en Jerusalén”.
“Gracias Messi, fue lo correcto en un momento correcto”, escribió un artista prestigioso, el director de cine Uri Misgav, en el diario Haaretz. Misgav se preguntó si la cancelación argentina sería o no un punto de inflexión y dijo que los israelíes no debían sentir vergüenza. “Un hombre que ama a su país entiende que a veces debe darle una bofetada para que vuelva a la realidad”, escribió. 

Qatar

Incluso la prensa israelí menos crítica con Netanyahu no dejó de señalar, sin embargo, que la cancelación del partido fue un triunfo del presidente de la Federación de Fútbol Palestino, Jibril Rajoub, que había llamado a los hinchas a quemar fotos y camisetas de Messi si se jugaba el partido. 
Rajoub aparentemente recibe influencia de Qatar, un actor de primer orden en Medio Oriente y en el fútbol mundial. Los qataríes auspiciaban al Barcelona, nada menos, y desde 2011 fondos qataríes son dueños del Paris Saint- Germain, donde juega el argentino Angel Di María. Enfrentados a Arabia Saudita, que a su vez es la enemiga de Irán, los qataríes hasta ficharon a Neymar por 400 millones de euros.
En el Gobierno argentino quien atinó a desmarcarse de la cancelación fue el canciller, Jorge Faurie, que atribuyó a la AFA la decisión de mover el partido de lugar y después la de anularlo. O el ministro fue poco convincente dentro del Ejecutivo o Macri no midió dos cosas. Una, que con la Selección jugando en Jerusalén se estaba metiendo de lleno en el Medio Oriente como Carlos Menem cuando envió naves al Golfo. Otra, que al suspender el partido la Argentina quedaba inserta en la política interna israelí, o sea en la política mundial, sin nada ostensible que ganar a cambio. Puro costo. Las relaciones de Tapia con Macri son como las de su suegro con el Presidente. Van y vienen. Pero el canal es permanente. Y el vicepresidente de la AFA es el Pro Daniel Angelici, sucesor de Macri en la presidencia de Boca. ¿Angelici tampoco la vio venir? ¿O se embelesó y después fue tarde para una retirada elegante?
Ni Macri ni sus funcionarios del mayor nivel pueden ignorar en qué tablero infernal colocaron al país. PáginaI12 pudo saber que en  los últimos dos meses autoridades israelíes transmitieron en detalle su visión geopolítica a sus pares de aquí. El punto principal es que Netanyahu no quiere perder fuerza porque su meta de hoy va más allá del conflicto tradicional con los palestinos, sobre todo en Gaza: el objetivo es que Irán se vea en peligro si permanece en Siria y opte por retirar de allí tropas y armamentos. Los israelíes ven a Teherán como el poder que está detrás de su peor enemigo, Hezbollah, el grupo shiita libanés que ganó posiciones también en Siria.
Funcionarios israelíes confiaron a colegas argentinos que Rusia, principal apoyo del presidente sirio Bashar al-Asad, podría ser el emisario para persuadir a los iraníes en el sentido de que les convendría salirse. Israelíes y rusos no tienen un acuerdo estratégico como sucede entre Jerusalén y Washington pero se respetan y, a nivel táctico, las fuerzas de uno se abstuvieron de atacar a las del otro en Siria.
Con estos cables se enredó Mauricio Macri. Y dos veces: cuando la Argentina se disponía a jugar y cuando canceló el partido. El pequeño detalle es que son cables de alta tensión. 

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