por Carlos Aznárez, 20 de mayo 2016.- Mujica, “el Pepe”, como le gusta
llamarlo a la progresía que lo corteja como si fuera un gurú, volvió a
demostrar que su forma de actuar en política no es precisamente la coherencia.
Amigo de Víctor Almagro, titular de la OEA, tanto que él mismo fue gestor
fundamental para que lo colocaran en ese sitio para reemplazar a otro que bien
baila, el chileno José Miguel Insulza. Tan fraterna su amistad que frente a
cada gesto hostil contra los gobiernos rebeldes del continente por parte de
Almagro, Mujica siempre encontró una justificación para arroparlo.
El
problema es que Almagro no sólo es hijo putativo de Mujica y del Frente Amplio
uruguayo sino también del Pentángono, y donde manda capitán no manda marinero.
Por lo tanto, ahora que las embestidas de la OEA contra Venezuela van “in
crescendo”, hasta el propio Mujica (pícaro como es dentro de su doctrina de
“como te digo una cosa te digo la otra”), también ha necesitado correrse a un
costado, no sin antes perdonar los dichos del alcahuete de los gringos
señalando que “Almagro no es ningún traidor, es abogado, un esclavo del
derecho”. En fin, un pusilánime, pero “nuestro pusilánime”.
Como no
se debe sentir muy a gusto con retractarse, Mujica hizo lo que Almagro vienen
promoviendo: denostar públicamente a un presidente al que Mujica (ex tupamaro
arrepentido y traidor indisimulado de los principios revolucionarios que en los
60 levantara Raúl “Bebe” Sendic) no le llega ni a la suela de sus zapatos.
“Maduro está más loco que una cabra”, declaró insolente, sumándose al coro de
hostilidad que sufre Venezuela bolivariana día a día. Y semejante confesión
provocó enseguida que toda la prensa reaccionaria del planeta (desde el ABC, El
País y El Mundo de España, los medios gusanos de Miami, pasando por El Universal
y El Nacional, de Venezuela) reprodujeran sus palabras reafirmando la
“valentía” de haberlas pronunciado en esta ocasión.
Era hora
que sucediera, y que se terminara de esta forma con los encubrimientos autistas
que muchos hicieron de un personaje que dejó hace mucho tiempo de ser lo que
era, y pasó a ser una mala caricatura de sí mismo. Ni Tupamaro, ni progresista
ni mucho menos guerrillero revolucionario. Los verdaderos luchadores son los
que reivindican el combate toda la vida, no los que agiornan su pensamiento y
lo convierten en un cambalache ideológico.
Mujica,
antes de decir lo que dijo ahora, había gobernado a favor de las
multinacionales, coincidió con Tabaré Vázquez en entregar el Uruguay a las
pasteras y las megamineras, convocó en el lujoso hotel Radison de Punta del
Este a empresarios argentinos que en su momento le hacían la guerra al gobierno
kirchnerista y les ofreció invertir en Uruguay donde “nadie” les pondría
retenciones, recibiendo múltiples elogios de lo peor de la oligarquía bonaerense
por ese gesto. Tanto que varios de esos ejecutivos declararon que sin dudarlo
cambiarían a Cristina por Mujica.
Pero hay
más, Mujica jamás hizo un gesto positivo hacia el juzgamiento de los militares
genocidas. No sólo eso, junto con su colega Fernández Huidobro (su ministro de
Defensa y también ex tupamaro) hicieron todo lo posible para exculpar a los
torturadores porque ya “son viejitos”.
Sin
embargo, hasta ahora, parecería que nadie quiso darse cuenta de quien es Mujica
y constantemente frente a las pocas voces críticas que se levantaban (entre
ellas, la de los auténticos tupamaros que lo conocen muy bien), se imponía esa
imagen de anciano bonachón, capaz de decir tonterías o lanzar exabruptos, que
siempre eran festejados o perdonados. Un día aspiraba a Premio Nobel de la Paz,
otro se convertía en protagonista de una película de Kusturica, o se presentaba
como “vasco” para hablar de los bombardeos a Guernica, o posaba muy
campante, en su “humilde chacra” con el ex Rey español Juan Carlos. Todo por el
mismo precio,
A tomar
nota: Mujica no es lo que era sino lo que es ahora. Suele pasar con algunos que
en sus años mozos adoptaron posiciones combativas y con el correr del tiempo se
convierten en sombras de su propio pasado. Hoy, José Mujica cree que Maduro es
un “loco”, exactamente lo mismo que opinan: John Kerry, Barak Obama, Mauricio
Macri, Alvaro Uribe Vélez, Víctor Almagro, Ramos Allup y toda la oposición
venezolana. Y en función de ello, convocan a derrocarl
La peligrosidad de Mujica y su "sabiduría" es muy grande en función del referente que van construyendo los medios de comunicación. Lo que él diga no tiene peso en sí mismo, sino en la función de coartada que le brinda a supuestos "progresistas" para apoyar las peores porquerías. "Si lo dice Mujica, que es muy sabio ...", entonces pasa a ser una tontería luchar por un mundo mejor. Dar la vida por una conquista que el gurú dictaminó que será pendular, como la Historia, es propio de imberbes. Sin duda, esa afirmación que hizo sobre Maduro no va a hacer efecto sobre quienes, ante todo, estamos INCONDICIONALMENTE por la defensa del proceso revolucionario venezolano ante la agresión imperialista. Pero, habrá puesto en duda a muchos que no saben si atender a los medios masivos de comunicación mundiales, o a TeleSur, RT, u otros.
ResponderEliminarEsto es puramente anecdótico, pero yo me comí tantas críticas ácidas por denunciar las solapadas claudicaciones de Mujica, desde hace años, y por parte de personas en quienes confiaba en su honestidad intelectual, que más de una vez me hicieron pensar que, tal vez, yo era más tarambana de lo que creía, y que estaba muy lejos de entender nada.
Muchas gracias por comentar. Es acertado.
EliminarLamentable " bipolaridad ideológica" la de Mugica.
ResponderEliminarNada que ver con la coherencia de Sendic.
Gracias por comentar. Nada que ver, obviamente. Muy triste papel hace justo cuando más falta hace.
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