sábado, 25 de febrero de 2017

¡Hasta siempre, querida Carla!

¡Hasta siempre, querida Carla!


Con enorme dolor en el alma las Abuelas de Plaza de Mayo tenemos que comunicar el fallecimiento de la nieta restituida Carla Graciela Rutila Artés, a causa de un cáncer, corolario de una vida durísima. Sus restos serán inhumados mañana, jueves 23 de febrero, en el cementerio de la Chacarita.

Carla nació el 28 de junio de 1975 en Miraflores, Perú. Sus padres, Enrique Joaquín Luca López, uruguayo, y Graciela Antonia Rutila Artés, argentina, eran militantes políticos. La familia se mudó a Bolivia, donde Enrique y Graciela formaron parte del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Él fue asesinado el 19 de septiembre de 1976. Ella fue detenida junto a Carla el 2 de abril de 1976 en la localidad de Oruro. El 29 de agosto de ese año, las autoridades bolivianas entregaron a Graciela y a Carla a la Gendarmería Argentina que las trasladó al centro clandestino de detención Automotores Orletti.
Carla fue apropiada e inscripta como hija propia con el nombre de “Gina” por el matrimonio de Amanda Cordero y Eduardo Ruffo, uno de los represores responsables de ese centro de exterminio. Tras una nueva campaña de Abuelas en la que se publicó la foto de la pequeña Carla, llegaron las primeras denuncias a nuestra Asociación. Su abuela materna, Matilde Artés Company, más conocida como “Sacha”, era actriz y militante política. Al momento del secuestro de su hija y su nieta estaba en Cuba, desde donde se fue a España. Desde allí volvió a nuestro país para llevar adelante el caso de su nieta junto con Abuelas.
La denuncia por la apropiación de Carla se radicó ante el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N° 5. Los apropiadores, después de un tiempo prófugos, fueron detenidos. La verdadera identidad de Carla fue comprobada con los análisis de sangre y en septiembre de 1985 pudo reencontrarse con su Abuela Sacha en Tribunales, luego de que el juez le contara la verdad a la niña. Sacha y su nieta se fueron a vivir a España. Luego del levantamiento carapintada que trajo como consecuencia las leyes de obediencia debida y punto final, no se sentían seguras en el país. Desde el otro lado del Océano, con frecuencia, Carla nos escribía cartas: “Quiero que nunca olviden que soy Carla Rutila Artes y que ustedes ayudaron a mi abuela a encontrarme, y que gracias a ello estoy aquí”. 
En 2010, después de 23 años viviendo en España, Carla volvió a la Argentina para declarar contra su apropiador Ruffo en el juicio por los crímenes cometidos en Automotores Orletti. Desde la restitución de su identidad jamás había regresado al país por temor a Ruffo, quien además, de niña, la golpeaba y abusaba de ella. Sin embargo, el nuevo escenario en materia de justicia por los crímenes cometidos durante la última dictadura impulsó a Carla a dar su testimonio del infierno que pasó con Ruffo, ex miembro de la Triple A y de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). Declaró con la fortaleza que la caracterizaba, mirando a Ruffo a los ojos: “No tenía dudas de que no aguantaría mi mirada”, diría luego de prestar su testimonio. Entonces volvió a España, pero un tiempo después, con Ruffo tras las rejas, decidió radicarse con sus tres hijos en la Argentina. Al viejo continente regresó una vez más a prestar testimonio en el marco del juicio por los crímenes de Plan Cóndor impulsado en Italia. 
Con fortaleza enfrentó la enfermedad que hoy se la llevó. Recordamos, como si fuera hoy, la inmensa alegría de volver a abrazarla luego de tantos años. 
Hasta siempre, querida Carla. 


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