viernes, 29 de abril de 2016

Polilla por siempre

Por Marlene Caboverde Caballero *

Mi regalo a la PolillaCubana







Este 26 de abril la comunidad virtual perdió a uno de sus estrategas más dignos, el
ejército de izquierda, a un soldado imprescindible y yo, a una hermana. Era de Cuba,
y era una mujer extraordinaria. Se llamaba Rosa Cristina Báez Valdés, pero trascendió
como La polilla cubana, el nombre que dio a su blog en Internet y por el que la
conocimos y reconocimos miles de personas en el mundo.
Fue a fines del año 2008 cuando me topé con su nombre, su historia y su trinchera.
En aquellos momentos me había sumado desde la emisora Radio Jaruco al jurado de
millones que intentaba liberar a los Cinco antiterroristas, víctimas de la injusticia, el
silencio y la cárcel en Estados Unidos.
En el mundo del periodismo, más allá del papel, la tinta y el éter existe un universo
donde se entraman millones de brazos y de voces. Y es ahí donde el desafío es opacar
la nimiedad que intenta aplastar lo más auténtico del ser humano. Esa fue la primera
lección de la Polilla cubana, una bibliotecaria devenida periodista.
Desde la distancia me mostró los caminos y las herramientas para construir desde la
Internet más efectividad, una pequeñísima parte de la verdad de Cuba. Mi prioridad
en aquellos momentos era la libertad de Gerardo, Antonio, Ramón, Fernando y René, a
quienes ella solía llamarles, “mis muchachos”. Y no era de la boca para afuera. Los
amó y les sirvió de corazón.
Fue la Polilla cubana quien me abrió todas las puertas y me indicó cada resquicio para
distinguir en su exacta dimensión la espiritualidad de los cinco y sus familias. Por ella
abracé a Alicia Jrapko, Bill Hacwell, Graciela Ramírez, Paco y Rosa Bernal y Wafica
Ibrahim, enamorados también de la causa, de la paz y de Cuba.
Recuerdo, que nos escribíamos casi a diario, ella corregía mis trabajos o más bien, los
bendecía con sus luces. Me asombró cómo solita, era a la vez su propio equipo de
redacción, edición, diseño y montaje de las más atractivas, novedosas e impactantes
publicaciones.
Además de publicar artículos propios en su blog y otros espacios digitales como Cuba
Coraje, replicaba el quehacer de importantes intelectuales de Venezuela, Argentina,
España, el Líbano y otras naciones del mundo en la plataforma Hermes que ayudó a
dirigir y que aúna a decenas de periodistas de varias latitudes.
Eso y más lo hacía en medio de una concurrida soledad, desde una habitación en su
casa de la Villa Panamericana. Tuve la oportunidad de ver aquella “cuevita”, como solía
decirle. En las paredes asoman las imágenes donde se le ve junto a sus amigos más
entrañables: Silvio Rodríguez y Vicente Feliú. Y sobre la mesita, muy cerca de la
“compu”, un portarretrato en el que sonríen Gerardo y Adriana, juntos después del 17
de diciembre.
Era también poeta, a veces jardinera, siempre la ferviente admiradora de Mafalda y de
manera invariable la más leal cómplice de Fidel y de sus ideas.

Para la Polilla el momento más importante era ahora, y esa sed insaciable de decir y
de hacer arrasó su salud. Creía firmemente que era imperdonable perder un minuto y
quien posterga pierde trozos de la vida. Así que pasó por alto el sueño, el descanso la
alimentación.
Un día dejó de andar por sí misma y su precaria condición física le llevó al hospital y a
la dependencia casi total de su compañera quien la cuidó hasta los últimos instantes.
Pero así mismo, continuó trabajando y hasta fue al hasta el Instituto Cubano de
Amistad con los Pueblos encuentro con los Cinco en febrero del pasado año, cuando
las dos pudimos casi a la vez, abrazar a Gerardo y Adriana, y llevarnos dedicado por él
el libro, El humor desde mi pluma.
Estoy segura que somos muchos quienes tenemos roto el corazón y triste el alma por
su ausencia. “La Polilla murió”, decía el mensaje que recibí en la mañana del 27 de
abril. Eran tres palabras y un error que ya ella había remediado de antemano.
Y es que, Rosa Cristina Báez Valdés ilumina esa comunidad infinita y viva que es el
 mundo de las páginas digitales y las redes sociales.
Allí continuaremos encontrándola flotando libre en un cielo, que nos advirtió, es de

todos y es deber defenderlo con astucia, pero con amor.


 * Periodista de Radio Jaruco

NOTA: Las fotos fueron enviadas junto al texto por el Comité Internacional Paz, Justicia y Dignidad a los Pueblos.

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