martes, 12 de abril de 2016

Ramón Labañino, un hombre entero, después de 16 años de cárcel

Ayer cerraba su visita a la Argentina alguien que estuvo 16 años preso en cárceles de EEUU. Su “delito” y el de otros cuatro jóvenes fue monitorear en el imperio para prevenir atentados terroristas contra Cuba. LA ARENA estuvo en la conferencia de prensa en la embajada de Cuba en Buenos Aires.
EMILIO MARIN
Ramón Labañino nació en La Habana en 1963 y se graduó como licenciado en Economía en la Universidad de esa ciudad capital. El 12 de septiembre de 1998, cuando tenía 35 años, fue detenido por la policía de Miami y el FBI, acusado de integrar “una red de espías cubanos”.
Aunque la jueza Lenard no tenía pruebas pues no fueron secuestrados documentos ni armas que probaran los graves cargos, los Cinco Cubanos fueron sentenciados a un total de siete cadenas perpetuas y 77 años de prisión en total.
A Labañino le tocó una cadena perpetua y 18 años de prisión. A Gerardo Hernández, dos perpetuas y 15 años de prisión. A Antonio Guerrero, cadena perpetua más 10 años. A Fernando González, 19 años y a René González, 15 años.
Ironizando sobre lo draconiano de esas condenas, Ramón decía ayer en la conferencia de prensa en la embajada de Cuba, que la justicia norteamericana y su servicio penitenciario habían querido destruirlos. Que murieran en prisión. “Gerardo tenía que sobrevivir a dos perpetuas y encima purgar otros 15 años detrás de los barrotes”, dijo. Y aunque esa pesadilla no fue completa, haber estado preso 16 años, los primeros 7 meses en el “hueco”, en aislamiento total las 24 horas del día, no fue nada fácil.
El rostro hoy feliz, pero curtido por el sufrimiento de ese tiempo, de Elizabeth Palmeiro, esposa de Labañino, sentada a su lado y dando sus opiniones a los cronistas, es una demostración de que cómo personas y familia sufrieron mucho, pero pasaron la prueba. Y aunque el tiempo perdido no puede recuperarse, como dijo el visitante, están viviendo a full. Pasaron por Uruguay y llegaron a Argentina para agradecer a las organizaciones sociales y políticas solidarias con la causa de los Cinco y de Cuba.

Clarín no estaba.
A las 10 y media de la mañana no cabía nadie más en la sala del primer piso de Virrey del Pino 1810, donde funciona la embajada. La secretaria de prensa dueña de casa, Beatriz Parra González, fue presentando a los colegas, entre los cuales estaban Carolina Silvestre (Telesur), Gustavo Veiga (Página/12), María Torrellas (Resumen Latinoamericano), Alberto Mas (Cuba-Información), Martín Hatchoun (Prensa Latina), Jimena Riveros (Hamartia), Héctor Bernardo (2016), Lidia Fagale (Utpba), Martín Piqué (Tiempo Argentino), Rubén Zaccaro (De Cuba traigo un cantar) y representantes de Barricada TV, Radio Gráfica, Garganta Poderosa y LA ARENA.
Resultó evidente que para el monopolio Clarín y otros medios hegemónicos, la noticia de que un héroe de Cuba estuviera en el país por primera vez, luego de su liberación, no importaba. Si se hubiera tratado de Hilda Molina o algún otro cubano contrario a la revolución, habrían estado en la primera fila. Periodismo “independiente”, que le dicen, y que gira en la órbita dependiente de la SIP, con sede en Miami, el lugar donde apresaron a Ramón y sus compañeros.
En el tiempo en que los condenaron a tan altas penas, diciembre de 2001, y éstas fueron ratificadas por la Justicia, 2005, La Florida estaba gobernada por Jeb Bush y el presidente era George W, una marca dinástica anticomunista.

Bombas contra Cuba.
Como en una conferencia de prensa no se puede monopolizar la palabra, el cronista no alcanzó a preguntarle a Ramón si las detenciones de 1998 fueron determinadas por el clima terrorista que había contra Cuba, luego que en 1997 un turista italiano, Fabio Di Celmo, muriera por una bomba en un hotel habanero. El artefacto fue puesto por un centroamericano pagado por la mafia cubano-americana del terrorista Luis Posada Carriles.
Desde el triunfo de la revolución en 1959, la Patria de José Martí sufrió atentados de todo tipo, invasión de Playa Girón, más de 600 intentos de asesinar a Fidel Castro, siembra de dengue hemorrágico, etc. Todo en el marco del bloqueo económico y comercial más prolongado que se tenga memoria, que aún perdura en lo esencial, pese a la visita del simpático Barack Obama a La Habana, como recordó Ramón ante una pregunta de Resumen Latinoamericano.
Quiere decir que esos Cinco Cubanos no fueron a EEUU a espiar a la General Motors ni al FBI ni al Tesoro ni a la NASA. Querían prevenir atentados terroristas contra su país y el gobierno de Fidel Castro informó que gracias a su data había podido neutralizar 170 intentos de atentados en la isla.
Cuando las autoridades cubanas informaron al entonces presidente Bill Clinton que desde territorio estadounidense se preparaban acciones terroristas, el FBI y la CIA terminaron deteniendo a las víctimas y no a los victimarios. Gabriel García Márquez llevó al Departamento de Estado la documentación cubana que probaba la conspiración terrorista desde USA, pero al final los que terminaron presos fueron los antiterroristas.

Prueba durísima.
LA ARENA preguntó sobre el sistema judicial y penitenciario norteamericano, a la luz de la experiencia de haberla sufrido 16 años. Es que René González salió en libertad en 2012 y Fernando González en 2013, pero Ramón, Gerardo y Antonio recién lo hicieron el 17 de diciembre de 2014, cuando el cambio de táctica de Obama hacia Cuba, que se profundizó en su viaje del 21 y 22 de marzo pasado.
Respondió: “el aparato judicial y carcelario norteamericano sirve a los poderosos para disciplinar y escarmentar a los sectores populares, pobres, afroamericanos y en su momento militantes revolucionarios como los Black Panters, Malcom X, etc.”. Agregó que pudieron conocer casos de Panteras Negras, independentistas de Puerto Rico y aún de zapatistas que están presos en EEUU. A propósito, en estos días cumplió 40 años de prisión Leonard Peltier, un líder indígena americano, preso político de ese sistema capitalista.
Con la población carcelaria los Cinco tuvieron una buena relación personal y política, intercambiando información, pasando libros y revistas, debatiendo con esos presos. Todo eso los fortaleció políticamente. La mayor fortaleza les venía de saber que Cuba se preocupaba de ellos y reclamaba su liberación, que contaban con el amor de sus familias y que en el mundo se iba conociendo la historia de los Cinco. Por ejemplo, en el año 2005 hubo un pronunciamiento de diez premios Nobel a favor de su libertad: Adolfo Pérez Esquivel (Argentina), Wole Soyinka (Nigeria), Zhores Alferov (Bielorrusia), Nadine Gordimer (Sudáfrica), Günter Grass (Alemania), Darío Fo (Italia), Mairead Maguirre (Irlanda), José Samarago (Portugal), José Ramos Horta (Timor) y Rigoberta Menchú (Guatemala).
Para tener una dimensión humana del sufrimiento de los Cinco, cabe agregar que dos de ellos no pudieron ser visitados por sus esposas, porque EEUU no les dio visas para ingreso. René estuvo 14 años sin esa visita y Gerardo lo sufrió por 16 años.

Militantes convencidos.
Ramón contó que al momento de la detención, el FBI quiso cooptarlos para que colaborar con el imperio y acusaran a Cuba. Se negaron y cayó sobre ellos el castigo del “hueco” y las alevosas penas carcelarias. Sin embargo, no pudieron quebrarlos en esa larga prisión y menos aún hoy, cuando han recuperado la libertad y sienten que han ganado esa pelea tan desigual en tierra ajena, donde jugaban de visitantes.
El colega de Garganta Poderosa, le preguntó por su reencuentro con Fidel. Dijo que habían quedado impactados por la sencillez, humildad y ganas de atenderlos, del comandante en jefe. Que para romper el hielo, lo primero que les preguntó fue si en la prisión había muchos mosquitos. Quien preguntaba también había estado preso, tras el Moncada, en la isla de Pinos…
Cuando culminó la reunión con Fidel, Ramón, se volvió y le preguntó: “¿qué podemos hacer los Cinco ahora?”. El hombre sabio reflexionó y respondió “sean científicos”. Como él es economista, René aviador, Antonio ingeniero y Gerardo y Fernando son licenciados en Ciencias Políticas, es claro que no les había pedido que se graduaran. Les estaba solicitando que en sus respectivos trabajos trabajen con rigurosidad científica, con modernas tecnologías, calidad y cálculo milimétrico, y actúen en el momento preciso.
Esa preocupación fidelista por lo científico puede tener que ver con la nueva situación tras la visita de Obama. El imperio ha cambiado de métodos pero no el objetivo de derrocar la revolución cubana. Ahora alienta a los emprendedores y sector privado de la economía, fundan ONG, habrá inversiones y centenares de miles de turistas, apología del consumismo y contrabando ideológico.
“No queremos ser sus amiguitos, solamente queremos ser buenos vecinos”, expresó Ramón, pero los malos vecinos no cejan en querer barrer al molesto socialismo a 90 millas. El ex preso citó a Silvio Rodríguez, en que “somos culturalmente invulnerables, pero políticamente nos podrían absorber”. Para que no los absorban, los líderes históricos, a días del VII Congreso del PCC, buscando la continuidad de la revolución en nuevas generaciones, les piden que sean mejores. Que sean rojos, pero también expertos o científicos. Ramón está cursando materias y va a rendir para científico. No está arrepentido de haber husmeado en las entrañas del monstruo y el alto costo humano que pagó. Quiere ser científico porque entendió que es clave y encima se lo pidió el maestro.

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