sábado, 10 de septiembre de 2016

Dos Ivette y un cambio inolvidable. | Periódico Mayabeque

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El hecho de estar en la unidad militar 6100, les ha permitido aprender a vivir en colectivo, ser solidarias y ayudarse en disímiles circunstancias
Algunos quedarán escépticos si dijera que la única frontera terrestre de Cuba es totalmente artificial. Por supuesto, los límites territoriales de la Isla culminan en todos los casos en baño de mar.



Sin embargo, sí existe. El territorio está actualmente ocupado por la ilegal Base Naval norteamericana de Guantánamo.
Cerca de dicha instalación, se encuentra la Brigada de la Frontera, una unidad perteneciente al Ejército Oriental que defiende ese límite fronterizo con el espacio ocupado contra la voluntad expresa del pueblo cubano.
Los combatientes que allí arriban resultan jóvenes seleccionados, quienes aceptan la misión de forma voluntaria. Ellos conforman la Vanguardia Combativa Ramón López Peña, primer soldado cubano víctima de disparos provenientes de la Base en 1964.
En primera fila
A la par, una compañía de mujeres forma parte de la Brigada, cuyas integrantes también custodian el perímetro fronterizo.
Y es que Ivette González Salanueva e Ivette Lamigueiro Cañedo, futuras licenciadas en Relaciones Internacionales –junto a otras féminas- decidieron formar parte de este grupo como dos orquídeas más de la Revolución.
Ambas, lejos de sus seres queridos y elegidas por sus compañeras para enfrentar este diálogo, casi culminan la preparación militar básica para los nuevos soldados (previa) en la Unidad Militar 6100, en Tapaste.
“Ser mujeres no nos impide creer en ideales, materializar sueños y tener propósitos que alcanzar”, expresa ferviente Ivette González.
Según la entrevistada, posee más experiencia en la vida militar, pues cursó estudios en el Instituto Preuniversitario Vocacional del Minint Hermanos Martínez Tamayo.
“Nunca tuve inclinación anterior por las relaciones internacionales. Había escuchado hablar de la labor del personal diplomático en el exterior y tengo muy buenas referencias. En mi familia, seré la primera en estudiar la profesión.
“El rol de un diplomático cubano es completamente diferente a otros. No solo debe buscar lo que es mejor para su país, también defender y mostrar nuestra realidad, qué es Cuba, cómo se vive, qué sucede, además de ubicar en alto el nombre de la nación”.
Por su parte, Ivette Lamigueiro estuvo desde pequeña familiarizada con el arte de la diplomacia. Acompañó a sus padres en la misión diplomática en Washington.
“Observar a mi papá, lo mucho que disfruta su labor representando ideas y valores, me inspira. Mi estancia en Estados Unidos fue interesante, pues desde la escuela yo también debía defender nuestras conquistas”.
¿Qué cualidades debe tener un estudiante de Relaciones Internacionales?
“Somos jóvenes, alegres, nos divertimos y a la vez somos muy diferentes entre sí. Hay que ser solidarios, combativos y pensar que nos une la defensa de la Patria en diversos escenarios”, agrega Ivette González.
A la pregunta de qué defenderían profundamente una vez graduadas, Ivette Lamigueiro responde sonriente que “nuestros valores e Historia, la identidad nacional en cualquier arena”.
“El mundo no puede dejar de conocer las cualidades y características del cubano, un ser que, pese a dificultades, conoce cómo crecerse para ser un poco más feliz.
“Asimismo, demostrar con hechos que Cuba es un país seguro con disímiles conquistas alcanzadas”, añade Ivette González.

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¿Cuál fue la reacción al saber de la Frontera?  
“Uno de los requisitos para la carrera, es estar cerca de un año cumpliendo con el deber en este lugar. Cada una de nosotras está trabajando por alcanzar sus metas. Creo que es el momento para ser más responsables y aprender para la vida”, opina la joven Lamigueiro Cañedo.
“Tengo mis temores en relación con permanecer lejos de mi familia, mis amigos. Sin embargo, me alienta saber que vamos a ganar en experiencia y que seremos útiles”, dice González Salanueva.
¿Y la preparación militar básica?
Al decir de Ivette Lamigueiro, “comprendí el valor del compañerismo, el ayudarnos todas nos convirtió en una familia”.
“Constituyó todo un re
to cumplir con la disciplina militar. Me siento fuerte, independiente. Me sorprende lo que puedo llegar a hacer. Hemos ido al campo de tiro, nos enmascaramos, realizamos combate cuerpo a cuerpo. A la vez, también nos divertimos.
“Lo aprendido será esencial cuando apoyemos a los combatientes en la Frontera. Lamentablemente, en ocasiones se desconoce la labor tan significativa de la Brigada”, apunta Ivette González.
Las dos Ivette coinciden en que la nueva etapa será un cambio –porque lo que antes era un año “normal”, ya no lo será- e inolvidable, pues se alzarán en espíritu compartiendo con nuevas personas.

Por: Carlos Marcos Calzadilla.

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